—¡Fueron una mierda! —gritaba el entrenador de la otra escuela mientras pasaba por mi lado y el resto del equipo salía con la cabeza mirando el suelo.
Dixon sonrió al verme, como si no hubiera perdido nada, aunque sabía que en algún momento recibiría aquella llamada apostada por los dos. Yo iba de regreso a las gradas para encontrarme con mi familia, pues Mirella me había dejado minutos después de haber hablado.
—¡Ly! ¡Espera mi llamada!—grita con una sonrisa victoriosa en su rostro que a su entrenador parecía molestarle. Dixon no parecía que olvidaría nuestro trato.
—Esperaré.—gesticulo para que pueda leer mis labios y Dixon levanta el pulgar como señal de comprendió.
El partido había terminado.
Todo el resto de nuestra escuela festejaba la casi victoria del primer campeonato colegial del año. La banda de la escuela comenzó a entonar una canción famosa de rock <<...and the champion...>>.
Los chicos de fútbol y las chicas que conformaban el equipo de porrista bailaba en la cancha, emocionados y acompañados por la banda. Habían quedado en un empate gracias a la anotación de último momento de Gael según narraba el locutor.
Tres a tres.
Miré a Gael a lo lejos mientras él caminaba hacia mí en medio de toda la multitud con una postura dominante que intimidaba desde la distancia, sacudió su cabello. Sonreía y parecía ocultar que nervioso, como yo al verlo llegar. Que sonriera me hacía pensar en cómo era su vida antes y ahora, en qué tan miserable pudo ser para dejar de sonreír y ser un niño tan callado y reservado con los demás, como yo, con lo que intento despojarme.
Cada paso lo llevaba más cerca de mí, tenía la frente llena de sudor y un poco de tierra en sus brazos, cerca de sus codos.
—Un casi. —suelta al llegar a mí, estaba agitado por el partido pero dominaba su respiración.
Se refería a la casi victoria.
—Mejor que decir la próxima.—murmuro.
—¡Hey! Gael, que buena pierna tienes. —le decía uno de los chicos del equipo dándole uno de esos saludos masculinos en donde golpean su espalda y sonríen.
Luego se marchó, continuaba jugando con su equipo, todos iban de caminó a las regaderas.
Miré nuevamente a Gael directamente a sus ojos cafés, el aún sonreía y me encantaba.
Me encantaba su mirada y lo especial que me hacía sentir verlo sonreír, porque era algo que no todos tenían el placer de admirar, me encantaba también lo tan cércanos que nos hemos vuelto sin darnos cuenta.
Parecía que yo era la única excepción en el mundo que podía presenciar lo hermoso que podría ser verlo sonreír así. Es por lo que desearías ser la razón de aquella bella sonrisa formada en su rostro, abísmate.
—¿Quieres ir a comer después? —pregunté nerviosa. Me sentía con el derecho de tenerlo cada momento cerca de mí, y aquel sentimiento de necesidad estaba invadiendome como una volconada de aire fresco apunto de llenar mis pulmones.
¿Será cierto lo que me confesó Mirella?
—Yo... —titubeó —. También pensaba en invitarte. —confesó avergonzado.
Me regaló una sonrisa grande y en una de sus mejillas, cerca de la esquina de su labio, noté como se formaba un pequeño hoyuelo encantador.
—Bien. —contesté nerviosa y tímida mientras lamía mis labios.
—Por cierto, estuviste genial en el partido.
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La única excepción en el mundo, ERES TÚ ✔️[REESCRIBIENDO]
Подростковая литература(REESCRIBIENDO 2021) Leah, una adolescente de diecisiete años, marcada por un trágico accidente, el cual a tenido que manejar junto a su hermana mayor, Dina y su abuelo. Yendo y viniendo del hospital, entregada a una esperanza que muy pronto será d...