Voy saliendo la universidad, dirigiéndome al trabajo. Casualmente Monica tambien estudia ahí, solo que una profesion diferente, pronto se cambiaria al horario nocturno. Abro la puerta y la campana devela mi aparicion en el local, la pelinegra ya está situada tras el mostrador, con un atuendo perfectamente combinado. Son las tres y cuarto de la tarde.
—Quince minutos tarde — dice Monica, tratando que su voz suene seria y represiva pero falla.
—No te hagas la seria ahora. Te pareces a tu mama— pone una mueca horrorizada.
—Tampoco te pases. Es una amargada de por vida.
—Por cierto, ¿donde está?
—Fuera de la ciudad, fue a buscar unos libros que estan agotados.
—¿Te dejó la tienda? — pregunto sorprendida.
—Si. No es la primera vez.
—¿Cuando viene?
—El viernes.
—Dime que quieres que haga, no tengo idea.
—Bueno, puedes empezar por...
Nuestra tarde pasó tranquilamente entre charla y trabajo. La libreria se llenaba por momentos y luego quedaba casi vacia. Me concentré especialmente en el área de arquitectura; le pediría a Monica una copia de algunos de esos libros para leerlos algún día.
Mi telefono vibra en el bolsill trasero de mi pantalon. Como no hay muchos clientes y veo que Monica puede encargarse de ellos sola por un momento, atiendo.
—______ por lo que mas quieras, no salgas de ahí — me avisa, su tono es extremadamente preocupado.
—¿Niall? ¿Por qué? ¿Qué sucede?
—Solo no salgas. Es por tu seguridad, ______. En serio.
—Esta bien pero, ¿Qué haré cuando termine aquí?
—¿A que hora sales?
—Dentro de dos horas. ¿Te mandaron a seguirme constantemente?
—Lastimosamente si. ¿Puedo llevarte al apartamento?
—Mmm... Si — dudo — ¡______ atiende a los que acaban de llegar, por favor! — me grita Monica, obligándome a llevar mi mente de regreso al trabajo —. Tengo que colgar. Salgo a las 8.
—Ok.
Dos horas despues, me hayo recogiendo mis cosas para esperar a Niall. Monica le da la vuelta al pequeño aviso que está pegado a la puerta indicando que la libreria cerró.
—¿Te vas ya? — pregunta mi compañera.
—Me van a venir a buscar — menciono mientras guardo el ultimo libro en mi bolso.
—¿Por qué te traes los libros de la universidad?
—Mientras no haya nadie aquí, puedo aprovechar para adelantar algo de estudio.
La puerta de la tienda se abre.
—Disculpe, no puede entrar, ya cerramos — explica la pelinegra.
—Moni, no importa, él es el que te dije que me vendría a buscar.
—Ah, lo siento.
—No hay problema — él asiente — ______, ¿estas lista?
—Si. Adios Moni.
—Adios.
Cada uno entra por la puerta de su respectivo asiento, Niall gira la llave y el motor ruge.