19. El Relato de los Caídos

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Oliver soltó una bocanada de aire.

— La historia que estoy por contarte es muy difícil de entender. Pero, no te quiero ocultar cosas. Hay cosas allá afuera que te quieren, la ola de asesinatos no es casualidad. Todo tiene un porque; hay una persona afuera que está matando a toda ésta gente. Quiero que te mantengas  a salvo. 

Respiró ondo.

— No quiero que te hagan daño, pero hay ciertas cosas que tienes que saber, una de ellas es quién soy en realidad — bajó la mirada hacia mis pies — Soy un ángel caído...

No, no, no. Oliver, ¿un ángel?, Eso debía de ser una mala broma. Me separé un poco de él, pero me apretó más contra él. Eso no me explicaba muchas cosas, aún tenía una extraña mezcla entre miedo y seguridad cuando estaba a su lado. Cerré los ojos, sentí unas ganas enormes de salir corriendo, pero él me iba a atrapar. Antes sólo era una sospecha, ahora estaba segura. Oliver era peor de lo que pensaba.

Se acercó mucho más a mí, apoyó su frente sobre la mía, sus labios apenas rozaron los míos.

— Dí algo, por favor — dijo, acariciando mí mejilla.

— No puedo creerlo — mi voz era apenas audible, mí mente todavía no se podía imaginar a Oliver con un enorme par de alas oscuras.

— Pues debes creerlo, soy un ángel caído.

— Explícame todo.

— Es un relato muy complicado, así que ponte cómoda.

Lo hice; me senté al borde del agua oscura del lago Becky. Mis dedos se posaron sobre el agua, luego miré a Oliver. Parecía asustado.

— Dímelo.

— Hace mucho, los ángeles fuimos expulsados del cielo por ser los rebeldes, luego nos convertimos en ésto. Soy un monstruo, pero tú haces que quiera dejar mí mundo atrás y convertirme en humano, mí vida ha quedado marcada...Quiero enseñarte algo.

Se puso de píe, me dió la espalda y se quitó la playera negra que llevaba puesta. En su espalda había una enorme cicatriz con la forma de una V invertida, se marcaba sobre sus enormes músculos, su piel estaba roja, era evidente que le dolía. Me puse de píe.

— ¿Te duele? — pasé los dedos sobre la enorme cicatriz, esperé a qué soltara algún gemido por el dolor. Pero ni siquiera parecía sentir mís dedos.

— Un poco. Pero me he acostumbrado a vivir con el dolor, es algo insoportable al inicio — se encogió de hombros — pero me acostumbro.

— ¿Qué tengo que ver yo en todo ésto?

Se giró hacia mí.

— Tú eres el objetivo de Lilith — su mano cayó sobre mí hombro. — La madre de todos los demonios.

Mí sangre se convirtió en algo pesado en mís venas. No supe que decir, la cabeza me dolía por tantas cosas extrañas.

— No puedo creerlo — alargué un mano hacia su pectoral derecho. Me agarró de la mano y la presionó sobre su corazón.

— Pues debes creerlo, niñita — dijo la voz de una mujer.

Me quedé con la boca abierta, mis manos subieron hasta mís cabellos y justo en ése momento, Oliver dijo.

— Lilith.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora