Capítulo 35

475 31 0
                                    


Estoy sudando, me encuentro agachada detrás de una enorme caja. Me sujeto el brazo lo más fuerte que puedo, tengo la mano llena de sangre, siento como mi vista se empieza a nublar y no sé si es debido a las lágrimas que se acumulan en mis ojos o porque estoy perdiendo el conocimiento. El dolor poco a poco empieza a disminuir.


Miro a ambos lados del almacén, no hay salida. Intento ponerme de pies y aunque no puedo casi sostenerme, hago todo lo posible por buscar una maldita salida. No doy ni siquiera tres pasos cuando caigo de frente dándome un fuerte golpe en la cabeza. Oigo pasos acercarse a mí.


- Pensavi di poter nascondere? –miro hacia arriba. (Creías que podrías esconderte)


- Per favore, non ho fatto niente. –digo en un suspiro. (Por favor, no he hecho nada)


- Hai visto qualcosa che non avresti dovuto vedere. –su voz es ronca y me es muy familiar, pero no puedo verle bien la cara, todo está borroso. (Has visto algo que no deberías haber visto)




Noto como me agarra con fuerza el pelo, tira de mi y antes de darme cuenta está golpeando mi cabeza contra el suelo. Lo único que puedo escuchar son mis gritos pidiendo clemencia. De un momento ha otro ya no hay sonidos, no hay dolor... solo hay oscuridad.


Abro los ojos de golpe mientras me incorporo. Miro a ambos lados asustada, Luis me está mirando asustado, no dice nada, simplemente me abraza con fuerza.


- Tranquila, ha sido solo un sueño, estás bien. –me susurra.


- No ha sido un sueño. –sollozo– Ha sido un recuerdo.



- Ya está, tranquila, estoy contigo. –abrazo con fuerza a Luis.


No sé cuantos días llevo soñando esto, pero cada noche se repite, una y otra vez. Los primeros días Luis venía corriendo a mi habitación cuando escuchaba mis gritos, los últimos días empezó a quedarse a dormir conmigo, pero no funciona, nada de lo que hago funciona. Nada me quita estas pesadillas y siento que poco a poco me estoy volviendo loca y creo que Luis también se ha dado cuenta de ello porque me obliga a salir a dar paseos todos los días.


- Bella, como sigas mirando a la nada te vas a caer.


- Perdón.


- ¿Por qué te disculpas? –no contesto– Deberíamos decírselo a tu madre, estoy seguro de que tendrá algún remedio para que puedas dormir tranquila.


- No. –miro a Luis– Prométeme que no se lo vas a decir a mi madre.


- Está bien.


Seguimos caminando por la orilla de la playa. Llevamos más o menos unas dos horas andando y esto no me ayuda a olvidar todo.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora