CAPITULO 1. La última visita

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Dicen que lo más importante en la vida de un adolescente es una madre. La tengo, pero no completamente, vive a través de máquinas que han contado sus últimos momentos junto a nosotras. Mi hermana, el abuelo y yo somos todo lo que tiene mamá. Ella es todo lo que tengo.

Ahora, en este momento, me baso en asimilar la agonía de dejarla partir. Se encuentra tras de mí, en una cama, con decenas de cables y maquinas que hacen el trabajo de mantener su respiración estable.
¿Cómo le puedo decir a mi corazón que deje de latir fuerte y que dejen mis ojos de llorar? siendo honesta, si lo ordenara no contestarían, porque hasta yo sé lo cruel que sería. Sino los dejo sufrir un poco, a mis sentimientos, me convertiría en un volcán en colapso esperando el más inapropiado momento para erupcionar.

Han pasado aproximadamente cinco años de los cuales mi abuelo, Dina y yo la cuidamos todo el tiempo. A mamá, mi mami.
<<¡Cielos! No quiero hacer esto.>> pensé.

Al sacar las manos de mi rostro, a mi lado y arrodillado, se encontraba Héctor.

—¿Puedes levantarte?—preguntó con ternura.
Tiraba de mi mano delicadamente hacia arriba para levantarme. Me sostuve entre sus brazos. He estado por veinte minutos llorando y no lo había notado. Limpié mi rostro con mi blusa. Vi el rostro de mi mejor amigo, estaba desconsolado por mí. Mi abuelo sostenía mi maleta.

–De acuerdo. —respiré—. Entraré y la haré retractarse. Verán que ella tampoco lo quiere. –dije refiriéndome a Dina. Mi hermana.

–Ly... Debes aceptarlo mi niña. –el abuelo sostenía mis hombros, su rostro estaba húmedo.

Mis manos me sudaban y temblaba. Vi por un instante la puerta, donde había una mini-ventana, me mostró a una mujer en cama y a alguien que con su cuerpo la cubría. Tomé la cerradura y abrí.

Mi hermana giró su rostro hacia mí, llevaba puesto una blusa gris y pantalones negros.
Dina y yo somos diferentes, podía enumerar cuáles eran:
1.Mi cabello es castaño, el suyo es rubio.
2.Mis ojos son cafés, los de ella son azules.
3. Yo me parezco a papá y ella a mamá.
Hay algo en que coincidíamos, somos altas, del mismo tamaño, a pesar de nuestras edades son diferentes. ¿Por qué me fijé justamente en eso en este instante? Tal ves pretendía no verla.

En la cama estaba una mujer con el cabello igual al mío pero con un rostro fino y delicado, igual que el de mi hermana.

–Ly. –suspiró Dina, intentando parar de sollozar.

–Sabes que no tienes que hacerlo. –le susurré. Ella comprendía mi visible súplica.

–Es lo que mamá quería. —tomó mi rostro entre sus manos—. Los Doctores dijeron que no hay nada que hacer.—hizo una pausa—. Estará así siempre Leah, no va a despertar. –me admitió llorando.

Era mi único recurso, que ella reconsidere el desconectar a mamá. A pesar de que viviera en la cama por otros cinco años, eso no importaba, solo quería que estuviera con nosotras. Me senté en la cama, junto a ella. Ahora solo tenía el marca pasos y una única maquina para respirar. 

–Hola mami. –dije sosteniendo y acariciando su mano, haciendo círculos con mi pulgar en su palma.

–Iré por café. –dijo mi hermana posando su mano en mi hombro izquierdo. Asentí con mi cabeza.

                                                      👣👣
[Cuando era pequeña, mamá había preparado una fiesta solo para mí, pero en ella solo asistieron mis tíos abuelos, mi abuelo, mi hermana, Jason, mi mejor amigo Héctor y unos cuantos niños del barrio. Siempre había sido así. Nuestra familia no es grande, mis amistades no son muchas, siendo franca solo he tenido a Héctor desde primaria hasta ahora y espero que siempre sea así.

La única excepción en el mundo, ERES TÚ ✔️[REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora