Capítulo 25

507 30 0
                                    

Ha pasado otra semana desde que sé lo de los hermanos De Luca. Aún sigo sin poder creérmelo, en serio, no me puedo creer que hayan viajado desde Italia solo para encontrarme y lo que más fuerte me parece es que lo han conseguido. Sigo preguntándome si han estado siguiéndome desde hace mucho o si han estado buscándome desde hace mucho tiempo.

Durante esta semana, no he estado mucho por casa por lo que no he estado mucho tiempo con los hermanos. He estado con Luis, necesitaba contárselo a alguien y la verdad es que me ha venido bastante bien.

Hoy vuelven a casa mis hermanos, después de estar fuera unas dos semanas más o menos. Aunque no lo admite, les he echado mucho de menos, la casa se veía vacía y triste sin las tonterías de Fede o las broncas que tengo con él. No veo la hora en que les tenga aquí.

- Tus hermanos han llamado, ya han cogido el avión. –giro la cabeza hacia la derecha.

- ¿Cuánto se tarda más o menos de allí a aquí? –pregunto.

- Unas... –Ares mira la pantalla de su móvil– Dos horas. –asiento– Por cierto angelo, estar tumbada tanto tiempo es malo.

- Dormire per così tanto tempo è brutto. –me río.

- È bono, quindi il sangue scorre meglio. –digo.

Me encuentro tumbada en la cama, un Ares de unos diez años está de pies a mi lado. Tiene una sonrisa muy brillante que me deja hipnotizada. Un momento. ¿Qué demonios hago en la cama? y ¿Cómo demonios sé hablar en italiano?

- Sei un vaga, lo sai? suelto una breve carcajada.

- Ma tu mi ami ancora.

- Sì... ho paura se. –dejo de sonreír a la vez que él.

Se acerca a mí y se sienta a mi lado. Me pongo cada vez mucho más nerviosa, su cercanía hace que mil elefantes me pisoteen el estómago. Le miro a los ojos, esos ojos verde esmeralda que te llevan a otro mundo...

Noto como se acerca a mí, no me muevo, no quiero estropear el momento. Nuestros labios casi se tocan, pero se detiene justo cuando un grito de mujer le llama para que baje.

Se muerde el labio inferior y con pereza se va. Cuando le veo salir de la habitación, puedo volver a respirar. Casi nos besamos y no me he movido. ¿Por qué no le he detenido? ¿Por qué no ha terminado lo que ha empezado? Sonrío de forma tonta al imaginarme que Ares me quería besar.

- Isabella. ¡Isabella! gritan.

Pestañeo un par de veces y vuelvo a la realidad. Ares de diecinueve años está más cerca que antes y tiene cara de preocupado.

Puedo notar que tengo la boca medio abierta ylos ojos abiertos como platos. Miro a Ares a los ojos y después al salón.     

- Esa frase... –murmuro.

- ¿Qué frase? –pregunta confundido.

- Estaba tumbada en una cama. Tú estabas ahí y hablábamos en italiano. –no quiero decir lo de que casi nos besamos.

- Has recordado algo. –frunzo el ceño– Es un recuerdo. Bella, ese día casi nos damos nuestro primer beso. –creo que me he sonrojado.

- ¿Cómo puedo haber recordado así porque sí?

- El médico te dijo que los recuerdos iban a volver a ti. Solo había que esperar. –niego con la cabeza. Me parece algo imposible lo que acaba de pasar.

- Pero siempre he tenido estos "recuerdos" mientras dormía, pero ahora parecía tan real... Esto es de locos. –me froto la cara con las manos.

- Es normal que recuerdes cuando estás despierta y más si pasa como ha pasado ahora, escuchas algo que ya has vivido. –sigo con las manos en la cara.

- Esto no es nada creíble. –cuando escucho una pequeña risita a mi lado me quito una mano de la cara y miro de reojo a Ares.

Está sonriendo con esas sonrisas que te dejan embobada, esas que te dejan en un mundo paralelo donde solo existe él. No me gusta nada estas cosas que me hace sentir, es nuevo para mí, al menos en esta vida.

Gruño, cojo el cojín que tengo debajo de la cabeza y lo estampo en la cara de Ares, este se cae de culo con un golpe seco y me mira con los ojos abiertos. Intento no reírme, pero me es imposible.

- ¿A qué ha venido eso? –pregunta mientras vuelve a levantarse. Me encojo de hombros, me levanto y rodeo el sillón.

- Porque me apetecía. –paso por su lado pero antes de poder alejarme de él, coge con fuerza mi brazo y tira de mí chocando su pecho con el mío.

Me quedo un momento con la mirada fija en sus labios hasta que sonríe y me obligo a subir la mirada. No quiero darle el gusto de pensar que me atrae, ni loca. Sus ojos esmeralda me miran fijamente, con tanta intensidad que me empiezo a ponerme nerviosa.

- Ven a cenar conmigo. –frunzo el ceño.

- ¿Qué? –creo que no he oído bien.

- Que vengas a cenar conmigo. –parece que sí había escuchado bien.

- ¿Por qué? –levanto una ceja.

- Para que me conozcas.

- ¿Por qué debería ir a cenar contigo? –Ares sonríe de medio lado.

- Porque te mueres por hacerlo. –suelto una sonora carcajada.

- ¿Por qué crees eso? –acerca su cara a la mía lentamente hasta que nuestras narices se tocan.

- Porque te conozco y sé que cuando te pones nerviosa es porque no puedes controlar las cosas. –después de hacer de vidente, se separa quedándose igual que antes.

- ¿Dónde me llevarías si aceptase?

- Eso sería sorpresa.

- Bien. Hoy a las nueve te quiero listo. –me suelto de su brazo y retomo mi camino hacia la cocina.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora