× N E V A D A

1.5K 218 327
                                    

¡No podía creerlo! ¡Ahí estaba yo, luciendo un vestido rojo por capricho de mi madre, enfrente de Soraru-san, mi vecino quien tiempo después terminé enamorado de él y con quien tengo una relación un tanto libre (y lo digo porque no solemos decir que somos novios)!.

El vestido no era largo, me llegaba por encima de mis piernas, y con la caída se había levantado un poco, justamente enseñando mis muslos. Los zapatos de tacón se habían salido de mis pies, éstos dolían por el esfuerzo que hacía por mantenerme en equilibrio, y si tan solo la vida no fuera tan cruel conmigo, una pose femenina y después de mi caída no me facilitaba las cosas justamente ahora.

---¡So-So-Soraru-san!--- chillé con mi rostro encendido de la vergüenza.

---M-Mafumafu...--- fue lo único que pudo salir de sus labios. Él también estaba con un leve sonrojo en sus mejillas.

---¿Te encuentras bien, hijo?--- preguntó mi madre sin siquiera acercarse a ayudarme.

Me levanto del suelo con el cuidado de no exponer más mi piel, bajando la parte inferior del vestido y caminando rápidamente hasta el baño que no estaba ni a diez pasos de distancia.

---¡E-estoy bien!--- mentí. ¡Claro que no estaba bien! No con lo que acaba de suceder.

Ahora sí que no deseaba ver a Soraru-san por el resto del día y la semana entera.

Cuando estoy cambiado y listo para salir, aprieto el vestido contra mi pecho, abro la puerta del baño con mucho silencio, salgo de ahí y camino hasta la sala principal, haciendo mi aparición con la mirada agachada y con la vergüenza aún plasmada en mis mejillas.

No tengo dignidad suficiente para ver a Soraru-san a la cara, mucho menos para saludarle o tomar asiento a un lado de él. Y cuando el silencio se hace verdaderamente incómodo, mi madre aparece como mi salvadora, y en sus manos lleva el álbum de fotos memorables; en ella va la dichosa fotografía que no dejó dormir a mi madre en una noche.

---¿Tú y Mafumafu iban a salir?--- pregunta ella mientras toma asiento en el sillón mediano.

---S-sí...--- responde nervioso el azabache.--- Habíamos quedado de ir a comprar unas cuantas cosas al centro comercial.

Dios, díganme que estoy en un error, pero las palabras empleadas fueron las mismas que los chicos dicen frente a la familia de una joven chica que resulta ser su novia, o peor aún, su esposa.

Tragué saliva con dificultad, ni mi nerviosismo ayudaba a la situación.

---Tú y Mafumafu se llevan muy bien--- la mirada de mi madre pasa de Soraru-san hacia mí.--- ¿Será cosa del destino que se hayan vuelto a encontrar?

---¿Qué es lo que dice?--- la voz de Soraru-san va bajando poco a poco hasta no ser audible para los pocos cercanos.

Elevo mi mirada a toda prisa, viendo a mi madre con temor a su próximo comentario.

---Sé que va a sonar muy loco, pero necesito salir de esa pequeña duda--- mi madre le entrega a Soraru-san el álbum de fotos. En él hay un separador, Soraru-san abre el álbum en la hoja indicada y observa con atención la imagen ahí colocada.--- ¿No eres tú el niño que aparece a un lado de mi hijo?

Por un momento, Soraru-san se la pasa observando la imagen con mucha atención. Eso me hace pensar que mi madre se ha equivocado, pero poco a poco los ojos zafiro del mayor se van abriendo más por la sorpresa de la fotografía.

---Sí, soy yo--- dice sorprendido.--- Esta fotografía... ¿Desde cuándo es esta fotografía?

---Los años ya no son tan importantes como la revelación que acabas de dar--- mi madre sonríe de oreja a oreja.

El Gato Negro  [SORAMAFU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora