El almuerzo fue en medio de una conversación amena. Ambos hermanos bromeaban entre ellos, me daba cuenta que entre ellos había una camaradería.
—¿Gregorio se queda? —Edmund se encoge de hombros.
—Es un buen elemento Leonardo —me remuevo en mi silla al sentir la mirada penetrante de Leonardo —he sido claro con él.
—Bien —fue la respuesta de él, lo miró sorprendida ya que no habia peleado por que se quedaba como esperé. Me di cuenta que cambio rápidamente la conversación, pero su mirada era constante.
Al finalizar el almuerzo, tenia un fuerte dolor de cabeza.
—¿Estás bien? —Edmund sujetó mi mano entre las suyas, sentí un delicioso calorcito en la palma de mi mano ante su tacto, mi mirada se poso en nuestras manos entrelazadas, mi mano se veia pequeña entre la suya.
—Me duele la cabeza —Leonardo no habia permitido que Edmund pagara la cuenta, él estaba entregando su tarjeta de crédito pero sabia que estaba al tanto de nuestra conversación —bebere un analgésico en la oficina.
—Nena debe ser que pescaste el mismo virus que yo tuve —acaricia mi mejilla suavemente, provocando que cerrara los ojos, era tan delicioso sentir sus caricias.
—Deberias irte a casa cuñada —abro los ojos de un golpe y Leonardo está frente a nosotros —si gustas Edmund puedo reemplazarte está tarde, asi atiendes a tu novia.
—No, estoy bien —Leonardo niega.
—No lo estás, ve a descansar. Tú decides Edmund si te vas con ella, sabes que puedes contar conmigo.
Edmund asiente y pasa su mano por mi frente.
—Estas un poco irritada, vamos a tu apartamento, Leonardo nos deja en el estacionamiento para buscar mi auto.
Suspiró y decido que no seguiré protestando, ambos están cerrados en que no estoy bien.
—vamos —susurró, senti su brazo rodear mi cintura, me daba cuenta que muchas mujeres en el restaurante miraban a Edmund y a Leonardo. Ambos hermanos eran guapos, muy distintos pero guapos.
Recoste mi cabeza en su pecho, mientras aspiraba su colonia, Dios bendito, ¿Cómo era posible que sólo el olor de este hombre me trastornara? Me hacia desear besar su piel desnuda.
Al llegar al auto de Leonardo, sentia mi rostro arder de vergüenza, cada paso que dimos mi mente iba imaginado miles de cosas con su cuerpo. Suspiro y pienso que di debia estar enferma por que ni con Gregorio me había pasado.
Al subir el auto, me siento un poco retirada de Edmund, él me estaba trastornando los sentidos, no evite mirar como la tela de su pantalón reflejaba aquella pierna bien formada, mis manos hormigueaban por tocarlo, las junte y cerré los ojos... grave error, estaba mas consciente de su olor, del timbre sexy de su voz... y su tacto.
Llegar a la empresa fue una lenta agonía, al bajar del auto de Leonardo solté el aire retenido. Senti su mano sujetar mi cintura. Sabia que lo hacia para los ojos de su hermano pero de cierta manera me estaba enloqueciendo su toque.
Al despedirnos de Leonardo y caminar a su auto, lo hice como una zombie, mi cerebro estaba centrado en las mil sensaciones que estaba sintiendo solo con su toque.
Al subir a su auto, cerré los ojos mientras él lo rodeaba para subir y conducir.
—Estás roja —murmura —puede ser el virus.
Pasó mi mano por mi rostro, estaba roja pero de todo lo que se habia venido a mi mente.
Al llegar a los apartamentos, él abrió mi puerta y sin decirlo me levantó en sus brazos, solté un jadeo pero de alegría, al fin mi celibato llegaba a su fin pensé, con suavidad fui depositada en mi cama, él se arrodilló y solto las correas de mis sandalias.
—Recuestate, buscaré los analgésicos — lo veo salir de la habitación, tapó mi rostro con la almohada, moria de deseo por Edmund, esto me tenia un poco desconcertada, yo, no era de mucho de andar acosando a un hombre aunque fuera en la mente.
Cuándo regresa, trato de ignorar mis pensamientos.
—Toma —me pasa un vaso lleno de agua y dos pastillas, las cuales me tomó apresurada.
—Calma.—él se ha acercado, de hecho se está quitando los zapatos y el saco, la parte de su lado del colchón se ha hundido —ven acá, se que se siente horrible ese maldito virus, pero yo estaré aqui para cuidarte.
Sonrió un poco y escondo mi rostro en su cuello, este hombre estaba para comerselo enterito.
Su mano sube y baja en mi espalda. Cierro los ojos y recuerdo que mi ex esposo me trataba de tempano de hielo en la cama y no mentía, hasta el dia de hoy no habia podido llegar hasta tan anunciadas crestas de placer por mis amigos que hasta llegué a pensar que eran cuentos, pero ahora estaba segura que no lo era, sólo su caricia en mi espalda y su olor habian hecho estragos en mi.
Necesitaba dormir, si, al hacerlo no estaré pensando en locuras, ni en mil maneras de como desnudarlo, acaricarlo y luego dejarme llevar por mi instinto.
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Kateromantica🌼
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Mi Jefe©
RomanceCharlene es la secretaria perfecta, la amiga perfecta sólo existe una falla... está enamorada de su amigo que es su jefe. Preciosa portada hecha por: @Sarelighlp