No soy alguien que asombrosamente ama tener cientos de amigos alrededor, así que jamás pensé que tendría a otras personas más después de Héctor y Dina. Pero aquí estaba yo, en mi cama recostada viendo el cielo raso de mi habitación, mientras mantengo una conversación con Ileana desde hace media hora. Debía aceptar que me encanta esto, tener a una amiga mujer.
Ilena tenía muy pocas ganas de ir a la fiesta en casa de Jade, estaba convencida de que hoy no sería un gran día para salir, aunque yo sentía que era por alguna otra razón que no me decía, y pretendía tachar por enemiga a sus supersticiones. Ya hace dos días que no me escribía con Héctor, ni hablábamos. Solo nos veíamos en clases y no es un lugar donde se pueda tener una buena conversación. Él estaba ocupado con su club y yo con el equipo de fútbol. Él debía correr a casa para ayudar a su papá con el taller y por eso solo nos saludábamos y despedíamos cuando nos veíamos por los pasillos o al salir entre clases. Gael tenía que quedarse a practicar al igual que yo en el equipo y salimos a la misma hora, se había vuelto mi compañía sin siquiera notarlo, supe que podía ser atento, podía ser alguien que no te importaría relacionarte y hablar, no por mucho tiempo, ni de muchos temas, pero sí un poco del tonto clima, música, tareas o libros. Le gustan los clásicos, su favorito es Frankenstein. —Debes leerlo—me dijo cuando le confesé que jamás lo había leído. —¿Cómo no lo has leído?
Estos dos días él a parecido intentar ser más flexible en cómo tratarme, sin esperar matarnos con las miradas. Es muy atento, llega en receso con paquetes de galletas de chocolate para Ileana y yo, al salir de clases nos acompaña hasta la estación de nuestra parada. Parece que habíamos superado el comienzo de nuestras primera impresión. La de la cachetada y lo pedante de su actitud.
Mi vida estaba totalmente abastecida por completo de responsabilidades y quería ver a mi mejor amigo por algo más de segundos, lo extrañaba a pesar de tener a Ileana, lamentablemente ella no lo puede sustituir por completo, es por eso que yo si estaba muriendo por ir a esa fiesta esta noche. En especial porque Gael había quedado en venir por nosotras a las siete, junto con Héctor.
—Iremos solo dos horas y regresamos. —le aseguré a Ileana—. No tiene porque ser una mala noche.
–Lo sé. —hizo pensárselo unos segundos—. De acuerdo. –soltó resignándose al fin—. Llama a Gael y dile que venga a las siete.
—Pero no tengo su numero. —confesé.
Ileana me lanzó su celular.
—Búscalo en mis contactos, iré a cambiarme.
Recogió su abrigo rosa y salió de mi habitación. Ella había marcado hace una hora a Gael para decirle que no iríamos y eso me dejaba a mí con la tarea de decirle que había cambiado de parecer, solo espero que no tenga nuevos planes... sería terrible... vergonzoso. Agregué su número en mi celular, luego le marqué.
contestó luego de cuatro segundos.
—¿Aló?—Hola... soy Leah. —dije nerviosa.
—¿Leah? —preguntó. Escuchaba un ruido. Varios autos a su alrededor tal vez.
–¡¡ Saca tu pequeño trasero cuando estemos ahí, Ly!! –gritaba alguien.
¡Héctor!
—¿Qué están haciendo? —pregunté confundida sobre lo que sea que estaban haciendo.
—Mirella me dio el auto. —contestó Gael—. Conduzco.
–¡¡Será mejor que estés lista para cuando lleguemos, Leah Franco!! –gritaba Héctor.
—Será mejor que le obedezcas. —dijo Gael. Podía jurar que reía.
Debí imaginar que el idiota de mi amigo me sacaría a la fuerza, aunque la que no quería ir era Ileana. Gael colgó después de decirme eso.
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La única excepción en el mundo, ERES TÚ ✔️[REESCRIBIENDO]
Novela Juvenil(REESCRIBIENDO 2021) Leah, una adolescente de diecisiete años, marcada por un trágico accidente, el cual a tenido que manejar junto a su hermana mayor, Dina y su abuelo. Yendo y viniendo del hospital, entregada a una esperanza que muy pronto será d...