Capítulo 24

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Lo primero que noto cuando abro los ojos, es el dolor de cabeza tan horroroso. Luego noto la boca seca y por último el malestar de cuerpo que tengo.

Elevo la cabeza para mirar a mi alrededor y veo que estoy en casa y la verdad es que no me acuerdo de nada de anoche. Solo me acuerdo de estar en la playa y estar bebiendo. No sé cómo demonios llegué a casa.

Me levanto de un salto y bajo a la cocina para tomarme algo y que se me pase esto que me está matando. Me preparo el desayuno y me tomo la medicina y empiezo mi desayuno.

Al rato baja Alexa y mientras se prepara el desayuno hablamos de cosas sin importancia. Hablamos durante bastante rato hasta que la entrada de Ares nos hace callar y mirarle.

La forma en la que me mira me parece algo extraña. Abre la boca, pero seguidamente la vuelve a cerrar como si quisiese decir algo, pero a la vez no. Es algo muy raro.

Vuelvo la vista a mi plato y empiezo a pensar. ¿Es algo de ayer? ¿Por eso me evita con la mirada? Con todas mis fuerzas intento recordar. Poco a poco vuelven los recuerdos. Ares vino y se sentó a mi lado en la arena, bebió conmigo y estuvimos hablando de... Le conté todo lo mío, le conté mi accidente y él... "Porque el niño con el que sueñas soy yo", "¿no has pensado que esos sueños que tienes son recuerdos?". No puede ser... No...

- Dime que no es verdad. –suplico.

- ¿Qué...? –empieza a decir Alexa, pero toda mi atención está en Ares.

- Bella... –no le dejo terminar.

- Habéis venido solo por mí. Vosotros sabéis cosas de mí que yo no sé. Nos habéis mentido. –murmuro sorprendida.

- Pensaba que... –vuelvo a cortarle.

- Me da absolutamente igual lo que tú pensaras. Os metisteis en mi casa, me mentisteis y me seguisteis. No me puedo creer que haya pasado esto. –me levanto de mi asiento– No os echo de mi casa porque no tendríais a donde ir y por mi familia, pero por mí, ahora mismo os irías a la calle. –gruño.

No dejo que digan nada. Salgo de casa hecha una furia sin preocuparme de llevar llaves o abrigo. Menos mal que llevo la ropa de ayer... pero eso es lo que menos me importa ahora mismo.

No puedo creer que Ares y Alexa me hayan mentido de esa forma, de que me hayan seguido durante tanto tiempo, de que no tuvieran la decencia de decirme que me conocían. Que eran parte de mi vida. No me lo puedo creer.

Me siento en un banco del parque que hay cerca de casa y me quedo allí, sola. No sé cuánto tiempo me quedo sentada, mirando a la nada y pensando en todo lo que está pasando. Ellos son todo lo que un día olvidé, mi otra vida. Me duele no recordarlos, me duele que me hayan mentido, me duele que se hayan acercado a mí de esa forma, simplemente me duele...

Me limpio las lágrimas de la cara y me levanto. Vuelvo a casa y no sé si voy a hacer bien o no, no sé si me arrepentiré por lo que voy a hacer, pero no tengo nada que perder, ya no. Por eso, cuando entro en casa y me pongo delante de Ares, pongo una mano en alto para que no hable y formulo una simple pregunta que puede cambiar muchas cosas.

- ¿Cómo era? –él frunce el ceño y yo me explico mejor– Quiero saber todo de cuando era pequeña y creo que lo mínimo que puedes hacer es contármelo.

- Sí, tienes razón. Pero hay cosas que no puedo contarte yo. –asiento.

- ¿Tú hermana? –pregunto antes de seguir.

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