15. Million Reasons

18.5K 2.4K 1.3K
                                    




Besar a una persona nunca me había parecido la gran cosa, hasta ahora.

–Quédate.

Me pidió, tirando de mí hacia la almohada en la cama, lejos del frío y solitario colchón en el suelo. Tuve que aceptar su invitación, porque a pesar del miedo quería quedarme más tiempo a su lado.

–Hazme un lugar.

Movió su cuerpo hasta estar contra la pared y me estiré en la cama boca arriba. Diferente a la primera vez donde nuestros cuerpos se rozaban por culpa del espacio reducido, ahora él se pegó a mi costado, con su aliento cálido haciéndome cosquillas en la piel.

Sobraba espacio para que pudiésemos dormir sin apretujarnos, pero Jaemin aun sujetaba mi ropa y parecía contento con la cercanía. Nunca creí llegar a ver esa sonrisa curiosa en su rostro, como si fuese un niño emocionado con la posibilidad de atrapar a Santa Claus.

Le besé otra vez, sin poder evitarlo, escuchando la aceleración de su respiración y los roces de nosotros dos en las sábanas. Las entrañas se me estrujaron de los nervios, pánico y anhelo.

El sonido al separarnos fue vergonzoso.

—Deberías dormir un poco más —le dije, deteniendo su intento por un nuevo beso.

Había confusión en su mirada, parecía que no entendía muchas de las cosas que yo decía, pero lo intentaba. Jaemin luchaba por entenderme, aun si lo que decía la mayor parte del tiempo no tenía mucho sentido. Me sentí cálido ante esa realidad que se me era mostrada, porque por muchos años pensé que nadie nunca haría el intento de escucharme, escucharme de verdad.

Quería hacer lo mismo por él.

—Otro —pidió por segunda vez en la noche.

Cerró sus ojos con fuerza y estiró los labios en un pico divertido. Sus manos presionando contra mi pecho, las mías alejando los mechones sueltos de su frente. Me miró por entre sus pestañas, disgustado por mi falta de acción, entonces besé su frente y sus cejas, ah, también le besé la sonrisa.

Y el cuello, porque el calor que desprendía esa parte de su cuerpo me resultaba admirable. Definitivamente entró en mi lista de cosas favoritas que solo le pertenecían a Jaemin.

–Hace cosquillas —soltó entre un par de risitas, seguidas por un bostezo.

Nos arropé a los dos.

—Hay que dormir, ¿bien?

Asintió, pero sus ojos siguieron abiertos un poco más, sonrío cuando yo lo hice, entonces el sueño comenzó a vencernos. Sujetó las puntas mis dedos, los apretó incluso en sueños.

A mí me costó un poco más quedarme dormido.

Me sentía extraño. Me hubiese gustado decirle cuán raro se sentía el mundo cuándo estábamos juntos, los dos solos. Y lo horrible que era temer que sentirme así fuese incorrecto. Mamá de seguro me odiaría, nos odiaría.

¿Y qué pasaba si el resto también nos odiaba?

Dudaba que alguien entendiese esto. Lo diferente y agradable que era. No me importaba que no fuese suave o la falta notable de pechos. No me importaba que algún día le creciese la barba (ah, en realidad, la imagen me dejaba algo atontado), y últimamente no había podido dejar de pensar en su nuez de adán.

Dudaba que me gustase porque fuese un chico, sospechaba que tenía más que ver con que sea Jaemin. Increíble e inusual.

Pero cada vez que esos pensamientos venían intentaba ocultarlos, barrerlos bajo la alfombra, porque eran aterradores.

Mermar - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora