— Conocí a Lilith en el juzgado de La Corte De Los Muertos. Me acusaban de ser el secuas de Caín en aquellos días cuando él tomó el mando de los demonios y las leyes entre las criaturas. Debería haber sido su ayudante, yo en esos tiempos sólo pensaba en lo bueno y lo malo.
“ Me asusté mucho en cuanto el líder de la corte se puso de pie y me señaló con su dedo índice.
— Estoy casi seguro de que este vellaco es más traicionero que Judas, no puedo decir nada más contra él.
— ¡Que le corten la cabeza! — gritó una de las mujeres que se encontraban al fondo de la sala. No pude evitar tragar saliva al pensar en mi cabeza rodando por el suelo. Estuve por llorar cuando al momento que el líder se puso de pie con el verdugo a su derecha, y él se acercaba a mí.
— Deténganse — Lilith se había hecho pasar por una mujer curandera qué vivía cerca de la puerta mayor. Dicha mujer era Argón Den, una señora alta y de mucho pelo rubio. Ella bajó casi hasta donde yo me encontraba y se inclinó un poco hacia el líder y llegaron a un acuerdo en el que ella me llevaría a su casa para que yo le sirviera de muchas cosas. No me imaginaba que era para ser su aliado”
Pasó un largo momento de silencio antes de que Carlos abriera la boca.
— Dí algo, Suzanne.
No sabía que decir, habían demasiadas cosas que preguntar; el porqué Caleb había estado en todo este lío, el hecho del porqué Carlos quería matarme y porqué se había metido en la vida de Sergio. Pero ninguna de las dos parecía tener una respuesta clara, al menos no para mí. Decidí empezar a hablar, al final de cuentas Carlos me mataría en cualquier momento.
— ¿Por qué Caleb?
Carlos dió un paso hacia mí.
— Caleb era un testigo de la llegada de Lilith al mundo humano: una noche hace dos meses en un viejo estacionamiento ubicado detrás de una nevería abandonada en el centro de la ciudad. Caleb intentó correr en cuanto vió como Lilith y yo nos erguíamos y cuando llegó al final del sitio, ella lo tomó del cuello y lo llevó hasta el interior del lugar. En ese momento yo no sabía que hacer.
— Adelante.
— Lo convenció de ser su aliado junto conmigo y nos encomendó a una misión: ir por tí.
Me quedé totalmente helada; hasta ese punto de mi vida jamás me había asustado tanto incluso después de haber escuchado el relato de Oliver. Mi novio. Pensar en él fue darme cuenta de que seguía esperando mi llegada junto a Lilith, y que yo aún estaba en las garras del infierno.
— ¿Por qué quieren matarme? — pregunté.
— Por qué eres la hija de la luna, tu vida no es la que parece, Suzy. Eres más que una simple mortal... Eres la indicada para el sacrificio, y Lilith lo sabe perfectamente.
Pensar en la muerte jamás me había asustado tanto como hasta ahora, nunca me detuve a preguntarme como iba a morir hasta este momento. Iba a morir, de eso estaba más que segura, y no habría nadie para evitarlo.
Carlos dió un paso hacia mí.
— Una última pregunta — dije, sin darme cuenta de qué ya me encontraba de pie frente a él. —, ¿Qué tiene que ver Sergio en todo esto?
Se encogió de hombros.
— Sólo era un conducto para acercarme a tí sin levantar sospechas.
— Esa noche, en la fiesta de Melissa Coul, me amabas de verdad.
— Sí... Éso sí fue de verdad pero desde que me lanzaste al agua surgió un deseo por matarte que ya no puedo reprimir.
Dí un paso atrás al momento que él daba uno hacia mí.
— No me mates, por favor.
Unos dicen que el mundo, sucumbirá en el fuego, otros dicen que en el hielo. Por lo que yo he probado del deseo hasta dicho punto de mi vida, estoy con los que apuestan por el fuego. Pero sí por dos veces el mundo pereciera creo que lo conozco lo bastante el odio para decir que, en cuanto a destrucción, también el hielo es grande y suficiente.
Éso es lo que vino a mi mente y no tengo la más mínima idea del porqué. Carlos dió un paso hacia mí y me tomó de la mano, me llevó hasta la chimenea y contemplé las llamas del fuego frente a mis ojos. Intenté no mirar, pero el dolor que me provocó la jalada de pelos me dejó con los ojos abiertos ante el calor.
— Dime tus últimas palabras — Carlos tiró de mí hacia atrás.
— Nos... Vemos... En el infierno.
Carlos bramó un qué. Pero no le dí tiempo para hablar, cuando lo tomé de la muñeca y lo lanzaba hacia el fuego. Las llamas se extinguieron casi de inmediato. Dí un paso atrás cuando las rendijas se cerraron de golpe frente a mí cara, y entonces escuché como Sergio se despertaba.
Corrí hacia él.
— Sergio, me alegro de que estés bien pero tenemos que salir de aquí.
— ¿Dónde está mi novio?
El corazón se me rompió en dos.
— Eso no importa ahora, amigo. Tengo que sacarte de aquí... Debo ir por Oliver.
Salimos del salón y le dije que se fuera por la parte baja de las escaleras en espiral. Después, seguí mi camino hacia donde estaba mi novio con Lilith. Entonces, al abrir la puerta de nuevo me encontré con la imagen de las rendijas de la chimenea apunto de abrirse por el movimiento del fuego... Carlos no estaba muerto, y venía por mí para matarme.
Corrí hacia la azotea, entonces abrí la puerta y tropecé. Mientras Oliver permanecía tirado sobre el suelo de piedras adoquinadas llenas de moho. Una enorme mancha de sangre un poco más clara de lo usual, salía a borbotones de la herida en su abdómen, y Lilith permanecía de pie, a unos metros de mí, con una espada entre sus dedos.
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Almas De Mortales ( Completa ) ©®
ParanormalneCuando Suzanne Prescott sufre un leve accidente en la preparatoria, se encuentra con los cálidos ojos verdes de Caleb. Desde ese momento, ella se obsesiona con él. El encuentro con Oliver Leal está apunto de revelarlo todo. Hay una terrible ola de...