Infancia

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—¿Me lo compras, Papi?— la dulce voz del pequeño Androide llega hasta el mayor, quién estaba hablando con el dueño de una de las pocas tiendas que no utilizaban Androides.

El Androide miraba atentamente aquella pecera, nunca tuvo una mascota y ahora sabía lo que quería: a aquel pecesito que nadaba alegremente.

—Connor, ahora no— se queja el hombre de cabello gris cuando el nombrado tira de su abrigo.

—Pero Papi— se queja. —. Nunca te pedí nada y prometo cuidarlo bien.

Sus ojitos brillaron, de una manera que nunca había hecho antes. Realmente quería saber cómo se sentía estar a cargo de alguien, así como Hank está a cargo de él.

***

—Recuérdame no verte a los ojos cuando hablemos de esta clase de cosas— bufa el mayor mientras sujeta la mano del menor para cruzar la calle.

Hank nunca podría resistirse a aquella mirada inocente e infantil, que rara vez se mezclaba con un puchero, mientras suplicaba por algún juguete que estaba alto o, en este nuevo caso, por una mascota acuática.

No tardan en llegar al parque, el día era soleado y no habían tantas personas como de costumbre.

—¿A dónde vamos, Papi?— pregunta contento el castaño mientras da pequeños saltitos -con mucho cuidado para no hacerle daño al pez- sin soltar la mano del hombre.

—A casa— contesta.

—¿No podemos jugar un rato?— pregunta Mini Connor esperando una respuesta positiva.

—Podríamos— Connor lo ve esperanzado, pero su carita de niño mimado cambia a una triste cuando el mayor sigue hablando: —. Pero tengo cosas que hacer. Ahora... No hables.

Hank quería al niño, lo mimaba de vez en cuando y trataba de hacerlo sentir... Humano. Pero debía de ser estricto con él en momentos. Para que no salga todo un rebelde.

Jamás le importaron los divergentes -o como ellos quieran llamarse a sí mismo-, pues jamás se habían metido del todo en su camino y no planeaba dejar que eso pase.

—Por aquí no es— suelta un quejido el pequeño castaño, dudando del lugar. Jamás estuvo por aquí, o al menos no lo recuerda.

—Cambio de planes.

La voz un tanto fría del mayor le provocó un miedo creciente en su pecho. Ya lo había oído hablar así antes y solía terminar en su habitación, solo y con la luz apagada. Sin cariño.

Bien, tal vez esa era la manera -la única manera- que encontraba Hank de castigarlo.

Connor tenía miedo.
Miedo de que el teniente quiera llevarlo a... A una de las instalaciones de CyberLife.
Porque ¡Si!
En varias ocasiones el mayor había tomado esa opción como una posible.
O era eso o... Dejarlo a su suerte.

—¿Papi, dónde estamos?

El niño era curioso.
Y más al ver un edificio en perfecto estado, con una gran entrada y de... ¿Qué?¿Cuántos pisos? Dos o tres, o eso suponía el Androide. El cual llama a su Papi para saber qué lugar era este.

No le da más tiempo de preguntar algo, pues el mayor ya estaba hablando con otra persona: una mujer con un elegante vestido que le llegaba hasta las rodillas y un cabello rizado de color amarillo, parecía tener entre unos 38 o 40 años.

Hank le hace una pregunta a la mujer mientras que Connor intenta distraerse. Quería alejar todo tipo de pensamientos.

Escucha gritos y ve a un chico de tez morena casi corriendo en su dirección.

Sostenía algo en sus manos, parecía una caja.

Una niña, de la misma altura del moreno, estaba detrás. Lo estaba persiguiendo muy alegre.

Parecían estar jugando.

Yo quiero jugar - pensó Connor.

Se estaba aburriendo y tampoco quería molestar al pez.

¡La comida del pez!

Claro, Connor era algo lento. Pero... Tarde pero seguro.

Al darse cuenta, Hank ya había terminado aquella entretenida -aburrida y larga- charla con la mujer y ya estaba caminando.

¿Cuándo soltó la mano de Connor?

Este no tarda en correr hacia él para alcanzarlo, se había entretenido viendo a los otros dos y pensando en su pez.

*****

Actualicé. Al fin... Bueno, no tenía planeado hacerlo hoy y ahora pero hace tiempo no actualizo.

Espero que les haya gustado.

I adore them...

One-shots - [Detroit: BH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora