17. Miradas Cruzadas

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— Alumnos — dijo el profesor Paúl Mathew levantó las manos hacia nosotros — Cómo ésta semana estamos viendo sobre desechos tóxicos y humanos...Quiero pasarles unos permisos para que sus padres los firmen, para darles permiso de salir mañana a las plantas residuales de Antón Ville. Nos iremos a las nueve en punto.

A mi lado, Sergio dejó la libreta sobre la mesa.

— Fantástico, no entiendo para que ir a ver mierda a un enorme edificio, mientras puedo verla en mí casa.

— Jóven — el profesor dejó las manos sobre su escritorio — le voy a tener que pedir que salga de mí clase.

Miré a Sergio, quién me lanzó una mirada, con la que  me decía <hablamos más tarde> y luego salio del aula. Seguido de las pequeñas burlas de mís compañeros. Maxwell estaba a mí otro lado, con una mano sobre la paleta de la butaca, y la otra sobre su pierna. No sé porque, pero me hizo pensar en Oliver... me mordí el labio inferior, y apreté las piernas con fuerza.

Sentí como alguien me miraba, una mirada fría que descansaba sobre mí. No tuve el valor para darle la cara, me resistía a esa mirada. Me volví hacia Maxwell.

— Creo que alguien de aquí me está mirándo.

Mí primo me miró, levantando ambas cejas.

— Quizás es por que eres guapa, a lo mejor te salió un acosador — me dirigió una rápida mirada, con un ligero tono burlón.

— Pues, ojalá y no sea así — dije, dirigiendo una mirada hacia el profesor. Busqué una manera de cambiar mis pensamientos sobre Oliver, y dije — Profesor, ¿mañana a las nueve?

El profesor me lanzó una de sus mejores miradas, sus ojos color miel brillaron con mucha fuerza y alegría.

— Sí, señorita Prescott. Oigan, Hay algo más que les quiero contar, éste lunes que viene... Habrá un gran baile para la noche de brujas, la escuela está trabajando en la organización de la fiesta... y yo debo cumplir con avisarles.

La puerta se abrió y Sergio entró.

— ¿Acaso no es mejor ver la mierda?

— Largo de mí clase — el profesor levantó un dedo amonestador hacia mí amigo.

Sergio cerró la puerta cuándo salió.

— Ése amiguito tuyo me cae muy bien — dijo Maxwell, levantando la mirada hacia el frente. Golpeó la punta de su bolígrafo contra la superficie de la butaca.

— No hagas ruido, por favor — le pedí. Aún podía sentir como alguien me miraba fijamente.

— Sergio es una persona muy bella, lo malo es que tiene novio... eso es lo único malo en él — se encogió de hombros — al menos para mí, lo es.

Me giré hacia él, con una ceja levantada.

— ¿Te gusta?

— Sí, me gusta mucho... y no me vayas a mal entender, pero quiero que Carlos lo dejé.

— ¿A qué te refieres?

— Quiero pedirle que sea mí novio, quizás y acepte, no sé, tal vez y podamos llegar a algo... Bueno, creo que ya tenemos que irnos a la cafetería.

— Está bien, vamos — en éste momento sonó el timbre, nos pusimos de píe y salimos del salón.

°°°

— Hay algo que no entiendo — dije, mientras me sentaba sobre la mesa de la cafetería.

Mis ojos se pusieron tensos cuando ví cómo Caleb se acercaba a nuestra mesa, por el rabillo del ojo noté como Maxwell se ponía tenso sobre el taburete. Los ojos de Caleb brillaban con fuerza cuando apoyo ambos puños sobre la madera. Mis mejillas se llenaron de rubor.

— Suzanne — la voz de él parecía más suave de lo normal —, ¿podemos hablar?

— No, tengo que ir afuera — me puse de píe y caminé hacia las puertas de la cafetería. Justo cuando una mano se cerró alrededor de mí brazo, y alguien me obligó a dar la vuelta.

Era Caleb.

— Caleb, sueltame — intenté safar mí mano de entre sus dedos, pero el presionó mi muñeca junto a su pecho.

Su corazón latía rítmica y salvajemente contra mi extremidad, mientras mis ojos miraban su pecho ascendente y descendiente. Noté un tatuaje en forma de enredadera que subía por su pecho, y llegaba hasta la mandíbula. Definitivamente se lo había hecho hace muy poco, ya que nunca me había tocado verlo con él. De pronto, recordé lo que me había hecho e intenté soltar mí mano de Caleb, pero él se resistía.

— Caleb, déjame en paz.

Me obligó a dar un paso atrás, y salimos de la cafetería. Sus ojos color esmeralda me fulminaban de una manera que provocó un terrible escalofrío recorrer en mí interior, quise salir corriendo, pero no serviría de nada; Caleb era mucho más rápido que yo, y me alcanzaría en cualquier momento.

Pensar en ello, me recordó al sueño en el que quería devorarme, luego que me había tirado al vacío y Oliver saltaba detrás de nosotros.

— ¿Por qué apareces en mís sueños?

— Eso quiere decir que, ¿tienes sueños húmedos conmigo?

— Eres un pendejo...

En ese momento, sus labios se abalanzaron sobre los míos, lo intenté separar de mí, pero su peso era mucho más del que mis manos podían mover. Me abrazó a él, mientras los latidos de mi corazón se unían con los suyos mientras sus dedos presionaban a mí espalda .

Justo en ese momento; las puertas del. Cafetería se abrieron de par en par, y Oliver apareció frente a nosotros. Al principio se quedó con la boca abierta, mientras nos miraba fijamente. Por la expresión de su rostro, pude notar que no podía creer lo qué estaba viendo.

Yo tampoco podía creerlo.

— Oliver — dije, en una voz demasiado baja.

Sus ojos negros irradiaban furia, pude ver como sus manos se cerraban en dos enormes puños. Listo para atacar.

— ¿Qué vas hacer?, ¿me vas a golpear?

— Ah, pero claro qué sí — dijo Oliver.

Ni siquiera tuve tiempo para gritar; la enorme mano de Caleb me apartó de él, mientras Oliver le daba con los puños en la cara. Ambos rodaron sobre el suelo, yo retrocedí mientras permanecían cerca de mí.

Salí corriendo hacia las escaleras, y bajé hasta el estacionamiento. Abrí la puerta de la camioneta y salí hacia la zona residencial.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora