—Tienes un poco de chocolate aquí— Martí señaló la comisura de sus labios para indicarlo donde tenía la mancha de chocolate. Estaban comiendo chocolate con churros en una cafetería poco concurrida a esas horas en el centro de la ciudad después de haber disfrutado de la compañía del otro un buen rato. Martí había recogido a Amaia justo a la salida de la universidad y ella aún no había tenido tiempo de volver a casa. Sabía que a su madre no le importaba, al menos no demasiado. Su padre, mientras supiera donde estaba, confiaba en ella. Además, ya tenía diecinueve años, se suponía que ya era suficientemente responsable.
—¿Aquí?— preguntó Amaia e intentó quitárselo con el pulgar.
—No— el chico rio y se acercó a ella para limpiárselo. Le miró a los ojos, sus cejas tenían una forma perfecta que le hizo fruncir el ceño, ¿por qué ella nunca lograba dejarlas igual? Y sus pestañas... En silencio, le dio las gracias a sus padres por haber creado a un ser tan increíble. Martí le miró a los ojos también, poniéndose un poco más nervioso manteniéndose la mirada mutuamente. Amaia sonrió un poco y bajó la mirada, intentando ocultar el rubor de sus mejillas.
En la terraza del centro de la ciudad, los bares comenzaban a iluminar la noche cerrada y la gente empezó a llenarlos, a punto de empezar la hora punta de fiesta. Amaia y Martí, en cambio, solo estaban allí para disfrutar de la bonita vista, casi como la de las estrellas sobre el mar. Los dedos de él se posaron bajo la barbilla de ella, alzando un poco su cabeza para volver a mirarla a los ojos. Tenía una sonrisa amable en sus labios y se inclinó un poco, descansándolos sobre los de ella. Amaia se sorprendió un poco con el beso, pero lo sintió natural, acertado, y lo siguió.
Amaia se acercó un poco más a él y sus manos se deslizaron por su espalda para pegarle más a él, sentándola casi en sus piernas. Dejó caer sus manos sobre sus hombros, uno de ellos enredándose en sus mechones rubios. Despacio, él se separó, solo para respirar profundamente y volver a dejar pequeños besos sobre sus labios de nuevo. Sus narices se rozaron, haciendo que ella soltase una risita. Apoyó su cabeza en su pecho y él mantuvo sus brazos alrededor de ella, como si quisiese protegerla de lo que pasaba a su alrededor.
Martí suspiró satisfecho, descansando su mentón sobre la cabeza de Amaia.
—¿No deberías ir yendo a casa?— preguntó casi en un susurro, comprobando que ya eran casi las dos de la madrugada.
—Hm... No veo el motivo por el que debería irme— dijo Amaia, con una sonrisa juguetona en sus labios.
—Porque mañana tienes clase, princesa— dijo con una sonrisa también, haciendo que ella bufase.
—Tú también tienes clase mañana— puso los ojos en blanco y el chico rio.
—Pero tú tienes que sacar buenas notas, yo ya soy un caso perdido.
Amaia soltó una carcajada ante su comentario. Sabía que a él las notas le importaban ya poco, estaba esperando su admisión en una de las mejores escuelas de cine y comunicación audiovisual, que era lo que más le gustaba y a lo que quería dedicarse. Había trabajado mucho por ello, buscando prácticas y trabajillos en varias productoras de la ciudad y le quitaban demasiado tiempo de estudio. Martí no quería dejar la ciudad, consideraba que tenía buenas oportunidades aquí pero irse a Londres siempre había sido su sueño, por lo que tanto había luchado.
Amaia sabía que aún no eran pareja oficialmente (tampoco era que a ella le importasen demasiado las etiquetas) y que todavía habían empezado a pasar tiempo juntos hace solo dos semanas, pero no quería perderle ya. Quizás solo fuese un capricho amoroso de jóvenes y todo desapareciese en un par de meses, pero ella no quería pensar en el futuro. Solo le importaba el ahora.
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Contradicciones |AU-Almaia|
FanfictionALTERNATIVE UNIVERSE El profesor García se incorpora como profesor en la universidad, mientras que Amaia vive en un mundo de acordes, sostenidos y bemoles. ¿Qué pasará cuando sus caminos se crucen?