Capítulo 29

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Me dieron el alta a eso de las seis y media más o menos, de la tarde claro. Mis hermanos me ayudaron a empaquetar todo, es decir, la ropa que me habían traído para poder cambiarme y todo eso, después me llevaron a casa, no me dejaron conducir ya que el doctor me ha prohibido conducir durante una temporada. Cuando llegué a casa subí a mi habitación para descansar y para esperar a que Luis llegase, llevo tumbada en la cama durante varias horas podría decir que llevo tres horas tumbada. - Está en su habitación. –escucho desde fuera de mi habitación. Mi puerta se abre y se asoma Luis, me sonríe mientras se acerca a mi y se sienta a mi lado. Me incorporo un poco y muy despacio porque aunque me he tomado calmantes me siguen doliendo las costillas. - Buenas tardes muerta viviente. –le echo una mirada seria. - ¿Enserio? - ¿Cuántas veces has estado al borde de la muerte y has sobrevivido? –me pregunta. - Demasiadas veces la verdad. - Bien, ¿qué quieres que haga? - Primero necesito tener la casa sola para nosotros. –Luis me mira de forma pervetida a lo que yo respondo dándole una patada. - Ya quisieras tú. –digo mientras me levanto– Quédate aquí, ahora vengo. Bajo las escaleras con cuidado hasta llegar a la cocina donde solo está Alexa. Ella no me ve por lo que decido ir al salón donde no hay nadie así que mi siguiente opción es ir al patio donde me encuentro a los tres hombres de la casa. Siento que voy tan despacio que hasta pienso que una tortuga me ganaría y por eso gruño lo que trae como consecuencia que todos me miren preocupados. - Tranquilos, estoy bein. –aviso antes de nada– Necesito que hagáis algo. - ¿El qué? –pregunta Fede. - Necesito que vayáis a comprar comida que no hay y necesito ropa también. - ¿Cómo vamos a saber que ropa te gusta? –entrecierro los ojos. - Pues os podéis llevar a Alexa, así la pobre sale un poco ¿no? –digo obvia mirando a Benji. - ¿Y para eso tenemos que ir todos? –juro que al final pego a Benji. - Hay que comprar mucha comida y dudo que tú puedas cogerla todo, flojeras. –Fede me saca la lengua– Si no vais vosotros iré yo aunque el médico me ha prohibido salir durante unos días... - Está bien. –aceptan Benji y Ares a la vez. - Luis se queda contigo ¿verdad? –asiento. - Bien, pues vámonos antes de que anochezca. –sonrío. Cuando todos salen por la puerta para irse a comprar doy un grito llamando a Luis el cual baja corriendo desde arriba. - ¿Qué pasa? –pregunta agitado. - Ya estamos solos. –mira a todas partes. - ¿Cómo lo has conseguido? - Soy Isabella Giovanni, puedo conseguir todo lo que quiera.

