Cap. 15

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Lou no volteó la mirada, pero una chica cabello corto, lacio y castaño oscuro caminó hacia el escritorio con el sonido claqué de sus tacones de plataforma. La chica traía un pantalón de cuero negro y una camisa blanca holgada. 

Lí presionaba sus manos contra su rostro. 

La chica se sentó piernas cruzadas sobre el escritorio.

—¿A quién estás castigando, Lí? —dijo ella echando un vistazo a los papeles frente a él.

Lou entrecerró los ojos hasta que pudo reconocer a la chica de la foto, la que Jared cargaba en sus piernas y besaba con tanta confianza. Cher.

La chica alzó la vista hacia Lou y frunció sus labios rosas llenos de brillo labial. Luego, soltó una sonrisa simpática hacia Lou, alzó una de sus finas cejas negras y volteó de nuevo a Lí. El silencio que habitaba en esa oficina hacía presión en los oídos de Lou.

—Hola, soy Cher…tú debes ser Lou —le extendió la mano.

Lou miró hacia la mano de Cher, ella tenía una manicura perfecta color rosa y unos dedos finos, largos y manos cuidadas. Lou estrechó su mano, y miró el contraste de las manos angelicales de Cher y sus descuidadas manos. 

—Así es —susurró Lou tímidamente.

—¿No se suponía que vendrías hasta el otro mes? —dijo Lí entre dientes.

—Jared me llamó, quiso que viniera a acompañar a Lou —se encogió de hombros.

Lou estaba confundida. ¿Qué tenía que ver Cher con Jared? Y ahora con ella. 

Lí estaba con un punto de fastidio, sabía que Cher no era la indicada para tratar un caso tan especial como lo era Lou, pero gracias a su hijo, la tendría aquí durante seis meses.

—Es un placer, Cher —sonrió Lou.

Cher examinó con la mirada a Lou. 

—Traes la ropa de Jane —masculló.

Lí se levantó impacientado y abrió la puerta. Lou quiso meter la cabeza en la tierra como una avestruz.

—Es mejor que vayas a clases, Cher.

—No te apenes, Lou; te queda muy bien —se levantó también—. Nos vemos luego —dijo mientras salía.

—Creo que yo también me voy —murmuró Lou levantándose.

Cher ya se había ido. Lou se dirigió hacia la cocina, esperando que Lila por primera vez en dos meses no le pidiera ir a dejar el almuerzo de Marco. Ella no podría lidiar con ello, se derrumbaría al instante. Sentirse ultrajada y despreciada no era algo nuevo en su vida, pero serlo por la persona que amaba, eso añadía dolor al asunto.

—Buenos días, Lou. Puedes tomar la bandeja que está en la mesa y la vas a dejar al jardín —ordenó Lila inocentemente.

Lou sintió que la tierra se abría y se la tragaba hasta el inframundo. Ella suspiró ante sus piernas temblorosas y caminó hacia la mesa. Miró la bandeja llena de comida y decorada sofisticadamente. No quería hacerlo, realmente no, pero no iba a lloriquear y quejarse de todo. Ella no quería ser una cobarde de tal magnitud, y ya demasiados problemas le había dado al director y a su hijo. Le apenaba que el cuñado de Marco supiera que se había acostado con él, pero gracias a Jared, el buen hijo, tuvo que contárselo todo a su padre.

Lou tomó la bandeja entre sus manos sudadas y la presionó con fuerza para que esta no resbalara. Se encaminó hacia el jardín y se quitó los zapatos antes de entrar al pasto. Examinó los alrededores, temerosa. El olor a lluvia inundaba el lugar, más que nunca. Era indiscutible que Marco se encontraba ahí. Ella trataba de no desmayarse ante él, pero no estaba segura de poder lograrlo.

Malas Decisiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora