Al final decidí no ir con Sergio a las albercas. Aún estaba un poco asustada como para salir al exterior. No entendía porque en el sueño había aparecido en medio de un bosque, menos el porque Oliver me había agarrado en brazos y luego cuando Caleb intento comernos. Todo había sido muy confuso, pero así eran los sueños, ¿cierto?.
Decidí no darle mucha importancia. Sergio me había dicho que vendrían a casa esa noche para cenar, les dije que estaba de acuerdo, aunque, en realidad, no quería ver a nadie en aquellos instantes. Pero no podía hacerle aquello, era mí mejor amigo y había estado muy distante con él desde que ví a Oliver por primera vez.
Últimamente mí madre salía mucho por las mañanas.
Aquella mañana de lunes, el cielo estaba nublado y el viento azotaba las ramas de los árboles contra los tejados de mí casa. Yo me encontraba tendiendo la ropa recién lavada, mientras la iba abrochando con unos de esos broches de colores que mí madre compraba en el centro del pueblo.
Justo cuando colgué la última blusa, mi vecina, la señora María, salió a toda velocidad de su casa y se acercó a mí.
— Hola, Suzanne.
— María — dije, sujetando la blusa con el último gancho.
— ¿Te has enterado?
Mi entrecejo se frunció.
— ¿De qué hablas?
— Ha aparecido un nuevo cuerpo, hace unos pocos días fue el de aquella muchacha en la gasolinera. Ahora fue el de un jóven, encontraron su cadáver en la recepción de un hotel no muy lejos de aquí...
— No puede ser...
De repente pensé en lo peor; quizás ese joven era el que había muerto, o tal vez era alguna otra persona, no me podía confiar de las posibilidades. Tenía que verlo todo por mí misma.
— Gracias por avisarme.
Entré casi corriendo en la casa, me encontré con mí primo recién levantado.
— Suzy, ¿a dónde vas?
Le pasé por un lado y me detuve junto al perchero al lado de la puerta. Agarré mi pequeña pero confiable gabardina de color caqui.
— Suzy — dijo, me giré hacia él.
— Hay un cuerpo en el hotel en el que hospede la otra noche...Tengo que ir a Checar eso.
— No vas a ir a ningún lugar.
— Lo siento, pero ésto no es de tu incumbencia. Hasta luego.
Salí de la casa mientras escuchaba que mi primo me llamaba a gritos. Decidí ignorarlo y cuando estaba por pisar el asfalto, caí al suelo. No solté ningún querido por que sabía que Maxwell me haría entrar de nuevo en la casa.
Entré en la camioneta, me puse el cinturón de seguridad y me disponía a salir a la calle. Cuando me percaté de qué Oliver estaba sentado en la banqueta. Me detuve y salí despacio de mí auto.
— Oliver, ¿Qué haces aquí?
— Solo venía a ver sí estabas bien, sinceramente he estado echando rondines aquí cerca para vigilarte. No quiero que sufras otro percance como ese en el bosque.
El bosque, Oliver...De repente, esas palabras vinieron a mí mente y lo único que pude decir fué:
— ¿Por qué soñé contigo anoche?
Mierda, ahora si la había cagado, me había echado de cabeza con Oliver. Estaba segura de que en cualquier momento iba a marcharse. Pero no hizo señas de querer irse, al contrario, solo se acercó más a mí.
— Oliver...
— Suzanne, — puso una mano sobre mí mejilla, acarició mi piel con el dorso de sus dedos, y dijo— Necesito que me digas a dónde te dirigías.
— Hubo un nuevo asesinato, ésta vez en el hotel que hay junto a la carretera...
— ¿Y qué, eres policía?
— No, pero...
— Quédate — dijo, pero no lo había dicho en un tono de permiso, sino dándome una orden.
— No tengo porque hacerte caso.
Dí un paso hacia la camioneta y cuando me disponía a abrirla. La mano de Oliver cayó sobre mí muñeca, y me volvió para mirarlo. Sus ojos negros irradiaban furia. Intenté soltar mí mano de la suya, Pero él me lo evitaba.
— Suzanne — dijo, presionando mí mano contra su pecho, pude sentir los latidos de su corazón, luego dijo — entiende que solo quiero velar por tu seguridad.
— No ocupo que alguien vele por mí seguridad, sé cuidarme sóla.
— Pues con lo ocurrido en el bosque, eso se pone en duda.
— ¿Qué me estás queriendo decir?
— Te ha salvado la vida, mí querida damisela en peligro. Suzanne, haz eso por mí, por favor.
— Oliver...
— Hey, hazme caso... Si aprecias tu vida, no hagas nada peligroso, al menos hasta que todo eso de los asesinatos se calme.
— No.
— ¿es un No hacia mí súplica?
— Exacto, no estoy dispuesta a quedarme aquí mientras que el chico al que conocí puede estar muerto o no...
— No puedes conocer a un chico y quererlo en un sólo día. Simplemente no tiene lógica.
— A tí te agarré un cariño inmenso desde el momento en que te conocí.
Sus ojos se crisparon. Otra vez había dicho las cosas sin pensarlo dos veces.
— Y yo a tí — dijo, en voz baja. — ven aquí.
Hice lo que me dijo, me acerqué un poco a él.
— ¿Qué ocurre? — interrogué.
— Quiero contemplar tu rostro por un rato más — dijo, abrazando mi cara entre sus manos — Mientras mí vida dure... Suzanne, ésto es difícil para mí.
— ¿De qué hablas?
— Nunca antes había sentido lo que justo ahora siento por tí — trago saliva, era obvio que estaba nervioso, pero, ¿por qué?
— No te entiendo — dije, moviendo la cabeza hacia mí izquierda.
— Ésto que siento aquí — agarró mí mano derecha y le llevo hasta su pecho, su corazón volvía a latir contra mís dedos. —, es difícil de explicar.
— ¿Qué es lo que sientes?
— Cuando te veo, siento como si quisiera pasar el resto de mí vida a tu lado...Abrazarte por toda la eternidad, o al menos hasta que mi corazón deje de latir y mís huesos se vuelvan cenizas.
— Creo que sé que es lo que sientes — dije, bajando la mirada.
— Y, ¿Qué es?
Levanté la mirada hacia él.
— Amor.
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Almas De Mortales ( Completa ) ©®
ParanormalCuando Suzanne Prescott sufre un leve accidente en la preparatoria, se encuentra con los cálidos ojos verdes de Caleb. Desde ese momento, ella se obsesiona con él. El encuentro con Oliver Leal está apunto de revelarlo todo. Hay una terrible ola de...