Capítulo 41

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BELLA

No sé cuantos días llevo en este lugar, sinceramente la única luz del día que puedo llegar a ver son aquellos rayos de sol que entran entre dos ranuras de la madera que tapan las ventanas. Tampoco sé si Luis consiguió sobrevivir o si se encuentra bien, si mi familia le ha encontrado, porque si no le han encontrado eso significa que no saben que yo he desaparecido....

- Levántate. –giro la cabeza hacia donde procede la voz.

- ¿Cuántas veces tengo que decir que no pienso hacer nada que me digáis? –mi voz suena peor de lo que pensaba.

El hombre simplemente me mira, se acerca a grandes zancadas a mí y con más fuerza de la que debería me agarra del brazo para levantarme del suelo a la fuerza, sinceramente no me opongo, no tengo las fuerzas suficientes como para oponerme. El hombre me lleva a lo que parece ser un salón. En él se encuentran dos hombres sentados en dos sillas hablando mientras ríen. Uno de ellos se gira al escuchar nuestros pasos y cuando puedo ver con claridad su rostro, el mundo se me cae encima.

- Papá...

- Isabella. –es lo único que dice.

Su mirada es fría, es como si tuviese una doble personalidad, frente a los demás es amable mientras que ahora parece un monstruo.

El hombre tira de mi para llevarme a un sofá y en vez de dejarme con suavidad, me lanza como si fuera una bolsa de basura.

- ¿Qué haces aquí? –le pregunto como si su presencia no me importase.

- ¿Hace cuánto que no comes ni bebes nada? –no puedo evitar reírme.

- ¿Acaso te importa?

- Se niega a comer, desde que vino no ha tocado la comida que le damos. –miro al otro hombre.

- El padre de Ares... -susurro.

- El mismo.

El hombre que me ha llevado hasta allí, le susurra algo al padre de Ares y después los dos se van dejándome a solas con mi padre. Él simplemente me mira, como si me estuviera estudiando.

- ¿Por qué no comes nada?

- Prefiero morir que haceros caso.

- Eres igual que tu padre. –frunzo el ceño ante su comentario.

- ¿Qué quieres decir?

- Veo que tu madre no te ha dicho nada. Bien, te lo diré yo. –hace una pequeña pausa– Yo no soy tu verdadero padre. –no puedo evitar soltar un pequeño bufido.

- No sé por qué no me sorprende. –mi padre parece sorprendido ante mi respuesta.

- Veo que has conseguido averiguar algo.

- Me has subestimado. Empecé a sospechar de algo cuando entré en tu despacho y vi que tenías fotos del tío Gale y mías. No sabía de lo que se trataba pero poco a poco fui hilando cosas que iban pasando.

- Eres más lista de lo que pensaba. –no puedo evitar sonreír– Pero aún así no sabes ni un poco de la verdad.

Coge una de las sillas y la pone delante de mí, se sienta y empieza a hablar.

- Cuando conocí a tu madre, me enamoré perdidamente de ella, pero yo no fui el único que se dio cuenta de lo maravillosa que era tu madre, mi querido hermano también se enamoró de tu madre. Tu madre me eligió a mí, o eso creía.

Los primeros meses, incluso los primeros dos años fueron maravillosos, todo iba como la seda, nos casamos, tuvimos a Benji y a Fede, compramos nuestra primera casa, todo era ideal hasta que viajamos por primera vez a Italia. Tu madre descubrió mi verdadero trabajo, descubrió que soy un narcotraficante.

- Y ahí empezó todo. –susurre.

- Tu madre nos pilló al padre de Ares y a mi recibiendo una mercancía, no fue mi intención que se enterara, pero fue un accidente. Intente persuadirla para que se diera cuenta de que no pasa nada, que era todo seguro, pero ella no me creyó. Cogió el primer vuelo y volvió a Estados Unidos. Pasaron varios años hasta que tu madre volvió a confiar en mí, pero yo ya sabía que nunca íbamos a tener lo mismo que teníamos ella y yo, pero lo que no sabía era que mi hermano aprovechó esa situación para camelar a tu madre.

- Entonces...

- Gale es tu padre, no tu tío. –no sé por qué pero sus palabras logran tranquilizarme un poco.

- ¿Y Gale lo sabe?

- Por supuesto que lo sabe. Gale incluso intentó casarse con tu madre, pero yo no se lo permití, conseguí negociar con él. Le dije que si dejaba en paz a tu madre yo pasaría por alto el engaño y dejaría que él se quedase en Estados Unidos. –su sonrisa me da escalofríos– Aceptó y aquí hemos llegado.

- ¿Dónde entro yo en todo esto? ¿Por qué me habéis secuestrado?

- Fuiste un fallo colateral. Cuando eras pequeña, descubriste al padre de Ares hablando con uno de sus matones, ellos te vieron y te intentaron eliminar pero te caíste y te diste un golpe muy fuerte en la cabeza que provocó que perdieras la memoria.

- Sin memoria, no hacía falta matarme, por eso me dejasteis vivir. –mi padre asiente.

- Por eso y porque al fin y al cabo yo te crié, para mi eres mi hija Bella.

- No me hagas reír, si me considerases tu hija, yo no estaría aquí, no dejarías que ni yo ni mamá sufriéramos. No somos nada para ti.

- No sabes nada. –mi padre empieza a enfadarse– Por culpa de tu novio estás aquí, fue él quien te ha metido en este lio, si no te hubiera llevado ante su padre, tú estarías a salvo. ¿Crees que le importas acaso? Todo esto es por culpa de Ares.

- Ni se te ocurra hablar de él. No sabes nada, no tienes derecho a juzgarle. Aquí el único que tiene la culpa eres tú y nadie más.

Veo sus intenciones cuando levanta una mano para poder darme un golpe en la cara, pero yo consigo ser más rápida. Me aparto lo justo y le propino una patada en el estómago que le hace doblarse. Como puedo me pongo de pies, pero antes de que pueda hacer nada noto un fuerte golpe en la cabeza antes de caer en la total oscuridad. 

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora