Empecé a caminar escaleras abajo. Sentía sus pasos por detrás. Todos empezaban salir de sus aulas y es que segundos antes había sonado el timbre de salida.
Supuse que Tae Ri ya se habría ido a casa, por lo cual me apresuré a la salida. La entrada estaba llena, fue un poco difícil salir del lugar.
Cuando salí de la multitud, acomodé mi mochila correctamente al hombro y empecé a caminar. No debía hacer mucho para llegar a casa, solo caminar unas cuantas cuadras y pronto estaría en mi vecindario. Podría lograrlo tranquilamente de no ser porque aún sentía cierta presencia. Na Jaemin.
Volteé un poco hacia a mi lado y lo encontré algunos pasos por detrás. El notó esto y me regaló una sonrisa. Voltee rápidamente hacia el frente.
¿Qué diablos hacia siguiéndome?
—Te recuerdo que vivíamos en el mismo vecindario, NoRim-ah. — Respondió, como si supiera lo que en ese momento pensaba. Una pequeña risa se hizo presente por su parte y yo aceleré el paso.
Más distancia, mejor.
Recordaba todo. Como siempre después de la escuela, él prefería llegar a mi casa antes que a la suya. Todos los días recibía un regaño por parte de su madre, que aunque pasaba el día trabajando, se daba cuenta de que Jaemin no llegaba a casa directamente. En parte le agradaba ese hecho. Ambos en aquellos tiempos pasábamos tiempo juntos, hacíamos la tarea juntos, comíamos juntos, todo —o lo que se podía, entre un chico y una chica— lo hacíamos juntos. Y mi madre era muy amiga de su madre, no tenían problema con ello.
Cuando empecé a cruzar la calle en la que cortábamos camino, reduje mi andar, sólo por curiosidad de si seguía viviendo en donde antes.
Llegó rápidamente a mi lado y otra sonrisa apareció en su rostro.
— ¿Esperas a alguien?— Preguntó mientras inclinaba su rostro un poco curioso.
— Es tu calle ¿No?— Pregunté y el asintió. — Hasta luego.
Levanté mi mano en forma de despedida y empecé a caminar sin mirar atrás. Ya habíamos hablado lo suficiente para un día. Mi cabeza empezaba a doler.
Tres pasos di hacia mi calle y me di cuenta de que los suyos aun me seguían. No quería voltear, por lo cual apresuré mi andar. Casi cuando estaba en la entrada de mi casa me di la vuelta para encararlo, pero no pude decir nada.
¿Está intentando recordar lo que antes hacíamos o sólo me estaba molestando?
Se quedó parado con una sonrisa inocente en su rostro. ¡Ja! Inocencia y el nuevo Jaemin en un sólo contexto. No, no lo creo.
De nuevo continúe con mi andar y subí las escaleras de la entrada de la casa. Cuando estaba por meter las llaves al cerrojo, vi como él había subido también las escaleras.
— ¿Cuándo te irás a tu casa?— pregunté. Intentar no ser grosera en ese momento no era mi objetivo.
Abrió la boca para responder pero la puerta de mi casa fue abierta, dejando ver a mi madre con una charola de galletas. Eso sólo significaba una cosa; Estaba intentando impresionar a alguien. Teníamos visita.
— ¡Jaemin, llegaste!— exclamó ignorando mi presencia. — ¡Pasa! NoRim, ofrécele un vaso de agua. Tu madre está en la sala, Jaemin.
¿Sólo para eso me quería?
Solté un gran suspiro a la vez que entraba a la casa. Dejé mi mochila cerca de la entrada y fui a la cocina. Serví de mala gana el vaso de agua y fui a la sala en donde estaban todos.
La hermana pequeña de Jaemin vino a mi encuentro y abrazó mis piernas. Solía hacerlo, en aquellos tiempos la pequeña tenía cinco años, ahora era un poco más grande y su característica sonrisa estaba ahí, mucho más preciosa con aquel huequito que daba indicio de la mudanza de sus dientes.
Los Na siempre habían tenido una linda sonrisa, y por mucho que odiara admitirlo, Jaemin era el que más lucía y sacaba provecho de aquel atributo.
—Rim unnie. — La niña agudizó su voz e hizo una seña para que me agachase a su altura. Así lo hice y esta sonrió, era imposible no derretirse con la ternura de la pequeña. — Dae Jin aprendió a andar en bicicleta y te extrañó mucho.
Era tan tierna la manera en la que se refería a sí misma en tercera persona, que no pude evitar acercarla a mí y darle un gran abrazo.
Escuche los suspiros enternecidos de mi madre y evité reír. Ese era el efecto de los Na, mi madre se volvía la persona más dulce con ellos alrededor.
Jugué un rato con ella. Casi tiraba el vaso de agua, así que se lo entregué a Jaemin, quien nos veía. Mi madre y su madre se ponían al día sentadas en los sillones de la sala. En un rato Jaemin se puso a jugar con su hermana. Ella jalaba las orejas del mayor y él le daba pequeños besos en ocasiones.
Jaemin era eso que todos querían tener por hermano.
Claro, menos yo, por supuesto.
Yo no quería tener nada que ver con Na Jaemin y su estúpida y linda sonrisa.
Me dirigí escaleras arriba hacia mi cuarto, no sin antes agarrar dos galletas de las que había horneado mi madre y recibir halagos por parte de la madre de Jaemin sobre cuanto había crecido. Cuando llegué a mi cuarto, me cambié el uniforme y me desplomé en la cama. Las sábanas estaban frescas y este hecho sólo hizo que soltara un suspiro de satisfacción.
Eventualmente termine durmiendo plácidamente.
[...]
—Hermano... ¿Qué haces?— Murmullos hacían menos ameno mi descansar y es que segundos atrás sentía caricias en mi cabello que se sentían exquisitos en aquel sueño.
—Jin-ah, shhh, despertaras a Rim. — La voz de Jaemin. Era Jaemin, y se escuchaba cerca.
Levanté mi rostro abruptamente, y me arrepentí un poco cuando un mareo nubló mi vista. Daejin estaba en la puerta con una sonrisa, mientras que Jaemin estaba sentado en el borde de la cama, con una mano en mi cabeza y demasiado cerca para el gusto de cualquiera.
— ¿Qué hacen aquí?— Mi voz salió demasiado ronca y este hecho hizo reír al chico de cabello castaño.
—Es hora de comer. — Dio una última caricia a mi cabello, y se paró de mi cama. Salió de mi cuarto con Daejin de la mano y yo clavé mi cara en mi almohada.
Aquella estúpida caricia me había gustado.
Eso no era bueno.
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Este es un poco aburrido, estoy consciente de ello. Pero se compensa en el proximo.
Mil gracias por sus votos y comentarios, enserio :( ❤❤
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