Amaia notaba como algunos viajeros le dedicaban miradas no demasiado agradables en su camino de vuelta a casa. No llevaba su mejor look, los zapatos de tacón no combinaban con las mallas y la sudadera gris de Alfred. Al menos no hay demasiada gente, qué vergüenza. Le hubiera gustado quedarse más tiempo en el ático del chico, pero la llamada de su madre para comunicarle que su padre y ella llegarían antes de tiempo le obligó a volver para que no sospechase nada.
Entró en su casa y al cerrar la puerta tras ella, el cansancio se apoderó de ella y a duras penas consiguió subir las escaleras y arrastrar los pies hasta su habitación. Despacio, se desvistió y alcanzó el pijama de debajo de su cama. Dejó toda la ropa sobre la silla del escritorio y cayó rendida sobre el colchón. Cogió su móvil y suspiró profundamente al ver que tenía varios mensajes de Martí. Antes de enfrentarse a ellos, escribió a Aitana que le había preguntado si había llegado bien a casa. Mejor imposible. Se giró para quedarse boca arriba y abrió la conversación con Martí.
¿Has llegado a casa?
¿Te has perdido? Dime dónde estás y te paso a buscar.
Mándame ubicación y voy.
¿Amaia?
Me estoy preocupando mucho, Amaia.
Amaia... No sé si he hecho algo que te ha molestado, pero necesito saber que estás bien.
Joder, Amaia. Dónde coño estás.
Tenemos que hablar. Escríbeme cuando leas esto.
Amaia luchaba para que las lágrimas no recorriesen sus mejillas. Era una persona sensible y en el fondo se sentía mal por lo que le había hecho a Martí. Dejarle tirado para irse con otro no es algo propio de una persona muy sensible, pero tampoco lo era acostarse con una persona pensando en otra. En alguna parte de su fuero interno sabía que había hecho lo correcto, pero le aterraba volver a ver a Martí y mentirle en la cara. Porque iba a tener que mentirle, no podía contarle lo que había pasado en aquel ático.
Lo siento, no había visto tus mensajes, me quedé sin batería y me acabo de despertar
Estoy bien, no te preocupes.
Le sorprendió verle enseguida en línea, y no tardó en contestar.
¿Estás en casa ya?
Hm, sí.
¿Hm?
Nada, nada. Lo siento mucho.
No lo sientas, no pasa nada.
Sí que pasa, Martí. Me fui sin más.
Amaia, no querías. No te culpabilices por eso.
Es que no sabía...
¿Podemos hablarlo en persona mejor? Tengo que contarte una cosa.
Hm, me estás asustando.
¿Estás libre esta tarde? Sobre las ocho.
Sí, sin problema. ¿En la cafetería enfrente del parque?
Perfecto. Nos vemos.
Te quiero, Amaia.
Hasta las ocho, Martí.
Amaia dejó el móvil en su mesilla y hundió la cara en la almohada sin esperar su respuesta. Le había dicho que la quería y eso le había dolido más de lo esperado. ¿Ella le quería? Como amigo estaba claro que sí, pero él no lo había dicho en ese sentido. Sabía que la conversación de esa tarde iba a ser complicada y le atemorizaba enfrentarse a Martí. No podía decirle la verdad, pero sí estaba en sus manos no hacerle más daño. Intentó dejar de pensar en Martí para quedarse dormida y se tapó con la imagen de una sonrisa imperfecta y unos ojos marrones enmarcados con unas gafas de pasta.
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Contradicciones |AU-Almaia|
FanficALTERNATIVE UNIVERSE El profesor García se incorpora como profesor en la universidad, mientras que Amaia vive en un mundo de acordes, sostenidos y bemoles. ¿Qué pasará cuando sus caminos se crucen?