Miguel Ángel

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Las exposiciones de clase habían comenzado y veía que la estructura que diseñamos estaba bien encaminada, aunque no sé si ella tenía que ver en todo eso.

La clase terminó y nos dirigimos a la oficina de su padre donde tenía mucho material de consulta.

-¿Qué haces?

-Estoy buscando material para clases.

-¿Nos vas a cambiar la forma de trabajo de clase?

-No, para el próximo semestre regreso a Madrid a impartir clases y terminar lo que falta.

-¿Mamá irá contigo?

-No, sería muy irresponsable de nuestra parte, pero en tal caso, tu tío Javier vendrá a sustituirme en los deberes de oficina y a tu mamá la maestra Lourdes.

-¿Puedo ayudarle en algo?

-Quiero que me sustituyas en clases. Ya le deje dicho a Javier eso.

-¡¡Qué suerte tiene profesor!!

-Gra...cias.

Me quedé sin palabras, mi mente aún no podía procesar esas palabras. Me sustituyas en clases.

Repetimos la rutina de los jueves y en esta ocasión bajamos juntos del auto, aunque me quedé afuera un momento para que ella entrara primero.

Llegué al salón y estaba leyendo la nota con una rosa roja en su mano. La miré llorar de rabia y estalló:

-¡¡Y estoy Harta!! Ya déjenme en paz. ¡¡Maldita sea con el estúpido que este haciendo esto!!

Tiró lo que tenía en sus manos y salió de ahí, inclusive me dio un empujón cuando salió del salón. Quería ir tras de ella, pero podría malinterpretarse y sólo comencé mi clase. En está ocasión cambie de plan y pedí a mis alumnos que formaran equipos y realizarán encuestas a los que encuentren en los pasillos o en las calles, pidiendo que regresarán en media hora.

Todos salieron y levanté la nota junto con la flor, el contenido había pasado el límite y yo tenía que protegerla, dejé todo en el mismo lugar para que no se viera sospechoso. Marqué a su celular para saber como se sentía y donde estaba, pero su móvil estaba en la mochila.

La clase concluyó y la vi en la puerta del salón, seguía triste, pero aún faltaban alumnos por salir y me fui de ahí, esperando sentado en la banca cercana al salón.

Carolina:

Seguía sin creer el nivel de mi reacción, hasta fui grosera con Emmanuel. Tenía que recoger mis cosas para a ir a clase con mi amor. Recogí las cosas del suelo y alguien se acercó por detrás.

-Al fin me puedo acercar a ti.

¿Se te ofrece algo Miguel?

-Tu compañía.

-Pues aquí estoy.  

-Pero no así.

-¿Eres tú?

-¿Tengo algo malo?

-¿Cómo sabes eso de mí?

-Porque te amo desde que te vi.

-¡Estás loco! 

-Pero de amor por ti.

Se acercó lentamente dejándome contra la pared.

-¡Suéltame! 

-Hasta que conozca el sabor de los labios de mi princesa historiadora madrileña.

-¡No!       

Emmanuel:

Escuché un grito dentro del salón, deje mis cosas y ella estaba en situación de peligro.

-Déjala en paz.

-¿Qué me puede hacer un mugroso practicante?

-Reportarte.

La miró y le dijo:

-Ahora sabes quien es el amor de tu vida mi princesa de la luna.

Salió del salón dejándonos solos.

-¿Estás bien?

-Sí

-¿Te hizo algo?

-No.

-Llamaré a tú papá.

-No, no por favor. Mejor llévame a otro lado a olvidar esto.

-Pero tienes clases.

-No importa, diré que estoy enferma.

Miré las cosas que seguían en el suelo.

-¿Te las llevarás?

-Sólo la nota.

La abracé con todas mis fuerzas y salimos del salón, mientras salíamos de la escuela llamé a un auto de alquiler, en esta ocasión la llevaría a casa. Caminamos a al calle que está a espaldas de la Preparatoria, ahí nos recogerían. Después de unos minutos ya estábamos en camino a casa, aunque tenía que improvisar, pues no estaba preparado para esta situación.  





La hija de mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora