9. Chica Encontrada Muerta

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Caras familiares se miraban a lo largo de la mesa del centro de la cafetería. Sergio me miraba con atención, Carlos y él parecían haber arreglado sus problemas. Eso era lo que menos me preocupaba en aquellos momentos; lo que me preocupa era el hecho de ser el centro de atención de Caleb...Quién estaba sentado en la mesa de enfrente a nosotros.

Mis ojos se quedaron sobre él. Desde ese punto, podía ver sus notorios tatuajes bajo la playera blanca que llevaba puesta, podía sentir como miraba a través de mí.  No me gustaba la manera en la que me miraba, me hacia sentir, de alguna manera, atraída hacia él.

Descarté esa idea de mí mente. No podía estar atraída hacia un chico al que apenas conocía, ¿cierto?

Dí un mordisco a la manzana que tenía entre los dedos. Mís ojos se apartaron de él, dirigí una mirada hacia mí comida y seguí normal. Hasta que Raúl, uno de mís mejores amigos, abrió la boca.

— Chicos, ¿ya se enteraron?

Sergio, Carlos y yo levantamos la mirada hacia Raúl, Dándole la indicación para que hablara.

— Anoche, encontraron a una chica..estaba muerta; dentro del cuarto de uno de los baños en la gasolinera de la zona residencial.
La encontraron después de que la dueña del lugar entrara en el baño, según ella la muchacha estaba abierta de piernas, aún sentada sobre la taza. Sus ojos estaban información inflamados y llenos de sangre, le habían arrancado el clítoris y la sangre le corría por las piernas. Al parecer le abrieron el top rojo con una navaja. Llevaba el brassiere sobre la cabeza y abrochado bajo la barbilla.

— Para — dije, levantando una mano. — No querrás que regrese la comida al plato. Tu forma de explicar las cosas, a veces es mala. No des más detalles.

— Sólo les decía.

— No asustes más a mí prima, por favor — dijo Maxwell, a mi derecha, dejando la bandeja de plata sobre la mesa.

— Hola, Max — me incliné hacia él y le dí un cálido beso en la mejilla. Maxwell me devolvió el gesto.

— Suzy — dijo — quiero que me des un tour por la escuela.

Mi entrecejo se frunció, apoyé las manos sobre mí regazo y le dije.

— Me parece bien, vamos.

Nos pusimos de pie y caminamos hacia las puertas de la cafetería, justo en el momento cuando Oliver se ponía de pie frente a mí. Apoyó la mano sobre la pared, y dijo.

— ¿Crees que podamos hablar a solas?

Estuve apunto de decirle que no, porque le daría el tour a Maxwell. Pero mí primo dijo.

— Creo que será mejor que los deje solos, te busco más tarde, Suzy.

Dicho Ésto, mi primo salió de la cafetería. A través de la ventanilla de la puerta, pude ver como giraba al final del pasillo, y se perdía entre la gente. Solté una profunda bocanada de aire.

— Vamos al estacionamiento — dije. Lo agarré por la muñeca y empezamos a caminar hacia la puerta de cristal que llevaba hacia el jardín delantero.

Afuera. En el jardín, el viento fresco me sopló los cabellos, echándolos hacia atrás, miré hacia arriba; el viento estaba golpeando las copas de los árboles, el cielo seguía nublado. Y los pájaros apenas cantaban.

Me percaté de que Oliver me miraba.

— Dime, ¿qué querías decirme? — le pregunté, estirando el cuello hacia él.

El me miró a los ojos.

— ¿Te enteraste del asunto de la chica muerta?

— Sí — dije, echando una mirada hacia el aparcamiento. Mís dedos se cerraron sobre el barandal de la escalinata.

— ¿Creo que es la misma chica que armó el alboroto en la fiesta?

— Creo que en eso tienes razón, Melissa no vino hoy a clases, además...Anoche, cuando llegamos a la gasolinera — me giré hacia él — entré en el baño de damas y escuché unos gemidos.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — Oliver levantó un poco la voz.

— No creí que fuese de mucha importancia, ¿para tí sí?

— Claro qué no, solo lo digo porque...Quién quiera que haiga asesinado a esa joven...Pudo haberte hecho daño a tí también.

— No tienes porque preocuparte por mí, ahora tengo que irme.

Dí un paso hacia la puerta de la cafetería. Definitivamente Oliver estaba loco.

— No — dijo — espera.

Me giré hacia él.

— Tengo que ir con mís amigos, no quiero entrar tarde a clases.

— Está bien, vete.

Me mordí el labio inferior y bajé las escaleras, entré en la cafetería y ví la enorme espalda de Caleb.

— Hola — dijo, cuando se giró hacia mí.

Era mucho más alto que yo, y tenerlo frente a mí me recordó al incidente de la mañana anterior en el estacionamiento.

— Hola — le dije. — ¿por qué te la pasas mirándome?

Se quedó callado por un momento. Bajó la cabeza y susurró.

— Simplemente me pareces muy bonita, eso es todo.

— No seas ridículo — le dije, estirando las manos hacia él. Lo empujé hacia atrás y luego me giré hacia donde estaban mis amigos.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora