Capitulo 19

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—Vete —me pongo de pie, ella recuesta su espalda en el respaldo de su silla, en sus labios se dibuja una sonrisa. Cruza sus piernas, provocando que su falda se suba y muestre sus torneadas piernas.

—Edmund —muerde su labio inferior y pasa su mano por el escote de su blusa, frunzo el ceño —podemos retomar la relación donde la dejamos y ser felices.

—Tengo una prometida —camino hacia la puerta —estoy ocupado.

—Edmund —escuchó que arrastra la silla —sea quién sea estoy segura que no sentirás lo mismo que sentiste por mi, he sido el amor de tu vida.

—Tienes razón al asegurar que no sentiré lo mismo por ella —se coloca frente a mi, su sonrisa es amplia —lo que sentí por ti fue algo enfermizo, destructivo que me llevó casi a la muerte —su sonrisa se fue borrando lentamente —lo que siento por ella es algo sano, puedo asegurarte que ella es el amor de mi vida.

Da una patada en el suelo y se acerca con los puños cerrados.

—¡Eres un idiota! —su mirada está llena de furia —¡nunca amarás a alguien como me has amado a mi! —ella me da un fuerte pisotón antes de salir de la oficina, cierro la puerta y caminó cogeando un poco hacia mi escritorio.

Me dejó caer en la silla, cierro los ojos por un momento y suelto el aire retenido, no entendía que ganaba Clara mintiendo acerca de Leonardo, si fuera verdad, no entendía la razón por la que mi familia lo había ocultado, aunque Leonardo y yo, no lleváramos la misma sangre, éramos hermanos.

Especial Leonardo

—Debes ser más prudente —papá me observa y se cruza de brazos —no sabemos con quien estamos tratando.

—No imagino quien puede ser —cruzó una pierna sobre la otra — pero puede que estemos exagerando y sólo haya sido un accidente—papá enarca una ceja —De igual forma estoy tomando medidas de seguridad, espero que sólo sea paranoia.

—Esperemos Leonardo  —papá desvía la mirada hacia la ventana y se queda en silencio por un momento  —me enteré que Clara regresó  —suspira —me preocupa Edmund y tú  —Frunzo el ceño —la amaste hijo mío y te destruyó su traición.

—Me afectó Edmund no ella papá —apoyo mis codos sobre mis piernas.

—Te afectó tu hermano y la pérdida de tu hijo  —asiento.

—Estaba muy ilusionado con la llegada de mi hijo  —papá sonríe con tristeza  —sabes como me sentí todos estos años... perdido, sin pertenecer a un lugar.

—Perteneces aquí, tu lugar siempre a sido con nosotros Leonardo, independientemente de cómo llegaste a nuestra vida.

—Muerto de frío y muerto de hambre  —aprieto mis puños, los recuerdos aún dolían y mucho  —sin esperanza de vivir

—No mires más atrás, eso es pasado

—Un pasado que me atormenta, aún no entiendo que orillo a unos padres dejar a su hijo tirado en la calle

—Leonardo  —papá avanza hacia mi —sea lo que sea ya no importa, tú tienes una vida

—Una vida que casi término la noche que me encontraste  —papá coloca su mano en mi hombro.

—No pienses más en eso  —lo miró a los ojos.

—Eso aún me atormenta, siento los golpes en mi espalda —sonrió llenó de burla  —¿qué daño podía hacerles un niño de seis años a todos esos adultos de mierda?

—Ninguno  —papá acaricia mi mejilla suavemente  —ya no pienses en el pasado, déjalo estar.

Mi mandíbula se tensa ante el recuerdo que bailaba en mi mente, tratando de revivir el dolor, la angustia, la desesperación y sobre todo la incertidumbre de si iba a sobrevivir.

—Voy a trabajar, sólo pase a saludar

—Leonardo  —me detengo y miró a papá  —te amo, no olvides que tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti.

—Gracias papá

Charlene

¿Cómo te sientes? —Edmund se acerca a la cama con una bandeja, se inclina y besa mi frente.

—Cómo si me embistió un auto  —sonríe y coloca la bandeja en la mesita de noche, mientras me ayuda a incorporarme en la cama, acomoda las almohadas detrás de mi espalda. Una vez estoy lista coloca la bandeja en mis piernas, miró los alimentos y sonrió. Edmund debía pensar que tenía mil años de no ingerir bocado ya que había preparado comida para un regimiento.

—Si tienes mas hambre me avisas para prepararte más comida  —enarcó una ceja,  mientras hundía la cuchara en un delicioso flans  —ese es el postre  —cierro los ojos mientras mis papilas gustativas se derriten ante el sabor de la vainilla  —Traje pescado, ternera, pollo y devoras primero el postre  —abró los ojos y suelto una carcajada, Edmund parecía un niño enojado, estaba de brazos cruzados, el ceño fruncido y haciendo pucheros. Era tan adorable.

—Los probaré, no pude resistirme al flans se veía tan delicioso  —aclaró mi garganta  —dile al shef que está de maravilla su postre, puede pedirme lo que quiera por su delicioso postre  —muerdo mi labio inferior y lo veo de una manera sugerente.

Él camina hacia mi y apoya una rodilla en la cama.

—Le diré al mayordomo de mamá  —lo veo sorprendida, pensé que él había preparado el flans, lo escucho soltar una carcajada y su mirada es oscura  —yo lo preparé y este shef, tomara al pie de la letra sus palabras señorita  —retira la bandeja y la coloca en la mesita de noche, luego jala mis piernas para que quede acostada en la cama, sus dedos se acercan a los botones de mi camisa para desabrocharlos, al sentir el contacto de sus dedos con mi piel, mi cuerpo temblo al sentirlo... había pasado pensando todo el día, si no tenía el amor de Edmund iba a tomar lo que me ofrecía. Quizás un día él llegaría a amarme, ya que sin hacerlo, él me trataba como si yo fuera lo más valioso que él tuviera en su vida.

Mis pensamientos se pusieron en blanco al sentir los besos de Edmund en todo mi cuerpo, viviría mi momento.

Kateromantica

Mi Jefe©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora