Aquella noche. Me despertó un inmenso calor, eran las dos de la mañana. Eché una mirada hacia el aire acondicionado, estaba apagado. Podía escuchar como las gotas de lluvia caían sobre el techo de mí recámara, fantástico, me dije, se fué la luz en la casa. Mís ojos se adaptaron a la oscuridad.
Estaba por buscar una linterna, cuando escuché como alguien corría detrás de mí...Me dí la vuelta y me asomé debajo de la cama, no había nada ni nadie. Cerré los dedos sobre la sábana color vino y me puse de píe.
Mí madre había salido con sus amigas, afortunadamente me había dejado un poco de dinero así que podía ir al hotel más cercano de la zona residencial. Así que ya lo tenía todo resuelto.
Sólo había que salir de la casa.
Pero eso era imposible, tenia que salir de mí recámara, luego salir al vestíbulo y recorrer el jardín delantero - el cual siempre se llenaba de lodo y agua estancada - , después tomar la camioneta de mí madre, y después conducir hasta el hotel más cercano.
Conducir era agotador, más aún cuando ibas mirando con atención entre la oscuridad, para no chocar. Había un árbol derribado a mitad de la calle, lo tuve que rodear para no sufrir un percance.
Me gustaba conducir por la noche. Todo estaba en silencio, me gustaba la brisa del aire acondicionado en el interior, aún cuando los relámpagos cruzaban el cielo nocturno. Mí madre había tenido razón, la tormenta había golpeado al pueblo.
Entré en el estacionamiento de un viejo hotel de carretera; los neumáticos de mi camioneta rechinaban sobre el asfalto mientras me detenía sobre la superficie húmeda del sitio. Me sentí un poco relajada, pero, por un lado, me sentí mal al no haber dejado una nota a mí madre, para avisarle lo de mí salida.
No le dí mucha importancia.
Eché la cabeza hacia atrás y salí de la camioneta. En cuanto puse un pie sobre el asfalto, sentí como un sonido me rascaba la oreja. Era como sí alguien me susurrara algo al oído.
Un escalofrío recorrió mí columna vertebral.
Empecé a caminar hacia la recepción, había una mujer algo mayor. Por alguna razón me hizo pensar en la gasolinera y en Melissa. Sus ojos eran de un azul cobalto que irradiaba un brillo maravilloso.
— Buenas noches, señorita.
— Buenas noches — le devolví el saludo, sonriendo.
— ¿Qué se le ofrece?
— Quiero una habitación, para pasar la noche, por favor.
— Regístrese aquí por favor — me dijo, deslizando una pequeña libreta sobre la mesa.
Tomé la pluma e hice lo que me dijo. Le devolví la libreta.
— Tenga, su habitación es la número 10, es la que está al final de este pasillo hacia la izquierda.
Salí de la recepción y me dirigí hacia el final del pasillo. Mientras arrastraba los pies por el cemento. Llegué a la habitación, había un chico erguido hacia la puerta.
— hola — dije.
Él levantó la cabeza, y luego se fué, me giré y ví que entraba en la recepción.
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Almas De Mortales ( Completa ) ©®
ParanormalCuando Suzanne Prescott sufre un leve accidente en la preparatoria, se encuentra con los cálidos ojos verdes de Caleb. Desde ese momento, ella se obsesiona con él. El encuentro con Oliver Leal está apunto de revelarlo todo. Hay una terrible ola de...