Con una condición.

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-Pensé  que querías empezar de cero.

-Sí, pero quisiera saber que todo lo que dejo atrás está bien. – Parecía que me entendía. -¿Me ayudarás?-Puse cara de perrito, no sabía dónde estaba situada y no conseguiría llegar a mi casa sin ayuda.

Pff… claro, como para decirte que no con tu carita. –Dijo mientras se acercaba a mí. – Pero con una condición.

-Desembucha. – Dije utilizando s frase.

-Quiero un beso a cambio. . Puso morritos y su cara se rió muy tierna. Pero, por mucho que mi corazón latiera más fuerte cuando estoy con él, no lo iba a besar. Por el simple hecho de que tenía un novio tremendo y no quería cortar con él.

-Tengo novio.

-¿Y?- Parecía un perrito bajo la lluvia. – Solo uno pequeñito. – Suplicó.

-Vaale…pero cierra los ojos,

Obediente cerró los ojos. Volvió a poner sus morritos. Sus labios hacían que mis respiración se cortara. Era tan mono allí, pacientemente esperándome… Aproveche ahora que no me miraba para bajar la vista hacia su pecho. Su camisa era blanca y se le marcaban sus músculos.

Me acerqué hacia sus labios y él se inclinó pero en el último momento mis labios depositaron el esperado beso en su frente. Disgustado abrió los ojos.

-Te dije que esto. – Y nos señaló a ambos. – Quedaba pendiente.

- Pero el qué…

No dejó terminar la frase. Se levantó enfadado y empezó a caminar con las manos en los bolsillos. No podía dejarlo ir. Corrí hacia él y lo agarré del brazo. Una parte de mi no quiso hacer eso solo por seguir admirando la espalda de Luke. No era suficiente fuerte como para darle la vuelta y él estaba lo suficiente enfadado como para mirarme a los ojos., Me puse de puntillas y acerqué mis labios hacia su oído. Al hacer eso se quedó paralizado.

-Luke… - Susurré lo más dulce que pude y al no ver su reacción pasé la mano por su cintura. –No me dejes, por favor…

Su respiración parecía agitada y no entendí el por qué. Continué abrazando y jugando con su pelo. Rápidamente se giró y me agarró de la cintura. Me besó dulcemente. ¡¿Por qué no lo había hecho antes?! Se sentía tan puñeteramente bien. Pasé mis manos por su cuello y me separé poco a poco.

Jadeando Evans dijo:

-¿Por qué tuviste que pararlo? – Y me tiró al suelo y juntó otra vez nuestros labios.

Con mis manos lo empujé.

-Porque tengo novio y no estuvo bien. – Su mandíbula se apretó. – Me llevarás a  verlo porque hice lo que pediste, ¿verdad?

Asintió. Al fin y al cabo, era un chico de palabra.

Todo Empezó En El TejadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora