15. Ojos Con Luz

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— Espera — le dije, todavía con la mano sobre su pecho plano— los huesos no se convierten en cenizas, no a menos que nos encineres. De otro modo, creo que es imposible.

— Solo lo dije por decir — se apartó un poco de mí, mí mano bajó de su pecho, no podía dejarlo ir sin saber si enserio me amaba. Estiré una mano hacia él, pero ya se había ido corriendo hacia el final de la calle. Me gustaba el movimiento de sus piernas cuando sus pies golpeaban el suelo de la pavimentada.

Por un momento pensé en tomar la camioneta y seguirle, al menos para pedirle una explicación. Pero no lo hice, por dos razones; no valía la pena buscar algo que jamás iba a encontrar. La segunda era que me importaba más el asunto del nuevo asesinato del pueblo.

Me metí en la camioneta y puse el motor en punto muerto. El vehículo se deslizó hacia la calle y luego salí hacia la zona residencial. El cielo nublado empezaba a lloviznar mientras salía hacia el pueblo. Me detuve en un gran semáforo en rojo, mientras un trailer pasaba frente a mí. Mis dedos se cerraron alrededor del volante, mientras observaba como un grupo de chicos pasaban por la calle, con un ligero tono airoso.

— Fantástico — dije, en voz baja — Turistas. Lo único que me faltaba.

Miré por la derecha, mí vecina, la señora Turner empujaba su carreola con su bebé dentro mientras avanzaba por la banqueta llena de pequeñas tiendas de flores de todos tipos y colores. Mí favorita era la rosa de color morado. Me recordaba mucho a Oliver, mís ojos se centraron en la señora Turner, me revolví un poco en el asiento mientras ella se metía en la tienda de víveres.

Estuve un largo rato en silencio, luego pisé el acelerador y me dirigí hacia el puente que me llevaba hacia el bosque. Los vecinos ya no salían a cazar, era el miedo al asesino que se había convertido en serial en los últimos días.

No pude ver a Oliver por ningún lado, lo había perdido mientras me dedicaba a buscar a un chico que ni siquiera conocía. Mís ojos se entrecerraron mientras subía por una colina. No recordaba ese camino, a lo mejor era porque en aquella ocasión no había mucha luz y apenas y podía ver con claridad.

El hotel estaba justo a unos metros del lago Becky.

El letrero ahora estaba un poco sucio y el estacionamiento estaba tan solo como mí mente. Me detuve en doble fila al otro lado de la calle, no tenía tiempo para entrar en el estacionamiento. En cuanto mis pies golpearon el suelo de la calle llena de grietas, sentí un mal presentimiento.

Caminé a toda velocidad, hasta que ví una enorme mancha de sangre seca sobre el asfalto. Dí un paso atrás, no sabía como reaccionar ante aquella escena, me quedé con la boca abierta. Mís ojos se quedaron quietos sobre la sangre, y justo en ese momento... Corrí hacia la recepción.

Mis dedos golpearon la puerta mientras que con la otra, intentaba abrirla. Mis ojos se habían llenado de lágrimas, mientras podía escuchar la música electrónica que sonaba desde adentro.

— ¡Abran la puerta!

Al ver que no la abrían, la empujé con todo el peso de mí espalda. Solté una larga bocanada de aire cuando olí un tetrico aroma a carne podrida. Un cuerpo estaba tirado frente a mí, era la señora de la recepción. Me salí corriendo, hacia mí camioneta.

Justo cuando me encontré conduciendo, me percaté de que Oliver estaba justo a la mitad de la carretera. Ahora sí estaba en problemas.

Se acercó a mí, con los brazos cruzados sobre el enorme pecho. Abrió mí puerta de un sólo tirón.

Salí de la camioneta, y no pude evitar lanzarme sobre sus brazos, y soltar las lágrimas. Le pasé los brazos por la espalda y lo apreté hacia mí, él me devolvió el gesto.

Sentí como una de sus manos subía por mí brazo, luego pasó por mí mejilla y escuché como decía.

— Suzanne, levanta la cabeza.

Hice lo que me dijo. Sus ojos negros me miraban con atención, mis manos subieron por su espalda, sus músculos se pusieron tensos. Aparté las manos, pero él las tomó y las llevó hacia donde estaban.

— Quiero que hagamos algo — dijo, muy cerca de mí — es algo nuevo para mí, no se me da muy bien...Pero...

— Pero, ¿qué?

— Necesito decir lo que siento aquí — otra vez me agarró de la mano y la llevó hasta su pecho. La llema de mís dedos acariciaron su pectoral cubierto por la playera blanca.

— Dímelo — le pedí.

Acercó más su cara hacia la mía, sentí su nariz sobre la mía. Cerré los ojos, y me besó...Al principio fue un poco extraño, cómo sí todo hubiese sido por obligación. Le pasé las manos por las caderas, sus labios tocaban los míos mientras nuestras lenguas practicaban una danza interior, subió las manos por mí cabeza y presionó mis mejillas, se acercó aún más a mí.

Mis manos subieron hasta su cuello, una vez más, lo sentía junto a mí. Cómo sí el tiempo se hubiese detenido en ese mismo momento, mientras nuestros labios se movían al compás de los latidos de nuestros corazones.

Me sentí suya, cómo si me ocupara para seguir viviendo.

Se separó un poco de mí.

— Y, justo en éste momento, me siento vacío..Como si algo faltara en mí, algo que necesito para vivir.

Acerqué mí nariz más a la de él, y pregunté.

— ¿Qué?

Él bajó la mirada, y dijo en voz baja.

— Tú.

Almas De Mortales ( Completa ) ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora