Prólogo

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Dentro

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Dentro. En la bodega, la luz de la luna se dejaba caer sobre el suelo de cemento. Las estatuas en forma de ángeles hechas de mármol, descansaban sobre los enormes pilares blancos. Todo lo demás estaba obscuro, el silencio reinaba en el lugar, una pequeña y boraz serpiente atravesó la sala, y se escondió entre las cajas en un rincón de la fría bodega.

Por las noches, la bodega era invisible para el ojo de los mortales. Todo en ella era tenebroso, incluso los ángeles se habrían asustado de haber estado allí aquella noche. La noche en la que todo cambiaría.

Uno de los enormes ventanales tenía una gran ruptura que dejaba entrar en la bodega, un poco de luz color ceniza. De rodillas sobre el suelo, había un joven; las enormes alas de color blanco se movían detrás de él, sus cabellos teñidos de rosa caían con delicadeza sobre su pálida y lustrosa frente. En su pecho, llevaba una gran marca formada por tres largos espirales que le subían hasta la nuez de la garganta. Los músculos de su cuello se pusieron tensos cuando la vió...

La Joven muchacha estaba inconsciente sobre el suelo, con la boca pegada al cemento y sus largos dedos sobre la gruesa capa de polvo que cubría el cadáver de un extraño insecto.

El ángel de los cabellos tenidos, dió una sacudida a las cadenas que encerraban sus muñecas. La muchacha no lo escuchaba, los párpados pálidos de ella se movían, cómo si luchara por poder abrirlos. Él cerró las manos, las venas de sus pálidos y musculosos brazos se tensaron bajo la piel del ángel.

— Hey — dijo — mocosa, despierta.

La muchacha no reccionaba; sus dientes rechinaban, sus largos brazos se esparcian a los lados de su larga melena color caoba. El joven se echó hacia adelante, cerró los ojos mientras sus cejas se unían cada vez más. La joven sacudió la cabeza, su entre cejo se frunció en una fina línea. El jóven sonrió, maliciosa mente.

— Maldita sea — dijo él, en una voz bastante baja.

Con su puño, golpeó el suelo. La muchacha abrió los ojos, cuando el suelo vibro con violencia, los ojos del muchacho se abrieron de par en par al momento que la joven se movía, lista para despertar. Cuando por fin despertó, sus ojos marrones quedaron inmoviles sobre el ángel de cabello rosado que estaba de rodillas frente a ella.

Al verlo, a la joven casi le da un susto.

— Oh dios mío.

— No pronuncies el nombre de mi señor frente a mí, por favor.

— Eres un...Un...— la muchacha no podía articular la oración.

El ángel sacudió la cabeza. Se puso de píe y sus hombros se pusieron tensos, mientras las enormes alas blancas se sacudían detrás de él.

— Soy un ángel — dijo él, bajando la mirada.

— No puedo creerlo, — la muchacha dirigió una mirada hacia la bodega, volvió su mirada hacia el ángel — ¿dónde estoy?, ¿cómo llegué aquí?

El ángel levantó una mano hacia ella, en gesto amonestador.

— Te responderé una pregunta a la vez, pero cuando salgamos de aquí.

— Yo no voy a ningún lado hasta saber en donde estoy...

— Suzanne — el ángel dió un paso hacia ella.

La joven se quedó helada.

— ¿Cómo sabes mí nombre?

Él se acercó a ella, sus ojos se encontraron al mismo tiempo. El ángel la tomó por los brazos, acercó sus labios a los oídos de la muchacha y le dijo.

— Despierta, Suzanne...Despierta.

La voz quedó en aire. La muchacha se quedó de pie junto a él, sus párpados se volvían casi tan débiles como sus piernas y justo en ese momento, cayó al suelo.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora