Cuatro dias despues.
—Mila te llamó para poder rastrear donde estas viviendo — me avisa Niall cuando contesto el telefono. Lo coloco en alta voz para poder seguir pintando parte de la habitación de Miri.
—La llamada parecia de un telefono público. No era uno normal.
—Ella no está sola en esto, alguien que sabe de ese tipo de cosas la está ayudando pero no se sabe quien es ni quien podria ser.
—Esto es frustante, no solo cansa que me esten siguiendo a cada rato por mi seguridad, sino que tambien me andan acosando para hacerme daño sin que yo haya hecho algo.
—Creeme que para mi tampoco es muy agradable seguirte. Pero es el trabajo que me mandaron a hacer, aunque me haya opuesto.
—¿Hasta cuando vas a hacer eso? ¿Hasta cuando me vas a seguir para que Mila no me haga daño?
—Hasta que arrestemos a Mila o su amenaza hacia tí, disminuya.
—Que sea pronto — digo con fastidio mientras empiezo a pasar la segunda mano por una de las paredes grises.
—¡______, ¿con quien hablas?! — grita Miranda desde la cocina, preparando el almuerzo.
—¡Niall me llamó!
—¡¿Desde cuando hablas con él?! Tengo entendido que no querias tener nada con él, ni siquiera una conversación — deja de gritar cuando llega al umbral de la puerta.
—¿Si sabes que está escuchando todo lo que decimos?
—No importa que lo diga, de todas formas eso ya lo sabia — comenta Niall.
—¿Puedes cortar? — le digo irónicamente odiosa.
El telefono comienza a pitar, indicando que Niall cortó la llamada.
—Que amor se tienen ustedes — comenta Miranda —Mmm ¿puedes ir a la tienda que está a una cuadra de aquí y comprar dos potes de pintura blanca? Por favor — pide dudosa.
—¿Qué dijo Harry? — restriego.
—No es una orden, te lo estoy pidiendo, si no quieres voy yo.
—No, no hace falta, de todos modos quiero descansar un poco los brazos.
—Toma el dinero — sonríe y tiende la mano entregándomelo.
—Sabias que iba a decir que si — digo de mala gana.
Al volver de la tienda, voy con las manos ocupadas, una con cada pote de pintura. Entro tranquilamente al ascensor, antes que las puertas se cierren un chico entra y se coloca a mi lado.
—¿Te ayudo? — pregunta amablemente.
—No gracias. Puedo sola.
No dice más. Comienzo a ponerme incomoda, el chico no deja de mirarme por el rabillo del ojo. El ascensor finalmente se abre en el piso del departamento. El extraño chico no mueve ni un musculo, supongo que va al piso de arriba, el ultimo piso.
—¡Miri llegué! — grito, cerrando la puerta de la entrada.
—Déjalos en el cuarto.
(...)
—¿Qué paso? — digo alarmado cuando Rob me ha mandado a llamar urgentemente.
—El cuerpo que hallaron cerca de la piscina poseia un telefono en el cual habia una huella. A unos metros del cadaver encontraron un arma, igualmente con una huella dactilar.
—¿De quien es?
—A eso voy. Mira por ti mismo lo que indica el detector — voltea la portatil de forma que queda en frente de mi. En ella se hay una foto de la huella y el dueño de esta al lado. Mila.