Interior

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Sus ojos se abrieron con pesadez, el agua le impedía ver bien a quienes se encontraban fuera, personas.

Parpadeo. Enfocó mejor la vista a esos seres, la plática entre ellos le era difícil de comprender por el momento.

«¿Qué es esto? »pensó para sí mismo. La imagen de un pokemon rosado volando sobre un extenso río dirigiéndose a las montañas nevadas.

Cerró sus ojos un momento para enfocar bien la imagen antes vista, otra del mismo pokemon surco su mente, está vez, bajo el agua.

Fuera del contenedor cilíndrico de vidrio, las personas analizaban y checaban la información y el proceso del pokemon.
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Destruido el laboratorio, charló con un sujeto, el cual le proporcionaría lo necesario para crecer y desarrollar mejor sus habilidades ocultas. Acepto.

Batallas, entrenamientos y ejercicios que comenzaron a hacer efecto, más la ayuda de un sistema de protección para su persona.

Pero las cosas al final no eran como esperaba, no iban a la par, el humano era egoísta y avaricioso.
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Fundó su propio laboratorio, creo con éxito más pokemon, inició una pequeña revolución, la cual después de esa primera fase de retar a los mejores que se encontraban en la isla cercana y ser dignos de verle. Comenzó.

Y lo inesperado pasó, aquel del cual fue creado, el pokemon con el cual compartía ADN, apareció.

—Mew...
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Defendería a los suyos, así le costará la vida, los protegería a cada uno de ellos.

¿Qué le había hecho cambiar de parecer? ¿Por que cuidaría de ambas razas por igual? ¿Humanos y pokemon, en realidad, a cual pertenecía?
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Abrió los ojos, entrecerrándolos de inmediato por la luz que le lastimo la vista en los primeros minutos. Una habitación blanca, pocos muebles, una cortina a ambos lados y al frente, seguro separándolo de otras siendo la del pie de la cama la que estuviera abierta y le permitiera ver más allá.

Una silla a su costado más una mesa en la cual reposaba un florero con lindas flores lilas.

Tomó aire y lo exhalo lentamente acomodándose para quedar sentado sobre la cama, tenía una cinta que le daba vuelta en la cabeza, vendajes en su brazo derecho y al parecer un curita en le mejilla.

—Despertaste –escucho una voz risueña y alegre —qué alegría ¿cómo te sientes? –la enfermera Joy junto a su Chelsea llegaron a un costado de él.

Desvió la vista —mejor –respondió un poco avergonzado, a lo que ambas enfermeras se vieron con una sonrisa —¿cuánto llevo aquí?

—Dos día, lo bueno que te trajeron a tiempo, en todo caso hubieras tardado más tiempo en recuperarte.

Un breve silencio.

—En verdad corriste con suerte, debes de tener más cuidado chico –decía Chelsea.

«Lo tengo, además no fue mi culpa »le respondió, asustando a la pokemon.
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Desde el primer día, Rina no se separo de Ziri, el cual se encontraba inconsciente por los golpes externos e internos que le fueron encontrando al muchacho.

Lopunny y Shinx se encontraban igual de preocupados que su ama por Ziri, estando a su lado como ella lo hacía, y cortando flores para él.

Ambos pokemon lograron hablar con él levemente entre sus lagunas de sueños y realidad.

—Recupérate pronto. ¡Ánimo!

—Cuidaremos de Rina por ti.

Ambos pokemon le animaban. La joven comenzó a ayudar en el centro pokemon, como pago por ayudar a Ziri, aunque la enfermera Joy se lo negara más de una vez, terminó aceptando.

Tenía conocimientos de medicina, por lo que resultó de gran ayuda en esos dos días curando pokemon, problemas sencillos como curaciones o inyecciones.

Al salir ambas enfermeras de la habitación compartida en la que estaba Ziri, le informaron a la chica que podía pasar a verlo, ya que este había despertado.

Se adentró con felicidad a la habitación, donde en efecto vio al chico comiendo puré de manzana con un rostro serio.

—Shinx y Lopunny estaban preocupados por ti, de noche te cuidaban el sueño –dijo tomando asiento en la silla a su costado —¿estás mejor?

El chico la vio por uno momento mientras se pasó el bocado y asintió. La chica sonrío, aún le faltaba tomar confianza.

—Un día más y te darán de alta –comenzó a decir —recorrí un poco este pueblo, hay solo una ruta para llegar al siguiente pueblo que está en la isla siguiente donde hay el primer gimnasio de la región.

—¿Estás bien?

—¿Eh?

Ziri no se atrevía a ver a la chica por lo que tenía su rostro oculto en su flequillo y mirando a otro lado, ocultando su sonrojó.

—Si. Ese día varios pokemon se unieron para combatir aquel mal junto al chico que te ayudo y quien nos trajo aquí –explicó.

—Ya veo...

—¿Cómo fue que ese Moltres te ataco?
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Mewtwo... –dijo Moltres, más el mencionado desvió la vista de este, causándole aún más rabia por lo cual le atacó.

Primero con ataques directos cuerpo a cuerpo, para luego lanzar ataques de fuego.

—¡Deberías de estar muerto! ¡Eres un maldito! –decía eso y más cosas entre sus ataques Moltres, pero Mewtwo no le respondía, ni siquiera atacaba.

Se defendía como podía de los ataques de Moltres, los cuales eran fuertes, agradecía su agilidad y velocidad que más de dos veces le ayudó a no ser una "brocheta" asada.

El chico de la bufanda recibió un mensaje, por el cual se retiró llevándose consigo a Moltres quien, se negaba pero al final no pudo contra la voluntad de su amo.

—¿Qué a sido todo eso? –cuestionó Ámbar sin palabras y con total sorpresa.

«Lo siento Moltres... ese día... yo no... »pensó para luego dejarse envolver por la oscuridad.
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—No hagas esfuerzos y toma esas pastillas por una semana –decía, o más bien ordenaba la enfermera Joy a Ziri.

Ambas enfermeras le repetían lo mismo: "come bien" "jamás te metas en una pelea, menos si es de pokemon" y más.

Rina agradeció el tiempo y atención de ambas a su amigo y se despidieron para emprender de nuevo su camino, cuando algo ocurrió.

—¿Un huevo pokemon?

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