- Claro que sí. ¿Qué quieres hacer? - Hay que entrar en el despacho de mi padre e intentar averiguar algo. - ¿Dónde está el despacho de tu padre? –señalo hacia arriba. Luis sube el primero y yo le sigo aunque mucho más lenta que él. Lo malo del despacho de mi padre es que siempre está cerrado con llave y encima mi padre cuando se va, se lleva las llaves consigo así que no tenemos llaves, pero Luis sabe abrir cerraduras, punto a nuestro favor. - Necesito una horquilla. –me quito una de la cabeza y se la entrego. Luis la abre y la mete en la cerradura. Le lleva unos cinco minutos hasta que consigue abrirla y podemos entrar. Nunca en mi vida había entrado al despacho de mi padre, así que me tiro un buen rato estudiando la habitación. Hay cuadros de mis hermanos, pero no hay ninguno mío ni de mi madre y eso me parece algo raro. Las estanterías están llenas de libros, su mesa está perfectamente recogida, el ordenador apagado... - ¿No ves sospechoso que los cajones esté cerrados con llave? –la pregunta de Luis me saca de mis pensamientos. - ¿Puedes abrirlos? - Dame cinco minutos. Sigo mirando alrededor para esperar a que Luis abra los cajones. Un cuadro llama mi atención. Es una casa muy bonita en el medio del campo, tiene dos plantas, es blanca y parece un poco antigua. Me acerco a ella y quito el cuadro de la pared para ver si tiene la firma del autor, pero lo que me encuentro es mucho más sorprendente que eso. El cuadro tiene un fondo doble y parece que hay algo dentro de ello, a parte de eso había una caja fuerte escondida y eso me parece aún más raro que el fondo doble del cuadro. Dejo el cuadro en la mesa de al lado para poder ver mejor la caja fuerte y para ver si puedo abrirla. Pongo una serie de números pero no es la contraseña correcta, así durante tres intentos más hasta que se me viene a la cabeza la fecha de nacimiento de los gemelos, la cual resulta ser la correcta. La caja se abre y dentro de ella aparece una pistola, un fajo de billetes que contando un poco porencima habrá unos miles de dólares y una copia de su pasaporte. - ¿Qué pasa? –me asusto al notar tan cerca a Luis. - Es como si mi padre quisiera irse en algún momento, como cuando se tuercen los planes y tienes que salir huyendo ¿sabes? - Es raro. He encontrado esto. –le miro. En su mano lleva una carpeta con el título "Confidencial". Luis me la entrega y ambos vamos a su mesa, yo me siento en la silla de mi padre y Luis delante de mí. Abro la carpeta, lo que me sorprende es que no está escrito en su idioma natural, está escrito en inglés. - Parecen documentos... - Bueno eso es normal, tú padre tiene muchos negocios. –niego con la cabeza. - No es ninguno de los negocios que nosotros conocemos. –cojo los documentos y se los enseño. - Son noticias. –dice Luis. - Exacto y lee más. - La mayoría son tuyas y de... tu tío. - Sí. –vuelvo a mirarlos yo. - Es raro que tu padre tenga noticias sobre ti. –asiento mientras leo– ¿Qué pasa? –me pregunta cuando mis ojos y mi boca se abren por la sorpresa. - Será hijo de... Esto es un documento de compra, mi padre quiere comprar el gimnasio de mi tío, lo único que tiene. - Quizá quiera ayudarle. –niego. - Quiere hacer de todo menos ayudar a mi tío. –Luis entrecierra los ojos– Verás, mi tío y mi padre siempre han estado peleados, siempre discutiendo. No parecen hermanos. - No tiene sentido entonces. - Claro que no lo tiene. Le doy los documentos a Luis mientras busco más cosas en los cajones. La mayoría de las cosas son documentos de sus negocios, casi dejo de buscar hasta que veo un sobre con fotos. Lo saco del cajón y echo las fotos en la mesa. Las fotos están hechas aquí, en la mayoría de ellas salgo yo, en el hospital, en casa, comprando... En las otras salen Ares, Alexa y... - ¿Por qué tiene tú padre fotos de él mismo? - Ese no es mi padre, es mi tío. - ¿Por qué tiene fotos de tú tío? - No lo sé... Pero si sé que es lo que tenemos que averiguar. No entiendo por qué mi padre tiene todas estas fotos, no sé por qué tiene una caja fuerte ni por qué tiene el pasaporte, un arma, tanto dinero ni por qué quiere comprar el gimansio de mi tío. No entiendo nada de lo que está pasando. Esto no pinta nada bien y por eso tengo que


averiguarlo. Parece que Luis y yo llevamos bastante tiempo leyendo documentos y memorizando las fotos porque cuando empezamos a guardar todo, se escucha como alguien abre la puerta de entrada. Luis y yo nos miramos asustados. - Corre, si nos pillan estamos muertos. Mientras que Luis guarda y cierra los cajones yo meto todo en la caja fuerte, intento dejarlo tal y como estaba antes para que mi padre no note los cambios. Una vez todo cerrado, vuelvo a colocar el cuadro. - Date prisa. –me apura Luis. - Acabo de salir del hospital, como comprenderás no puedo moverme tan rápido como tú, idiota. –susurro. Luis menea la cabea y se acerca a grandes zancadas. Pasa un brazo por la doblez de mis rodillas y otro por la cintura y me coge. Pongo los ojos en blanco e intento no gruñir de dolor cuando Luis empieza a correr haci fuera de la habitación. Las voces suenan desde la cocina, pero no me di cuenta de que Ares se encontraba detrás nuestra hasta que habló. - ¿Pasa algo? –Luis se gira despacio y cuando Ares nos ve así entrecierra los ojos y frunce el ceño. - No, simplemente estábamos en el patio y Bella quería subir al baño, pero como la dolía las costillas decidí llevarla yo. –miro de reojo a Luis. - Ah. –Ares no parece creérselo– No tardéis mucho, hemos comprado pizza. Dicho esto, Ares se da media vuelta sin ni siquiera mirarme y vuelve a bajar. - Parece que alguien está celoso. –murmura Luis y parece que Ares lo escucha, pero él sigue andando. Cuando está abajo del todo le doy a Luis un golpe en la cabeza a lo que él se queja. - ¿Enserio? Bajame idiota. Lo único que escucho a mis espaldas cuando empiezo a andar es la risa de Luis.



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Buenas angelos. 

sé que he estado mucho tiempo ausente, he tenido una época en la que escribir se me hacía muy duro ya que las ideas no venían a mí. Me ponía a escribir y enseguida me entraba el pánico por no poder escribir algo nuevo. Pido disculpas por eso y espero que sigáis disfrutando de la lectura. 

Gracias por tanto. 

Nos leemos!!!

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