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Había comenzado la mañana con un dulzón sabor en la boca, Jin me había hecho tomar una infusión de alguna planta extraña con tópicos medicinales, en serio, no supe ni su nombre ni qué demonios era, apostaba y se trataba de hiedra.

Un ensayo de voz me irritó la garganta y eso fue lo que recomendó el entrenador vocal, claro y simple que Jin lo exageró. Justo ahora traía conmigo un termo gris lleno de un batido de extracto de jengibre, miel, limón, y otro montón de plantas raras. No lo había bebido y aguardaba un mínimo chance para tirarlo a la basura.

El martes me sentía más fresco, como con una sensación reposando en mí, lista para hacerme remediar lo que antes había arruinado. Pero como no había visto a ese particular tono de castaño, ni tan tostado, ni tan claro, pero si oscuro, me mantuve en una grata conversación con unas personas a las cuales nunca pensé hablarles.

Damas y caballeros, estaba en medio del Tuna Fingers Crew, y juro por Jebús y todos los amigos imaginarios de las religiones, que aquel mote no estaba en lo cierto, porque aquí no olía a ningún marisco.

Ellas se ubicaban en dos mesas conjuntas del patio principal, era agradable y refrescante respirar el aroma de afuera: árboles, plantas, estanques con pececitos y esas cosas. Aquí no se aglomeraban tantos estudiantes como adentro, únicamente estaba este grupo el día de hoy. Por lo menos ya conocía la razón por la cual veía muy pocas veces a Eunbi en los recesos.

Naturalmente no me sentía muy a gusto. La mayoría de estas –doce- chicas (sin contar a Hwang) se habían dedicado toda mi estadía en el colegio a desmenuzarme, aún ni se dieran cuenta de que lo hacían, cosa extraña que ahora se estuvieran comportando bien conmigo, aunque aún recordaba su mirada de desapruebo en tanto llegué tras Eunbi.

Yo no era un masoquista, la pelinegra casi me jala de las bolas para que la acompañara en su grupito. Conocí parte de sus intenciones momentos después.

Eunbi quería incluirme.

Quería que me conocieran.

—No sabía que trabajaran tanto, descanse un poco, Jungkook-sshi —y aunque fuera imposible de creer, aquella era Dahyun, y claro que se le notaba cierta peluca.

¿Cómo pudo caer en manos de Eunbi luego de que la dejara calva?

Nunca me dejaba de sorprender.

Creí estar listo para esperarlo todo.

Ni siquiera le sonreí a la chica, salió de mí una mueca y una leve inclinación de cabeza, de resto asentí con indiferencia.

Debo contarle esto a Hansol. O mejor no, va a matarme.

No era que estuviese hablando mucho, sólo intentaba seguirle el paso a Hwang, por ella me humillaba a esto.

Tantas chicas intimidaban demasiado.

—No entiendo como Eun-nie es capaz de reservar tanto sus expresiones —dijo una tal Jimin, como mi hyung, pero más alta y con el cabello largo.

—Bah. Ella luce el estilo tsundere, ¡es tan linda! —profirió una rubia entre adoraciones, su nombre no lo recordaba, pero sí recordaba toda la peste que llegó a decir de mí.

Me sentí algo enfermo.

—Ustedes son unas idiotas —Eunbi pestañeó con total afabilidad y le guardó un mechón de cabello tras la oreja a la rubia, esta automáticamente sonrió arrobada—. A que es una mentira; miren como río perfectamente natural.

Al parecer todas ellas adulaban demasiado a la pelinegra, la llamaban "Kyōyū tsuma", que en japonés significaba: esposa compartida, o esposa de todos, algo así me habían explicado. Las niñas inventaban mucho. De todos modos, ella era como su Santo Grial, incluso les encantaba que Hwang se comportara como una perra despiadada en ocasiones, hasta que las insultase; tenía entendido que Eunbi descargaba su personalidad a flor de piel con estas chicas.

My School Days→Vkook/TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora