Salimos del aula, yo con mi absoluta resignación por ser pareja de alguien con quien no me llevaba de lo más bonito, Ileana caminaba con nosotros contenta porque haría pareja con Héctor y hace una semana se había hecho algo cercanos. Era algo nuevo, en general ella respira alrededor de Miriam y María, no con los invisibles de la clase siete. Bueno, no tan invisibles en realidad, estaba exagerando.
—Nos vemos el lunes. —Ileana se despidió.
Estaba asombrada porque nos hablara y Héctor lo notó.
—Leah. —giró sus ojos. ¿A qué venía eso?—. Ileana es buena. Me cae bien.—Héctor tecleaba en su celular—. No la espantes.
—Yo no he dicho nada. —dije actuando herida.
—Ileana siempre me ha caído bien, no parecía encajar en el grupo de Miriam y María José. —continuaba sin prestar atención a lo que había dicho yo segundos antes.
–Pero lo fue. –enfaticé. Eran las únicas chicas que odiaba en la vida, siempre se burlaban de mamá.
—Y ahora no. Debes aprender a confiar. —guardaba su celular en el bolsillo de sus pantalones. Lo ignoré. Hice ademán para que saliéramos de la escuela, él se detuvo—. En realidad tenemos que esperar a Gael.
—¿Donde se supone que está? —no solo debía calarme ser su compañera, además debo ser de niñera. ¡Estupendo!
—Inscribiendose para el equipo de fútbol este año.
Hice un "ok" con mis manos con ironía.
Genial. Éramos sólo Héctor y yo, pero ahora esperábamos en medio del pasillo a Gael, alguien que apenas conocía, alguien que apenas Héctor estaba conociendo, alguien que comenzaba a ser parte de su familia, alguien que se estaba involucrando con todo a mi alrededor. Debo aceptar que eso era lo que más me fastidiaba. Nunca he sido esa chica con una extensa lista de gente nueva por conocer y no pretendía que pasara ahora. No quería compartir a Héctor. Me senté en el suelo del pasillo, junto a la puerta del baño de chicas, resignándome al hecho de que Gael ahora es parte de la vida de mi mejor amigo. Aunque siempre lo ha sido.—Bueno... ya que vamos a estar aquí... —usó un tono interesante.
Era obvio lo que se avecinaba.
—¿Al menos será buena? —pregunté, alzando mis cejas mientras trataba de no reír.
—¡Ly! Todos los que cuento son graciosos, pasa que eres muy amargada.
—Prometo no serlo esta vez. —le aseguré actuando herida, tocando mi pecho como si me doliera el corazón. Reímos.
—¿Qué le dice un dos a un cero?—preguntó sentándose en el suelo frente a mí ansioso.
—¿Estás seguro que es bueno?—fruncí el entrecejo, poniendo cara de sufrimiento. No parecía gracioso de por sí.
—¡Que lo es! Es bueno, amargada. —usó un tono más alto de lo normal y sacó la lengua.
—Bien ¿Qué le dice? —pregunté hundiendo mis hombros en símbolo de rendimiento.
—Veinte conmigo. —soltó. Comenzó a reír. Lo miré por dos segundos en lo que trataba de entender ese mal chiste.
—Definitivamente necesito un nuevo amigo. —negué indignada, a la vez que reía.
—¡Vamos! otro, este si te hará reír. —comentó. No podía escapar. Fingí pensarlo, luego asentí para escuchar su siguiente chiste malo—. ¿A dónde van las ballenas a escuchar música?
—¿Dónde?
—A la orcaaa-sta. —dijo tocándose la barriga y explotando en risa. Al parecer le encuentra sentido a todo lo que dice. Debo aceptarlo, fue algo bueno, pero no suficiente para que yo riera—. Fue bueno. –me aseguró al ver que me aguantaba las ganas de reír—. ¡Estás aguantándolo! —señaló. Sonreí para complacerlo.
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La única excepción en el mundo, ERES TÚ ✔️[REESCRIBIENDO]
Teen Fiction(REESCRIBIENDO 2021) Leah, una adolescente de diecisiete años, marcada por un trágico accidente, el cual a tenido que manejar junto a su hermana mayor, Dina y su abuelo. Yendo y viniendo del hospital, entregada a una esperanza que muy pronto será d...