Prólogo

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Un pequeño ataque de pánico se apoderó de ella cuando se despertó, solo faltaban veinte minutos para la primera clase y el camino a la universidad llevaba algo más que eso, teniendo en cuenta que ya la estación de metro estaba a diez minutos de su piso.

Se levantó apresuradamente de la cama y se puso la falda vaquera que llevaba encima de la mesa tres días y olió la camiseta de rayas de colores del día anterior. Decidió que aún estaba decente para ponerla una vez, no le importaba lo más mínimo en esos momentos. Tenía un nuevo profesor de historia y, dado que no era la mejor de la clase en esa asignatura, quería aprovechar la ocasión de dar una buena impresión asistiendo a clase y prestando atención para conseguir una nota suficiente al menos por una vez.

Se aseguró que su pelo no estaba demasiado revuelto y cogió su bolso de la silla para con su carpeta, después de haberse calzado con unas cómodas bambas negras. Antes de salir, guardó una manzana para comer algo antes de entrar y salió con prisa de su casa. Estaba claro que no iba a llegar a tiempo, pero al menos estaba jadeando, dando así la impresión de que lo había intentado.

Abrió la puerta de clase y la primera mitad de los asientos ya estaban ocupados por los alumnos que sí habían conseguido llegar a tiempo. Todos la ignoraron mientras buscaba su sitio en el final. Todos menos su nuevo profesor, sentía sus ojos clavados en su espalda mientras sacaba el portátil de la funda. Probablemente hubiera interrumpido su explicación y no alejó su mirada de ella hasta que abrió la pantalla del ordenador. Se quedó paralizada al ver al hombre tan atractivo que le daría clases de historia a partir de ahora. No se había creído los rumores de los pasillos acerca del misterioso pero tentador nuevo profesor, pero sin duda eran ciertos y lo podía confirmar con la mirada intensa que le estaba regalando. Ella le miró también, un poco intimidada ahora que los ojos de todos los alumnos estaban centrados en ella.

El hombre pasó sus dedos por sus mechones castaños, con toda el aula sumida en el silencio aún. Su corazón comenzó a latir más rápido y la sangre enseguida subió a sus mejillas. Los segundos parecieron horas hasta que de repente, el profesor García se colocó bien su americana y metió las manos en los bolsillos y una sonrisa apareció en sus labios, que parecían perfectos para besar. Respiró profundamente y sus manos empezaron a sudar cuando por fin él habló, con la voz más deseable que ella jamás había oído.

—Llega usted tarde, señorita Romero.



¡Hola! Bienvenidxs a esta nueva historia. Llevaba tiempo rondándome por la cabeza la idea de escribir algo sobre Alfred y Amaia, pero me apetecía hacer algo distinto, así que se me ocurrió escribir algo sobre un alternative universe, es decir, mantener a los personajes pero ubicándolos en situaciones totalmente distintas a las reales. Quizás sea un poco arriesgado, pero no está mal probar cosas nuevas.

Espero que os guste tanto como a mí y no dudéis en dejarme en los comentarios vuestras opiniones para poder mejorar.

¡Feliz domingo y nos leemos pronto!

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