CAPÍTULO 23: El descenso.

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Samy fruncía su ceño a la vez que sonreía, mostrando lo segura que se encontraba, me miraba como si fuera un objeto fácil de desechar. Como si estar frente a ella fuera absurdo y a la vez patética, subestimando mi existencia.

Sus ojos grises me parecían tan cruelmente insultantes. Furiosos.

¿Y como se juega? —pregunté, sentándome en el lugar opuesto al que ella había designado para mí, junto a un Alex feliz por mí tonta decisión.

Gael tomó asiento junto a mí, del otro lado, su mano se posó en el respaldar de mi silla y sus dedos rozaron por una milésima de segundos mi espalda. No me atrevía a mirarlo por miedo a que me exigiera levantarme y llevarme a casa. Porque todo esto olía a que terminaría mal.

Roberto y Tao aparecieron con dos hieleras que abrieron en una de las mesas colocadas en medio de la ronda, formada por aquella chica de cabello blanco. Sacaron diez cervezas, varios vasos desechables y sirvieron las bebidas en el suelo.

—Déjame presentarte a mi chica. —inquiere Alex a mi lado, una chica asiática muy linda de cabello profundamente negro y lacio me sonreía. Él extendió un vaso de cerveza frente a mí, a la vez que sostenía a la chica por su cintura.

Tomé el vaso.

—Llámame Shin. —me pide la chica. Creí que acabaría haciendo el saludo asiático que estaba acostumbrada a ver en dramas, pero ella se acercó y me dio un abrazo—. Eres muy linda. —comentó con un sutil acento asiático.

La chica se parecía un poco a Tao, a excepción de que él usaba el cabello rojo.

Con un ardor en mis mejillas respondí a su alago: —Tú también lo eres, no... miento. Eres muy bella, Shin. —confieso con énfasis en su nombre y desalándole mi mejor sonrisa. Porque de verdad era hermosa.

—Lo sé, —intervino Alex—. Me he ganado el cielo con ella. —asegura apretándola de la barbilla, Shin se ruboriza y le plasma un tierno beso en los labios.

Todos tomaron sus asientos, haciendo más grande la ronda, aunque el resto de las personas en la casa también hacían lo suyo; bailando, jugando como estábamos a punto de hacer nosotros.

Gael junto a mí había adoptado una postura seria, a su lado lo acompañaba Moisés quien le hablaba cerca para que lo pudiera escuchar entre todo el ruido de la música, y el resto también lo hacía. Alex tenía a su novia Shin sobre sus piernas, y Tao se reía con una chica de cabello rojo, su cabello sí era natural al contrario que el de él.

—¡Que comience el juego! —grita Roberto mientras se frotaba las manos y sonreía emocionado. 

—Venga, Ly. —suplicó Gael rápidamente—. No puedo llevarte ebria. —susurra en mi oído.

Gael tenía razón, pero no podía echarme para atrás sobre esto. Estaba en juego mi dignidad y valentía, y sobre todo mis agallas frente a estas personas que apenas conocía.

—Sí haces eso, tu hermana... —se quejó en mi oído Gael.

—Mi hermana no le importaría por una noche. —mentí. No era cierto, pero quería que se callara porque si seguía me retractaría, y no quiero ser una gallina frente a la ex de él.

No ahora que supuestamente soy su chica.

Venga Gai. —dijo Samy imitándolo—. Ella ya está grandecita. —aseguró—. Y me portaré bien, lo prometo. —sonaba dulce y delicada. Podría engañarte como una gacela vigilando a su presa—. Por los viejos tiempos, amor. —sonrió.

La única excepción en el mundo, ERES TÚ ✔️[REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora