Sueños y memorias españolas.

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Sé que este día llegarías un poco más tarde de lo habitual y aprovecharía para darte una pequeña sorpresa, este sería tu primer cumpleaños fuera del país.

Aún recuerdo el mes que estuvimos por estas tierras me prometiste que estaríamos juntos en Sevilla, para hacer el posgrado, de vez en cuando me acompañarías a alentar a mí Barça, aunque no seas nada fanático del fútbol como yo.
Almazán nuestro pequeño rincón favorito en España nos vería recorrer su calles en vacaciones. Algún concierto de La Oreja de Van Gogh como el de presentó en aquella ocasión o en su defecto ir a visitar al Chef Bienert a Mallorca a comer a su restaurante.

Aunque sabía que después de nuestra estadía por tierras ibéricas, vendría el verdadero reto; regresaríamos a México, a tu amada Puebla, en tu amada Merced, dónde me entregaste una pequeña sortija con la cual ante la imagen Mariana prometimos regresar para cambiar esa alianza por un anillo de bodas que sellará nuestra unión.
Solo de recordarlo lloro de felicidad.

-¡Maldición! En mis planes jamás existieron las palabras matrimonio y familia hasta que apareciste tú.

La puerta del piso de alquiler se abre, me escondo para sorprenderte.
¡Feliz Cumpleaños amado príncipe español! Nunca imaginé que después de tantos planes estamos aquí.

Suena la alarma, sobre la cama varias hojas buenos deseos, porque hoy cumplía años Emmanuel

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Suena la alarma, sobre la cama varias hojas buenos deseos, porque hoy cumplía años Emmanuel. Estoy feliz porque hoy lo vería, este semestre había iniciado un taller de mitología griega del cual estaba encargado, hoy comenzaba, justo a tiempo, ya que era mi último semestre en la preparatoria y había comenzado mis trámites para ingresar a la Universidad y él estaría por terminar.

Al final terminé escribiendo un pequeño cuento de nuestro verano español y al final extendiendo mis felicitaciones, esperando terminar el día en su pastelería favorita para continuar el festejo.

Al entrar al salón destinado para el taller, mi felicidad se esfumó por la puerta al volver a encontrar con aquella persona que tanto daño nos había hecho daño, como aquella primera clase tomé asiento en la butaca y aparte la butaca de atrás, tomé mi celular para preguntarle a Mayra sí tardaría y sobre todo para que Emmanuel supiera lo que nos esperaba.

La hija de mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora