Especial

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La noche había sido tranquila, a pesar de las complicaciones en la estación de policías.
Connor y el detective Reed no cambiaban, no lograban llevarse bien a la hora de trabajo y eso lo demostraban con miradas y palabras de desprecio; más allá de eso, Hank sabía que por parte del Androide era solamente actuación.

Era domingo, por lo que había decidido dormir más de la cuenta ya que creía que se lo tenía merecido luego de varios días entre papeles y persecuciones.
La calma reinaban en la habitación; pero claro, como todo lo bueno termina...

-¡Hank, necesito ayuda!- el grito repentino de Connor lo puso alerta. Pudo haber terminado con su momento de tranquilidad pero no permitiría que algo le suceda al Androide metiche.

Preocupado, se levanta de su acogedora cama para buscar el arma y estar preparado para lo que sea que se encuentre.
Aún se sentía algo somnoliento pero se supone que debía estar atento a cualquier cosa.

-Connor, estoy aquí. ¿Estás...?- se hace oír al estar en la planta baja pero se corta a sí mismo al ver al Androide. -¿Que carajo?

Uno pensaría que lo peor que puede encontrarse es a un a Androide vestido con falda, medias de red y una blusa corta con intenciones para nada sanas pero... ¡Que equivocados estarían!
Para Hank, sin dudas era el engaño; que le pidan ayuda para luego encontrarse con el hecho de que nadie corre peligro y que lo habían hecho preocuparse por nada.

—Feliz cumpleaños, Hank— la voz de Connor suena calmada y hasta podría decirse que con algo de preocupación, pues había caído en cuando de que no fue buena idea despertar al mayor con gritos mientras podía ayuda aunque no se le ocurrió otra manera para poder sorprenderlo con el pastel. Puede que sea algo simple, pero los sombreritos de cumpleaños en su cabeza y en la de Sumo le subían el ánimo al menos a él.

Las manos del Androide acariciaban el pelaje del aninmal mientras este soltaba ladridos al ver a su dueño quién ya había guardo el arma.

—Connor, ¿Qué es esto?— pregunta acercándose al de cabellos castaños, su voz se mostraba algo molesta.

—Es una fiesta de cumpleaños para ti, Hank— contesta, inclinando levemente la cabeza hacia un lado. —. Recientemente he estado investigando las prácticas culturales humanas y descubrí que los humanos celebran el día del nacimiento por...

—Jesús, Connor, sé lo que es un cumpleaños— bufa el hombre de cabellos grisáceos para luego acariciar su sien.

Había olvidado la última vez que festejó su "cumpleaños", no tenía ánimos para esas estupideces y tampoco tenía con quién pasar el día -aunque solía pasarse en el trabajo- por lo que al caer la noche iba directamente a algún bar en donde no se cruzaría con malditas máquinas.

—Bueno, para empezar, te debo mi vida. Yo y muchos otros Androides no estaríamos vivos hoy sin ti. Y también ... Eres el padre más ejemplar que alguien podría esperar, Hank— su voz sonó algo débil al recordar algunos sucesos.

Decían que una máquina creada para obedecer no podía sentir dolor, que no podía experimentar los mismos sentimientos que un ser humano; él desearía que eso fuese cierto.

Por otro lado, el Teniente no sabía que decir; su mente daba vueltas, sentía como sus manos temblaban levemente mientras intentaba convencerse de que era fuerte y de que no se dejaría llevar... Aunque sabemos que su manera de alejar sus sentimientos es encerrarse en algún bar o simplemente en su hogar con una botella de alcohol.

Una sonrisa atraviesa su rostro, no puedo asegurar si era una que demostraba tristeza o diversión.

—¡Maldita sea, Connor!¡Ven acá!— exclama, cortando la distancia entre ambos para poder estrechar al nombrado entre sus brazos.

—Feliz cumpleaños, papá.

—Gracias, hijo.

Hank no solía abrazar a Connor, tampoco le demostraba afecto aunque muy en el fondo sentía un gran aprecio hacia el Androide; creía que tal vez no volvería a dejarse llevar por los sentimientos que lo dejan tan vulnerable y aún así, él podía ser el claro ejemplo de que se puede cambiar.

—¡Sumo!— exclama Hank luego de separarse de aquel cálido abrazo que compartía con el Androide. —¡Deja eso!

El castaño suela una carcajada al ver al hombre mayor agarrar a su mascota del collar para alejarlo del pastel que tanto le había costado comprar. ¿Qué? Connor no tenía planeado ensuciar la cocina y preparar algo que terminaría en el basurero ¡Por supuesto que no!
Además de que ya era suficiente con ir a hacer las compras.

—¡Sumo, chico malo!— le regaña y no porque era su pastel de cumpleaños, sino porque podría hacerle daño o algo por el estilo.

—Voy a tirar esto, será mejor conseguir otro— comenta el Androide luego de calmarse y recoge el pastel a medio comer que dejó Sumo luego de ser alejado. —y dale un baño, en dos horas tendremos que salir.

—¿Salir?— pregunta confundido mientras acaricia el pelaje de su mejor amigo.

—Por supuesto. Cómo le dije, estuve investigando y suele festejarse con amigos y familiares— le sonríe.

Hank evita soltar una grosería mientras llevaba a Sumo hacia el baño, hoy sería un día largo y eso que creía que podría dormir hasta más tarde... ¡Pero no!
A Connor se le ocurrió hacer esto y ahora tendría que pasar su domingo socializando.

 ¡Pero no!A Connor se le ocurrió hacer esto y ahora tendría que pasar su domingo socializando

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One-shots - [Detroit: BH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora