4. La Fiesta

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Seguí de cerca a mí amigo, mientras nos metimos entre la enorme multitud que se dedicaba a bailar, beber cerveza y a besarse apasionadamente contra uno de los muchos rincones de la casa. Era totalmente aborrecible tener que ver esa clase de cosas, yo me había esforzado tanto por no ir a fiestas después de lo sucedido en la casa de Melissa Coul.

Hablando de Melissa Coul. Ella se acercaba, sus lentes de armazón marrón rojizo cubrían sus pequeños ojos verdes, el top rojo que llevaba puesto le levantaba el busto de copa b. Sus piernas delgadas y estiradas se notaban más, con sus jeans de color negro. Los aretes de oro barato le colgaban de los lóbulos rosados.

— Hola — dijo, levantando la voz, sobre el sonido de la música.

— Hola, Melissa — le dije, con una sonrisa falsa.

Melissa se había hecho una total prostituta con todos los del equipo de fútbol americano, sí, incluído entre ellos el novio de mí amigo. Melissa seguía mirando mis ojos. El pelo castaño le caía sobre los pechos, sus ojos me fulminaban.

— Oye, Suzanne — dijo Melissa — quiero saber qué pasa entre...Sabes que, mejor vayamos a la cocina.

— Claro.

La seguí hasta la cocina. Cerró la puerta de madera, y el sonido de la música se hizo más débil.

— ¿Qué quieres saber? — pregunté.

— He visto a Sergio mientras abrazaba a Carlos en la sala. Solo quiero saber qué traen esos dos.

— No te voy a decir nada. — me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja y bajé la mirada.

— ¿Por qué no?

— Solo quieres saber sobre Sergio y Carlos, porque sigues enojada desde que te hizo el amor y luego te dejó.

Justo en ese momento, me dió una fuerte bofetada que me sacudió la mejilla, solté un profundo grito de dolor.

— Qué sea la última vez que me hablas así.

— Pues es mejor que dejes de darme motivos,

Me acaricié la mejilla y salí de la cocina, mis ojos se quedaron quietos, cuando me encontré con Sergio. Sus ojos verdes me decía que estaba por decirme algo. Sacudió la cabeza.

— Te quiero presentar a alguien.

Me tomó de la mano, me llevó hacia donde estaba la multitud. La gente aún bailaba, todos abrazados mientras se agarraban de las manos.

— No, Sergio, por favor.

Había un muchacho frente a nosotros, sus cabellos negros combinaban con su chamarra de cuero, cuyo cierre lo tenía hasta el cuello.

Me pierdo en su vista, sus ojos eran de un negro color azabache. Sus enormes y músculosos brazos brillaban bajo la luz que recorría el lugar. Era un muchacho alto, de hombros anchos y rectos, su pecho ascendía y descendía con tranquilidad. Mientras nuestros ojos permanecían conectados. Cómo si ambos se encontraran bajo un poderoso hechizo.

— Suzanne — Sergio me miró y luego miró al joven — el es Oliver..Es mí primo.

Dió un paso atrás.

— Los dejo para que se conozcan.

— Gracias, feliz fiesta — dijo Oliver. Su primo se alejó entre la multitud que bailaba, como si de eso dependiera sus vidas.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora