Arceus

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Arceus. El primero y creador de todo lo conocido, humanos y pokemon.

Su poder era indescriptible, así como su amor y paciencia a su creación. Dormiria dejando a sus descendencia cuidar y proteger de ellos tanto como a los pokemon.

Pero nadie sabía que este no era el único. Y como todo, el mal también copia aquello que le servirá.

El segundo después de Arceus, aquel con igual poder que podía ocultar con facilidad, Xarceus.

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Topacio no tardo en quedar igual de mal herida que sus compañeros al querer combatir con aquel ser que, aun seguían si saber que o quien era, solo sabían algo, debían detenerlo.

Diferentes pokemon, solitarios o en grupo, se enfrentaban a aquel monstruo de destrucción y maldad que persivian a leguas, pero ninguno parecía hacerle frente.

Y fue entonces que, fue apreciado por todos, un ser con el color del onix, el brillo y dureza de un diamante, la suavidad de un pelaje cual algodón, y, un corazón tan podrido sin pizca de bondad o compación se veía reflejado en los orbes carmín.

—Xarceus, ordenó que todo pokemon y humano me rinda tributo y honra –habló, su forma cual siervo con grandes cuernos y rubíes incriptados en pecho y espalda, se fueron transformando en un ser de dos piernas, un cuerpo humano, pero un poder sobrenatural.

—Por su vida, lo harán.

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Estaba claro que la batalla pokemon no sería justa, que aquel hombre no era ya aquel que fue, sino, sólo el caparazón vacío.

Lo sabía, pero aún así, si podía rescatar algo, aunque fuere una mijaga del hombre, del padre que la crió tan sólo un poco, sería feliz, no pediría nada más.

—Melody... Melody –llamaba insistente Kida, ya que la joven líder de gimnasio se había desmayado en la mitad del encuentro, la fuerza de los pokemon ajenos era tal que, dañaba a los entrenadores también.

Ahora Kida era quien trataba de mantenerse, perder no era una opción, si ya habían llegado tan lejos; su pokemon fue derrotado sin piedad alguna, regresando rápidamente a su pokebola para no recibir más daño.

—De verdad creí que ustedes podían ser capaces de formar el especial vínculo entre pokemon y humano, pero, veo que me equivoque –se encogió de hombros aquel que alguna vez fue el padre de Melody.

Los hombres a punto de terminar su trabajo, les detuvo —nuestro padre terminará con todos aquellos que no se postren ante él, por favor, dejen a estos seres retorcer se un poco más.

Después de aquellas palabras, que Melody viera aquel ser que le rompía de nuevo el corazón, irse dejándola en la inconciencia de nuevo y a una herida Kida que no se daría por vencida, se irían de ahí a descubrir que sucedía, además de que el lugar entraba en estado de un sismo.

Con ayuda de pokemon lograron refugiarse en un lugar seguro y estar ahí, encontrándose con dos seres poco inusuales y agradables.

—Latias, Latios –saludo con una sonrisa cansada la morena, su cuerpo y mente no durarían más, el peso de la  batalla fue demasiada.

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Por órdenes superiores, Talonflame y su grupo seguían atacando a los pokemon restante que seguían en pie en un intento por detener aquello, la naturaleza entró en acción mandando a volar a aquella aves, pero también, quebrantando el suelo bajo sus pies.

—¡¿Pero que...?! –no termino Vanellope cuando  cayo por el tan fuerte temblar de la tierra —¿Qué está pasando?

Ámbar mantenía la vista en aquellos dos seres que seguían siendo torturados, hasta que ambos fueron iluminados y, pokemon como humano se separaron de la unión del vínculo, pero, la imagen que mostraba Dark se vio afectada por la electricidad, por lo que su verdadero yo salió a la luz.

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