Lucir presentable era mi pensamiento de todos los dias a la hora de arreglarme para ir al trabajo. Revisaba mi aspecto una y otra vez en el espejo, cuándo me sentia satisfecha dejaba el cepillo de cabello.
La naturaleza me habia dotado de un trasero grande que no me gustaba del todo, siempre fui una mujer que no le gustaba llamar la atención pero a mis treinta años, habia descubierto que era una característica que a los hombres le gustaba y no fue por el mio aclaró, fue por el de Violeta, ella estaba mejor dotada. Los hombres en la oficina no dejaban de admirarla, incluyendo Gregorio asi que un dia lo sorprendi viendoselo, él me miro y sonrió apenado. Luego me dijo que esa habia sido una de las cualidades que más le encantaban de las mujeres.
Asenti y me sentí un poco incómoda por que me daba cuenta que Gregorio conversaba conmigo cómo si yo fuera un amigo varón y se sentia en la libertad de contarme todo.
Recogí mi bolso y las llaves de mi auto, con un suspiró cerré el departamento y bajé los escalones con cuidado.
— hola preciosa — levante el rostro y ahi estaba mi vecino, un hombre soltero, guapo, mujeriego y que desde hace un año habia puesto sus ojos en mi.
— buenos dias — respondí y segui mi camino.
Edmund apareció en mi vida justo recién me habia divorciado, si, era una mujer divorciada, me habia casado a la edad de veinte años, con la ilusión del amor pero en el camino habia descubierto que las relaciones no era como los cuentos de hada, donde se casaban y eran felices para siempre.
Mi corazón se rompió cuando descubrí que mi esposo era controlador, celoso pero que no tenia respeto, cada vez que se enojaba conmigo me insultaba, sus palabras hirientes se clavaron en mi corazón, mi mente, llegué a un punto donde empece a creer que sus palabras eran reales.
Me decia que no me tocaba por que le daba asco, ya que deje de ser la mujer flaca con la que se casó a una mujer con curvas pero aparentemente eso no era de su gusto.
Asi que estaba casada y más sola que nunca. En mi cama habia un hombre pero sólo un bulto, ya que él me daba la espalda.
Eso llevó a un inminente divorcio, fueron momentos tristes por que supe que nadie terminaba de conocer a las personas realmente, mi ex esposo fue un hombre tan tierno, tan cariñoso al principio pero dia tras dia la careta fue cayendo hasta mostrarme al hombre cruel con el que en realidad me habia casado.
Gregorio fue testigo de mis últimos meses de casada, la angustia que llevaba en mi corazón y en mi alma.
Hubo un momento en que no pude más y me derrumbe, asi que le conté a Gregorio y la decisión que habia tomado.
Él me escuchó y me aconsejó que buscará ayuda para parejas, algo que cuándo se lo sugerí a mi esposo, fue causa de una fuerte discusión.
Asi que un dia, la sexta vez que decidi divorciarme fue la definitiva.
Al llegar al edificio donde trabajaba me quedé un segundo mirándolo, deseaba volver a los momentos en que Gregorio sólo era mi jefe, mi amigo pero no habia ningún sentimiento de por medio.
Bajé y eleve aquella oración al altisimo de todos los dias «bendice mi dia y saca a Gregorio de mi corazón» con paso firme ingresó al edificio y marcó mi hora de entrada.
Cómo siempre Violeta no habia llegado, desde que inició el juego con el jefe, ella dejó de llegar temprano.
Comienzo mi dia con la esperanza de que todo marchará bien. El área en la que yo estaba era sólo de mujeres, unas amargadas, otras alegres pero en si todas eramos un equipo.
La mañana comenzó lenta, me centre en responder correos de proveedores. En organizar mi agenda, a media mañana me doy cuenta que ha entrado un hombre a la oficina, cuándo levantó el rostro suelto un jadeo de sorpresa ya que Edmund mi vecino está ahi, con una sonrisa de medio lado, un mechón de cabello castaño cayendo en su frente.
— hola preciosa — murmura, enarco una ceja, mientras el avanza hacia mi escritorio — no puedo creer en la suerte que tengo, trabajaremos en el mismo lugar — abro mis ojos como plato, ¿Edmund trabajaria aqui? — ¿Te comió la lengua el ratón?.
— no pero ¿De qué trabajaras?
— ventas — sonrie con coquetería.
Él era guapo, no lo podia negar, dudaba de que yo realmente le gustará ya que siempre veia desfilar una chica distinta de su apartamento.
Sus pestañas eran largas, sus ojos azules.
— podemos venirnos juntos por las mañanas en mi auto si lo deseas — suelto una carcajada, tenia mucho tiempo de no reir.
— buenos días — Gregorio está ahi, de pie con la mirada puesta en Edmund y luego en mi, su ceño fruncido. Quizás es por que nunca me había escuchado reir fuerte, no lo sé.
— buenos dias Gregorio — saludó, su mirada es penetrante.
— veo que ya conoces a Edmund — pone sus manos en su cintura.
— si, jefe — responde Edmund pero sus ojos no se apartan de mi, me siento nerviosa... muy nerviosa.
— bien, te mostraré tu escritorio, ya hablé con el área de informática para que te habiliten un computador y está semana se te capacitara en el sistema, espero buenos resultados — Edmund asiente.
— nos vemos luego preciosa — mi vecino y ahora compañero de trabajo no lo dijo sólo para mi, sus palabras fueron escuchadas por mi jefe quién sus mejillas se han puesto rojas.
Lo veo esperar a Edmund que pasé delante de él, la mirada que me ha dedicado Gregorio es muy confusa, pero trato de no pensar en ello.
Hoy habia sido un dia muy raro.
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Mi Jefe©
RomanceCharlene es la secretaria perfecta, la amiga perfecta sólo existe una falla... está enamorada de su amigo que es su jefe. Preciosa portada hecha por: @Sarelighlp