Capítulo 11

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Edmund

Bajó del auto y subo rápidamente los escalones para entrar en el ascensor.

Al llegar a mi piso, me detengo frente a su puerta, tocó el timbre y espero. Cuándo abre la puerta, su mirada era furiosa.

—Traje la cena —levantó las bolsas y ella entrecierra los ojos —mi bandera de la paz,lo siento Charlene.

Ella se hace a un lado y entró. En la mesita del centro de su sala había un tarro de helado, una película romántica en la tele.

—¿Ya habías cenado? —ella niega y me dirijo hacia su cocina, buscó platos y vasos.

Ella se sienta en el otro extremo y siento su mirada sobre mi.

—¿tú me vigilas? —dejó de sacar la comida y la observó.

—No —se cruza de brazos.

—¿Cómo sabes que es mi restaurante favorito?

—Soy observador —me encojo de hombros y sirvo la comida  —he visto al chico que viene a dejarte comida cuándo pides, nada más.

Me siento junto a ella y antes de comer, acercó mi mano a la de ella y la sujetó.

—Lamentó mi comportamiento de está tarde, discúlpame Charlene.

Su mirada se posa en nuestras manos y retiro la mía, no podía forzarla a amarme, me había quedado más tiempo en la oficina meditando.

Aunque yo estuviera perdidamente enamorado de ella, no podía exigirle  que me amará, sus palabras fueron claras está tarde para ella yo era sólo un amigo.

—Está deliciosa —sonríe y me sentí mejor.

—Me alegra —llevó un bocado a mi boca y mastico sin dejar de verla, era preciosa.

—¿Qué tal tu primer día en el trabajo? —ella deja de comer y se pone sería.

—Mucho trabajo acumulado, he citado a Gregorio a una reunión el día de mañana. Tenemos que tomar muchas medidas para corregir el mal funcionamiento de la empresa.

—¿No vas a despedirlo? —niego, ganas no me faltaban pero ella me había pedido que fuera justo y le diera una segunda oportunidad, Gregorio había desempeñado bien su trabajo, había decaído hacia unos meses atrás. Papá había dejado de llegar diario a la empresa, ya se sentía cansado, así que creyó conveniente dejar todo en manos de Gregorio pero esté no había sabido honrar la confianza puesta en él.

Cuándo comenzaron a llegar las quejas a la central telefónica de atención al cliente, fue una alarma para Leonardo y para mi, así que tomamos la decisión  de que yo entraría a trabajar como un vendedor, de está manera sabría si las quejas eran reales.

—No —ella suelta el aire retenido y sonríe, él no merecía su amor.

—Gracias Edmund.

—Estará a prueba Charlene, si no la pasa será despedido —ella guarda silencio por un instante y luego asiente.

—Es lo justo —declara —Tengo una curiosidad, ¿por qué Leonardo toma las decisiones?

Doy un sorbo a mi bebida, ella me observa con esos grandes ojos que me encantaban. Tenia pecas en su nariz, sus labios eran de un rosa tentador.

—Él está a cargo de los negocios, papá le entregó el control de todos nuestros negocios. Él es una persona responsable.

—También lo eres —niego y desvío la mirada.

—Un tiempo no lo fui, me dediqué a derrochar, todo lo tenia en bandeja y no  valoraba nada —bajó mi mirada hacia mi plato —luego entendí que nadie me tomaría en serio por la manera de vivir que llevaba.

—Lo importante es que te diste cuenta a tiempo —sigo comiendo en silencio, todo cambió para mi, ese día que la conocí.

—Así es ¿recuerdas el día que nos conocimos?

Me observa y entrecierra los ojos.

—Quebraste mi cuadro

—Vuelvo y repito, fue un accidente. Sólo quería ayudarte a subir tus cosas pero tropecé y se quebró. Aún me duele tu puñetazo.

—Amaba ese pintura, mamá la había pintado.

—Lo lamentó tanto ¿aún lo conservas? Puedo pedir que alguien lo restaure.

—No te preocupes Edmund, ya pasó.

Tomé su mano entre las mías y besé sus nudillos.

—Fue un lamentablemente accidente.

—Gracias por la cena —murmura.

—¿Me has perdonado? Prometo que no volveré a interferir en tu vida, como la hice está tarde.

—Te perdono Edmund.

Me pongo de pie y empiezo a recoger los platos.

—Yo lo haré —niego y ella enarca una ceja.

—Los dos, yo lavo y tu secas.

—¿Es en serio?

—Muy en serio Charlene — remangue las mangas de mi camisa y me dispuse a lavar, ella me miraba un poco sorprendida, quizás era difícil de creer que yo lo hiciera, me había ganado a pulso el que creyeran que era un bueno para nada.

Al terminar la labor, seque mis manos.

—Bueno,mañana a trabajar —tocó  la punta de su nariz con mis dedos y salgo de su apartamento, dolía y mucho saber que no era correspondido. Seria su amigo como ella quería.

Al entrar a mi habitación, la soledad me abrazó una vez más, llevaba meses sin llevar a una chica, cuándo tuve más contacto con Charlene y pensé que tenía una oportunidad, estaba ciego a la realidad. Ella amaba a Gregorio.

Me dejé caer en mi cama y fije mi vista en el techo.
Cuando Leonardo hiciera el traspaso legal, me daría una oportunidad con alguien más, habían buenas chicas aún en este mundo.

Cuando Leonardo hiciera el traspaso legal, me daría una oportunidad con alguien más, habían buenas chicas aún en este mundo

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Mi Jefe©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora