Capítulo XIII

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El cuatrimestre estaba pasando demasiado rápido para Amaia y sin darse cuenta ya estaban casi a la mitad. Se empezaba a notar la presión del final de curso y los exámenes finales se sentían cada vez más cerca. Los parciales ya habían empezado y Amaia caminaba con prisa hacia su aula de historia con los ojos muy abiertos por miedo a quedarse dormida. Apenas había dormido un par de horas para el parcial de historia, no lo llevaba demasiado bien, pero confiaba en que fuese suficiente para aprobar.

Respiró profundamente mientras esperaba junto a otros alumnos frente al aula. El corazón le latía rápido y no estaba segura si era por los nervios o por los tres cafés solos que se había tomado ya. Aitana le sonrió amablemente, sabía lo mucho que temía su amiga volver a suspender la asignatura. Amaia le devolvió una sonrisa casi imperceptible, aferrándose a los apuntes cómo si fuesen su línea de vida. El profesor García apareció por el pasillo, caminando con prisa y con las llaves y los exámenes impresos en la mano.

—Lo siento, al parecer todos los profesores tenían que imprimir hoy y ahora en la copistería— se disculpó él y algunos alumnos rieron. Amaia lo hubiera hecho también, en una situación normal.

Le miró de reojo cuando pasó por su lado al entrar en el aula, sus ojos oscuros le dedicaron una mirada de compasión e intentó darle ánimos con una sonrisa. Amaia se dirigió al fondo de la clase para concentrarse mejor, o para no distraerse mirando a Alfred. Se sentó y se recogió el pelo en un moño alto antes de sacar un bolígrafo y una botella de agua y guardar los apuntes. La chica sentada delante de ella le pasó su examen y lo dejó sobre la mesa, boca abajo.

—Vale, ahora podéis empezar todos— anunció Alfred— Pensad bien antes de escribir, leed los enunciados con atención y todas esas cosas que os dicen los profesores siempre. Buena suerte.

El corazón de Amaia iba más rápido que un coche de Fórmula 1 y las manos le sudaban tanto que el bolígrafo no dejaba de resbalársele. El chico sentado a su lado la miró, alzando las cejas. Qué horror, seguro que piensa que estoy loca. Intentó relajarse y empezó a leer la primera página, que simplemente explicaba el número de preguntas, el formato y la nota necesaria para aprobar. Amaia pasó la página para empezar con la primera parte del examen. Leyó la primera pregunta, pero los nervios apenas le permitieron entender lo que ponía. Tenía miedo de ponerse a llorar en cualquier momento.

Tengo que calmarme, así no me va a salir nada y voy a arrastrar esta asignatura hasta la jubilación. Alzó la cabeza para echar un vistazo al resto de sus compañeros, que ya estaban concentrados escribiendo cuando ella no había ni escrito su nombre. Su mirada se detuvo brevemente en Alfred, que la miraba fijamente. Intentó preguntarle con la mirada si estaba bien y ella le entendió y negó con la cabeza, aun sabiendo que no podría acercarse a ella en ese momento. Él asintió, diciéndole con una sonrisa que todo iría bien. Amaia volvió a leer la pregunta. Había estudiado, podía hacerlo.

Suspiró y se mordió el labio, concentrada ya en el examen. Poco a poco se fue tranquilizando, a medida que iba escribiendo las respuestas. Dio un brinco en la silla cuando el profesor García les indicó que se había acabado el tiempo. Acabo su última frase con prisa y se sintió aliviada al poner el punto final. Había sido capaz de acabar el examen a pesar del ataque del principio. Aitana la esperaba junto a la puerta, habían quedado para ir a la biblioteca juntas después del examen, pero Amaia miró a Alfred primero.

—¿Puedo hablar contigo un momento?— le preguntó serio, con su máscara de profesor. Ella asintió y apoyó su bolso en el suelo.

—Te veo luego— le dijo a Aitana, que alzó las cejas y salió del aula.

Contradicciones |AU-Almaia|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora