× D I S F R A Z

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No estoy seguro de que esté sano. Pienso que esas pastillas han quedado grabadas aún en su estómago, y tarde o temprano iban a hacer problemas en mi amado.

Soraru-san permaneció en el hospital por casi una semana. Esto debido a que su organismo aún tenía complicaciones a causa de las pastillas, y no solo su estómago, sino que también tenía ciertos bajones que lo hacían ponerse pálido y al borde de un colapso.

Estaba asustado, me sentía inútil, pero claramente esos sentimientos eran los mismos que he estado sintiendo de vez en cuando al estar con Soraru-san. Y ahora, aquí lo tenía, a un lado mio.

Estábamos en su habitación casi a oscuras. Muffler le daba cariño con solo sus ronroneos, estaba al pendiente de él como lo hacía yo. Sus maullidos me hacían entender (en donde quiera que estuviera de su departamento) que el mayor estaba dispuesto a pararse, o a hacer un esfuerzo muy grande.

Yo dejaba de lado lo que estaba haciendo y salía corriendo hacia su habitación, le regañaba al azabache como un niño pequeño, y después tomaba asiento a su lado, ambos riendo de cualquier cosa que se nos atravesaba en la mente en ese mismo instante.

---¡Haz estado comiendo bien! ¡Te recuperarás pronto!--- acaricio al adorable de Muffler que se encuentra en mis muslos.

---Lo he hecho gracias a ti, Mafumafu--- la voz de Soraru-san me derretía el corazón en segundos.

Realmente le amaba tanto, que asustaba. Asustaba porque, ¿qué iba a hacer yo si él llegaba morir?

Tenía miedo de amarlo y que él dejara de amarme. Tenía miedo de que estos sentimientos sean confundidos por algo tóxico, muerto. Tenía tanto miedo de tantas cosas que se me cruzaban en la mente, que me disponía a pensar en lo que eramos y en lo que nos puede llegar a pasar.

Eramos con florecillas separadas. Yo, viéndome y siendo tan débil, y Soraru-san san, no viéndose débil, pero realmente siéndolo.

Una mano del ya mencionado se mueve hasta mis manos unidas entre sí, la coloca encima de las mías y las aprieta levemente. Mi mirada se eleva hasta sus ojos zafiro, lugar donde siempre me veo reflejado y siento que es porque aún me sigue amando.

El día que ya no me vea en sus ojos zafiro, será el día que su corazón ya no se sienta conectado al mío, o simplemente será porque los dos habremos muerto.

---Y no irás a esa fiesta de disfraces... Lo siento mucho--- se lamenta el mayor, pero la verdad es que no era su culpa.

---Quiero quedarme aquí, contigo...--- mis ojos buscan nuevamente los suyos que se han apartado.--- No quiero dejarte solo... Porque yo tampoco quiero estarlo.

Solo bastaron mis palabras de niño enamorado para recibir un fuerte abrazo por parte de mi amado. Sus labios me hacen cosquillas en mi oído y en mid mejillas, no le había visto hacer ese acto tan romántico, nunca.

---Quiero estar mejor. Quiero salir de aquí. Realmente me muero aquí...--- sonaba débil, como si necesitara urgentemente el sonido de las personas ir de un lado al otro, como si la luz del sol le hiciera falta para estar 100% mejor.

---Yo también quiero salir contigo...--- coloco mi cabeza en su hombro.--- Quiero ir a muchos lugares contigo, Soraru-san...

---No te vayas de mi lado, Mafumafu. No lo hagas, por favor...--- sus labios llegan hasta mi frente, lugar donde me besa casi eternamente.

---Y tú no te vayas de mi lado, Soraru-san. No te marches con la intención de nunca regresar...--- digo entre casi sollozos, muriendo a la vez de vergüenza por esas palabras que yo creí que nunca diría con tanta verdad.

El Gato Negro  [SORAMAFU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora