Charlene es la secretaria perfecta, la amiga perfecta sólo existe una falla... está enamorada de su amigo que es su jefe.
Preciosa portada hecha por: @Sarelighlp
Al llegar a la oficina, mi escritorio estaba arreglado con motivos de cumpleaños, en el techo habían colgado los globos.
Las felicitaciones llegaron por doquier, me encontraba en medio de un círculo. Todos mis compañeros me estaban felicitando.
Agradecí con una sonrisa, me senté y me dediqué a revisar los correos, mi mirada se desviaba al sitio de Edmund pero seguía vacío. Frunci el entrecejo y me sentía inquieta por que no sabia nada de él.
Casi a las 10: am aparece Violeta, me sonríe y me felicita de largo. Al minuto entra Gregorio, muerdo mi labio inferior al verlo llegar con un ramo de flores.
— felicidades Charlene — se acerca y me da un beso en la mejilla — son para ti.
Las tomó y le sonrió... nunca me gustaron las rosas... si los tulipanes, los girasoles, con cuidado las colocó en el escritorio y busco a la encargada de limpieza por algún lado debía haber un recipiente para colocar las flores.
Al poco rato se aparece la amable señora, con las flores en un recipiente, lo coloca en mi escritorio, le agradezco y se marcha.
— bonitas rosas— murmura Violeta, su dedo pasa por uno de los pétalos de una de las rosas— muy bonito detalle de Gregorio.
— lo es — sigo escribiendo en mi computador pero ella sigue junto a mi escritorio —¿necesitas algo?
Su mirada no me gusta.
— nada — me da la espalda y la veo abrir la puerta de la oficina de Gregorio sin tocar, suelto el aire retenido y continuó haciendo mi trabajo.
Antes del mediodía me siento inquieta por que aún no ha llegado Edmund, buscó mi móvil... podía que estuviera enfermo.
Marcó su número, este suena y ya voy a colgar cuándo escucho su voz.
— Hola
— Edmund.
—Charlene — susurra, su voz se escucha ronca.
—¿estás bien?
—un poco de dolor de garganta, cabeza.
— ¿has tomado algo?
—no me he podido levantar de la cama.
La puerta de la oficina de Gregorio se abre, Violeta y él vienen saliendo.
— Charlene, iremos a almorzar, tú y yo— declara Gregorio.
Aún no he terminado la llamada, escuchó al otro lado.
— voy a dormir— escuchó el clic del fin de la llamada.
Colocó el móvil en el escritorio y le sonrió a Gregorio.
— gracias por la invitación pero antes que llegaras había quedado con alguien a la hora de almuerzo, disculpa Gregorio. Lo dejamos para otro día.
Me pongo de pie y buscó mi bolso, faltaban cinco minutos para la hora de almuerzo, por primera vez iba irme antes.
— nos vemos luego chicos— no me atreví a mirar a Gregorio, lo había rechazado pero no tenía el corazón de ignorar a Edmund.
Conduje rápidamente hacia el apartamento, en el refrigerador tenía una sopa de pollo que hice el fin de semana. Yo era amante a las sopas.
La caliento y la colocó en una bandeja, con un poco de dificultad salgo de mi apartamento y me colocó frente a la puerta de Edmund.
Tocó y esperó, no escuchó ruido, vuelvo a hacerlo pero esta vez más insistente. Pegó mi oreja en la puerta y escuchó una puerta abrirse, él ya había salido de su habitación.
Abre la puerta y su mirada es de sorpresa, se hace a un lado y entró.
— Charlene — susurra.
— te ves fatal Edmund.
— me duele horrible la cabeza y la garganta, pensé ibas a almorzar con el jefe.
— ven, está sopa te ayudará — él avanza hacia su habitación, por primera vez yo estaba en su apartamento, su habitación. Estaba limpia y ordenada para ser un hombre.
Su cama era grande, el cobertor era negro de seda.
— no tengo hambre, lo único que deseo es cerrar los ojos.
— come, buscaré en tu botiquín algún analgésico. Debes ir al médico, puede ser un virus—mientras hablaba, él se había acomodado en la cama, me acerqué y le coloque la bandeja en sus piernas. Me dirijo hacia su botiquín y me apresuró a llevarle dos pastillas.
Está comiendo y su mirada está fija en mi.
— primera vez que vienes a mi departamento — asiento y me siento frente a él en la cama.
— ¿tú familia tiene algún médico de cabecera para que venga?
No responde por que suena el timbre.
— ¿esperas a alguien? — niega, así que me levantó para dirigirme a la puerta.
Al abrir su hermano está en el umbral, enarca una ceja al verme.
— Charlene — saluda y pasa — ¿Edmund?
— en la habitación— camina decidido y yo lo sigo.
— te he llamado toda la mañana, igual a tu trabajo —Edmund deja la cuchara—¿estás bien?
—no, me duele la garganta y la cabeza. Charlene me trajo sopa y me dio unos analgésicos.
— gracias — me indica Leonardo, él era frío pero me daba cuenta que amaba a Edmund.
— no tienes que darlas —miró mi reloj — ¿te quedarás con Edmund? Debo regresar al trabajo.
— no te preocupes, también llamaré al médico — recordaba que ante Leonardo éramos novios, con cuidado me acercó a él, levanta su rostro y sonríe, lo veo un poco atontada. Él era guapo pero tenia esa sonrisa de niño bueno... me gustaba.
Bajó mi rostro con cuidado y al besar su boca, siento que mi corazón ha dado un giro dentro de mi pecho... cuándo me separó de él, nos miramos por un momento.
— nos vemos más tarde— salgo de la habitación pero no avanzó mucho, he olvidado las llaves de mi apartamento, al girarme me detengo.
—Pensé era una farsa tu noviazgo pero al encontrarla aquí cuidandote me hace darme cuenta que estaba equivocado — sonrió — mañana será el cambio Edmund.
—¿sólo por que la encontraste aquí?
—no, para eso te llamaba para decirte lo del cambio, tenía mis dudas hermano pero han sido despejadas.
Caminó hacia la habitación.
— lo siento, dejé mis llaves — estaban en la cama de Edmund, las recojo y puedo ver su mirada. Él está feliz... había obtenido lo que deseaba, el negocio del que me había hablado cuándo me pidió que fingieramos ser novios.
Sali de ahí, feliz por él, lo había ayudado en lo que tanto anhelaba pero de repente me senti triste por que quizás él se iría de la empresa y ya no lo veria seguido. No quería que las cosas volvieran a ser como antes...
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