Capitulo 4

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Mi cuerpo se sobresalta al sentir el apretón en mi pierna, debajo de la mesa. Trató de no mirarlo y continuar pendiente de los puntos de opinión de nuestro cliente. Obviamente Gregorio no estaba de acuerdo con lo que el gerente estaba exponiendo. Con disimulo, me remuevo en mi silla para poner más distancia entre Gregorio y yo. Su pierna estaba pegada a la mia, su mano habia apretado fuerte mi pierna. Sé que estaba molesto con el cliente pero me tomó desprevenida.

Al terminar la reunión y con el compromiso de revisar la solicitud del cliente nos despedimos.

Caminamos en silencio hacia el estacionamiento pero me detengo y lo enfrento.

- no vuelvas a asustarme cómo lo hiciste- me mira confundido - pudo pasar cuándo me apretaste la pierna que yo te hubiera golpeado por reflejo, hubiera pegado un grito, cualquier cosa y ponernos en evidencia.

- me molesto tanto, escribí en una esquina de una hoja esperando leyeras para ponernos de acuerdo como otras veces pero no lo hiciste - me cruzo de brazos y lo observó ¿Por qué Gregorio? ¿Por qué ahora?

- prometo estar pendiente de tus escritos en las reuniones - me giró molesta y esperó que abra el auto.

- ¿Estás molesta? - cierro los ojos y llevó mis dedos a mi sienes.

- un poco tensa - sacó el móvil de mi bolsillo y veo tres llamadas perdidas de Violeta... este era otro problema, cada vez que salia con Gregorio a visitar a un cliente las llamadas de ella no faltaba. Quizás pensaba que íbamos a otro lado, desde que ella llegó a la oficina, mi amistad con Gregorio habia cambiado mucho, nuestras salidas a almorzar eran inexistentes, las charlas donde él me comentaba algún problema de la empresa y me pedia mi opinión ya no pasaban más. Ni siquiera yo podia llegar a su oficina para conversar unos minutos ya que Violeta llegaba haciendo una pregunta tonta... lo acaparaba y yo ya estaba cansada de esto.

Centre mi mirada en el paisaje y me dije a mi misma que habia tomado la decisión correcta... era tiempo de seguir con mi vida.

- ¿Qué piensas de Edmund? - lo veo de reojo y suspiró.

- es un hombre muy agradable, carismático.

- ¿Si?

- si - extiende su mano y sube el volumen a su tocacintas, la música inunda el auto.

Al llegar a la oficina, subi apresuradamente, el cambio de humor de Gregorio no me sentaba nada bien. Su ceño era fruncido, su rostro estaba rojo... estaba molesto, supongo que recordó la reunión.

Caminó a mi escritorio y empiezo a escribir los puntos de la reunión.

- ¿Ya te vas?- Edmund me pregunta desde su escritorio, sonrió y asiento - bien - responde.

Termino de enviar unos correos y empiezo a guardar mis lapiceros, apagó el computador y revisó mi bolso que no falte nada.

Violeta no se ha movido de su escritorio, está centrada en su pantalla. Se levanta y toma su computador... muy propio de ella buscar las reuniones con Gregorio a la hora de salida. Tantas veces mi corazón se llenaba de tristeza, rabia, impotencia por que a mi mente venían imágenes de ellos dos haciendo el amor en el escritorio de Gregorio.

Apresure el paso para salir de la oficina, no iba a permitir que todas esas emociones negativas fueran mi compañia está noche.

Arranque el auto y está vez me permití bajar la velocidad, no iba a ir frenética por las calles... no, iba a ir despacio, contemplando los últimos rayos del sol del dia.

Me llevé una hora en llegar a casa pero no me importó me sentia más relajada. Al abrir la puerta de mi departamento, me quite los zapatos... solté una risita por que estaba loca, yo odiaba el desorden. Mi sala era tan ordenada, ni una mosca se atrevia a volar ahi. Me dejé caer en el sillón y cerré los ojos.

Iba a cenar está noche mucha grasa... si... desde hace muchos años que no me daba ese gusto. Abro una botella de vino y me sirvo, subo la radio y empiezo a revisar el refrigerador. Cuándo he sacado la carne, las papas sonrió y me dispongo a hacer mi cena... a consentirme.

Baile y cante a todo pulmón mientras la comida estaba en el fuego.

Calló al escuchar que tocan la puerta y me dirijo a abrir malhumorada, no podia gritar en mi propia casa.

Edmund está en la puerta, con una sexy sonrisa... este hombre era la tentación andante. No llevaba camisa, solo unos pantalocillos.

- trató de ver el juego pero tu melodiosa voz no me deja escuchar - río un poco y él enarca una ceja - ¿Qué te causa gracia?

- mi ex esposo decia que cuándo yo cantaba el sonido era tan molesto, ya que se escuchaba cómo si estuvieran degollando a un animal.

- no sabia reconocer el talento- muerdo mi labio inferior por que tenia mucho tiempo desde la última vez que alguien me dijera algo bonito, aunque no fuera real.

— debes opinar los mismo — suelto una risita, cuatro copas de vino, estaban haciendo lo suyo.

Edmund me recorre con la mirada de la cabeza a los pies, se recuesta en el umbral de la puerta.

— nunca te había visto asi... tan relajada, descalza, con mechones fuera de lugar, no sé si es idea mia pero Edmund está más cerca.

— hoy es diferente, estoy celebrando — siento su respiración más cerca, levantó la mirada hacia él y puedo notar que sus ojos azules, tienen manchitas verdes, que sus pestañas son largas, que su nariz tiene una pequeña desviación y eso lo hace verse endemoniadamente atractivo, que su boca es bien delineada y que está más cerca de la mia.

— buenas noches — ambos nos miramos, creo estoy aturdida por la decisión que he tomado hoy de olvidar a Gregorio que lo estoy escuchando en este momento, casi lloriqueo al ver que Edmund se está incorporando.

Ante mi está Gregorio, su mirada está sobre Edmund y en mi. Su ceño está fruncido.

— buenas noches — responde Edmund mientras se cruza de brazos.

— te estuve llamando Charlene,cuándo ibas saliendo de la oficina, tenemos unos puntos que ver para la reunión de mañana.

— ¿A que horas es la reunión?

— a las 8 — suelto el aire del fastidio, queria besarme con Edmund, extrañaba esas muestras de afecto.

— pasa Gregorio, al fondo está el comedor. Ya te acompaño.

Él entra pero me ha lanzado una mirada asesina, la cual no me importa... no, lo iba a olvidar. Llegaba a casa horas después de la salida... después de estar con Violeta.

— trabajo — Edmund sonríe de medio lado.

— una noche aburrida— susurró, él enarca una ceja y da un paso hacia mi.

— opinó lo mismo, debo irme...— sonrie — hoy tengo una cita — toca la punta de mi nariz y se marcha.

Me he quedado con la boca abierta, ¿Una cita? Quiso besarme y luego saldria con otra... sentia furia por que casi todos los hombres eran unos malditos, con furia tiró la puerta, agarró la botella de vino y me sirvo otra copa, brindaba por el promiscuo de Edmund.

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Kateromantica🌼

Mi Jefe©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora