× P A S T I L L A S

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Siento mi cuerpo atrapado en los brazos de Soraru-san. Quiero seguir durmiendo a su lado, no quiero pensar en cosas agobiantes o que arruinen el momento que yo mismo considero perfecto, pero mis párpados no tienen piedad de mí y termino abriendo mis ojos, encontrando el rostro sereno de mi amado a centímetros del mio.

Todavía no lo supero, Soraru-san esta enamorado de mí, me ama tal y como yo lo amo, y eso me hace querer vivir toda una eternidad gracias a él.

Siento que con esas palabras soy capaz de hacer cualquier cosa, como tocar su rostro ahora mismo. Mis manos pasan por su mejilla expuesta a la luz, mis dedos se mueven en círculos y buscan que los ojos del mayor se abran para poder apreciar mi felicidad en esa mañana. Pero no sucede. Mi tacto no lo despierta, es como si no sintiera mis dedos o mi cuerpo entre sus brazos, como si estuviera muerto, pero sé que esta respirando y eso no me alarma la mente.

Esta profundamente dormido. Tal vez sea porque estos últimos días había estado trabajando hasta tarde con personas tanto menores como adultas.

Soraru-san tiene espacio para escuchar los problemas emocionales de los demás, tiene ideas para alejar las tormentas que los recuerdos del ayer le ocasionan a personas heridas del corazón o el alma, y tiene la paciencia y sensibilidad con alguien torpe y aniñado como yo.

Por fin, después de largos minutos los ojos zafiro de mi amado quedan al descubierto. Sigue algo dormido, pero tiene la capacidad de sonreirme y dedicarme los buenos días con su voz ronca y somnolienta.

Mi piel se tensa de solo escucharlo.

---Buenos días Soraru-san--- le devuelvo la sonrisa y siento como su cuerpo se junta más con el mío.

---No sabes lo mucho que esperé para que este día, llegara--- comenzó a hablar aún con la sonrisa en sus labios.--- Despertar y que tú estés a mi lado. Realmente extrañaba esto...

No puedo evitar que mis mejillas terminen sonrojadas.

---¿E-Enserio?--- quiero ocultar mi rostro con la sábana, pero por alguna razón mi mano no se mueve para tirar de ella.

Soraru-san asiente con una sonrisa y yo se la devuelvo como un tonto enamorado.

Muffler se encuentra a una esquina de la cama, nos observa curiosos y sus orejitas se mueven depende del sonido que estos lleguen a captar.

[*•°*•°*•°]

Ambos comíamos el desayuno que nos había costado a ambos hacer hace unos minutos. No porque nuestra experiencia para cocinar fuera muy pobre (aunque era cierto) sino porque queríamos crear algo nuevo y extraño, pero sin hacernos daño. 

---Soraru-san...--- antes de llevar un bocado a la boca, quise asegurarme de lo que vi anoche.--- Antes de quedarme profundamente dormido, vi que tomaste un frasco de pastillas color blanco y entraste al baño. ¿Te sentías mal?

Al terminar de hablar y de mirar al azabache con preocupación, puedo jurar que su expresión es casi de espanto. Incluso su piel palideció y dejó de masticar la comida que había llevado a su boca con la ayuda de su tenedor.

Toma su tiempo para digerir y refrescar su garganta con un poco de jugo de naranja.

---Sí...me sentí mal anoche. Me dolía la cabeza--- se encoge de hombros y vuelve a comer.--- Hoy no quiero ir al trabajo.

---Descuida. Espero y ese dolor ya no regrese--- le sonrío y vuelvo a encajar el tenedor en la comida.--- No sabía que los sábados también trabajabas.

---Me pidieron que fuera por unas cuantas horas, pero realmente no quiero...--- hace un gesto de desagrado y yo dejo salir una risita por su expresión.

El Gato Negro  [SORAMAFU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora