Nuevo Paciente

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Me desperté lentamente como en las películas. Yo no había olvidado ni quien era ni ningún acontecimiento de mi vida. Sabía que me había caído de aquella montaña rusa y las razones. Esperé encontrarme a mucha gente a mi alrededor susurrando cosas como “ha despertado” o “ está viva” pero mi vida nunca ha sido así. Me desperté y era de día. Estaba tumbada en una camilla y todo a mí alrededor era blanco. Esto necesitaba algo de color pero ya. Como nadie venía a por mí ni nada de eso comprobé si no estaba rota. Al ver que solo tenía una pierna rota y que los médicos habían dejado una silla de ruedas cerca me senté en ella y salí de ese aburrido cuarto. Caminé, bueno no, ruedé o como se diga ir con silla de ruedas, por el hospital buscando algo con lo que pintar mi habitación o algo. Después de unas dos horas encontré un sitio donde había muchos niños enfermos. Se les veía triste y aburridos y ¿saben qué? Tenían pintura J. Me acerqué a ellos y ya que no vi a ningún “adulto responsable” cerca me puse a hablar con ellos.

-Hola chicos, me llamo Lea, ¿qué hacéis?- Les pregunté a un grupito de niños de unos diez o nueve años.

-Hola yo soy Sky y ellos son Emma, Bella James y Mike y estamos bien aburridos.

-Bueno chicos, encantada. – Y susurrando les dije. – ¿Que os parece si pintamos mi cuarto? Veo que tenéis pinturas y mi habitación está muy blanca.

Los niños me miraron divertidos y rápidamente cogieron brochas y las pinturas y me acompañaron a mi habitación. Por el camino me fueron contaron las enfermedades que tenían. Algunos sufrían cáncer, otros solo se habían caído o algún tumor en el cuerpo. Eran muy fuertes. Al llegar donde me desperté comprobamos que no hubiera nadie en la habitación y entramos dejando los botes en el suelo. Saqué de mi bolso que estaba colocado en la silla una hoja y nos pusimos a planear lo que pintaríamos. James se fue a buscar unas muletas que había visto no sé dónde y cuando volvió nos pusimos manos a la obra.

Era buena dibujando y confié en los niños de que pintaran bien. Con un lápiz pinté un árbol y con letras preciosas escribimos debajo “El árbol de la vida. Sé fuerte” . Los pequeños pintaron todo y la verdad quedó bastante bien. Nos echamos varias fotos con nuestra obra y luego intercambiamos números. Eran majísimos. Mientras esperábamos a que se secase nos sentamos en mi camilla y nos pusimos a contar anécdotas de nuestra vida.

-Y tú Lea, ¿Cómo llegaste aquí? – Me preguntó Bella.

-Pues… - Empecé a contarles todo lo que pasó y me miraron sorprendidos.

-¿Y nadie ha venido a visitarte? – Cuestionó el pequeño Mike.

-La verdad, no lo sé. Cuando yo desperté no había nadie y, como habéis visto, no ha entrado ningún doctor en lo que llevamos aquí…

-Chicos voy a ir a llamar a Finn, él sabrá que hacer. – Dijo alegre Sky. La niña salió corriendo en busca de ese tal Finn y los chicos se quedaron conmigo sonrientes.

-Yo me tengo que ir. –Bella se despidió. – Me daban el alta hoy. Encantada de conocerlos a todos. Mantendremos el contacto. Adiós.

Bella se había caído de su monopatín y la había atropellado un coche pero ya se había curado porque, gracias a dios, el coche paró y solo fue el impacto. Me quede con los dos niños en la sala.

-Cielos, ¿quién es Finn?

-Es el doctor infantil. A lo mejor a ti te atendía otro doctor pero él es muy majo, seguro que le caes genial.

-Quizás incluso se enamore de ti.

Minutos más tarde la pequeña Sky entró en la sala con un hombre, la verdad se diga, hermoso. Era alto y moreno. Sus ojos eran azules y estaba bastante bien. Finn me sonrió y me tendió la mano.

-Hola, soy Finn y usted es…

-Lea, Lea Hope. – El muchacho giró su cabeza y vio nuestro mural. Levantó una ceja interrogante y volvió a mirarme. Sonrojada respondí la pregunta muda del hombre.- Me levanté y como vi esto tan deprimente y no había nadie busqué a estos chiquillos y lo pintamos. ¿A que nos ha quedado precioso?

- Es realmente hermoso. Ojalá todas las salas estuvieran igual de alegres. Usted tiene razón, es muy deprimente este lugar. Siento que haya despertado y no hubiera nadie. – Y dirigiéndose a los niños les dijo. – Trastos, a la sala. Hablaré con la señorita e iré a por vosotros. He tenido una idea para hacer algo divertido.

Las caras de los niños se iluminaron y corrieron obedeciendo las órdenes del doctor.

-La próxima vez que despierte y no encuentre a nadie, llame a alguien. Avisaré de que se ha despertado y vendré a comprobar que todo está correctamente. ¿Le parece?

-Vale, pero por favor, no me trate de usted. Me hace sentir vieja.

-Como deseé. Vuelvo en unos minutos.

Finn salió de la sala y yo cogí mi móvil. Revisé las fotos que me había tomado con los granujas y eran perfectas. Pasaban los minutos y nadie aparecía. Envié un mensaje a mi padre, a Leo, a Mark, a Kaila y a Luke pero ninguno me contestó. Es como si se hubieran olvidado de mí…

Estaba leyendo un libro que encontré en uno de los cajones de la mesilla cuando la puerta se abrió bruscamente. La cabeza del doctor asomó por el marco.

-Lo siento muchísimo pero llegó un chico un poco más mayor que tu y tengo que encargarme de él.

-No se preocupe.

-Si quiere puedes acompañarme. Las heridas no son muy profundas pero si le dejo un rato más podrían infectarse.

-Vale le acompaño.

-Tutéame por favor.

-Como deseé. – Dije repitiendo sus palabras.

Andamos por algunos pasillos hasta llegar a una habitación no muy lejana a la mía. Finn entró primero diciéndome que preguntaría al paciente si me permitía entrar. Segundos después el doctor abrió la puerta permitiéndome entrar. Y mi mandíbula cayó al suelo al ver quién era el que estaba recostado en aquella camilla…

¡Hola! Espero que les haya gustado el capítulo. Quería preguntarles qué les parece la historia y si quieren que suba otra. Dejadme un comentario y un voto si me lo merezco :) ¡Os quiero!

Todo Empezó En El TejadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora