¡¿De Dónde Sacaste Eso?!

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Las luces de la ciudad iluminaban su camino, sus manos se ocultaban en sus bolsillos y su mirada se mantenía agachada.
Se encontraba cansado física y emocionalmente; el día -por no decir semana- había estado cargado de tareas y lo único que esperaba al final de tu turno era llegar a su casa y relajarse, pero su destino no fue ese.

Su nuevo compañero de trabajo lo había sorprendido, y no en el buen sentido.
Recuerda el rostro sin expresión de la máquina y el bulto adormecido en sus brazos; no quería preguntar pero al saber que se veía obligado a convivir con esas dos criaturas, debió hacerlo.

—¡¿De dónde sacaste eso?!
—Detective, no alce la voz.
—¿Se puede saber cuál es tu problema?

La charla seguía sonando en su cabeza, como si fuese un bucle que reiniciaba sin detenerse ni un segundo.
No quería y no iba a ceder tan fácilmente ante las peticiones -ordenes- de una chatarra como esa. Por más nuevo que sea el modelo, por más personalidad que tenga, seguían siendo unos inservibles que solo ocupaban el espacio de los humanos. Recordemos que Gavin no desea bajar los brazos ante las nuevas tecnologías.

—Solo ocupa espacio y necesita mucha atención. Alejalo.
—¿Acaso abandona a los que necesitan su ayuda?
—Nadie nunca me la pidió.
—No mienta, detective.

¿Mentir?¿Él? No, no, no, señores.
Él nunca lo haría.
¿O sí?

Su cabeza era un lío de ideas, todas mezcladas entre si era mejor aceptar al menor o si debía patear el trasero del más alto.
Aunque dadas las circunstancias y las palabras del otro, podría hacer una única excepción hasta que le consiga un nuevo hogar al mocoso robótico.

No, eso jamás, no permitiría que esos dos vuelvan a  pisar su casa.
No le debía nada a nadie, no tenía porqué hacer de niñero tampoco.

—Detective, no es necesario estar tan alterado.
—Yo no estoy alterado, maldita sea. Solo quiero que dejes a ese bulto de circuitos a donde lo encontraste.
—Estaba solo.
—¿Y eso me importa?
—Debería... Al menos si quiere podemos poner un anuncio de extraviado.
—¡Como si se hubiese perdido! Ni si quiera es un niño real, no puedes tratarlo como a uno.

No sabía si estar arrepentido o no, estaba seguro de que no debió abrir la boca pero solo quería estar solo.
Y efectivamente lo logró, el más alto no quería verlo tampoco luego de decir todo aquello.

¿A caso debía seguir preocupándose por los demás? Si a él nunca nadie le ayudó. No, toda la vida fue distante con el mundo y no tenía razones, solo no quiere vivir entre mentiras porque, nuevamente, él no miente. Oculta. Son dos cosas distintas.

—Buenas noches, Detective— la voz del Androide lo obliga a detenerse, estaba de espaldas a él y, por lo tanto, debió girarse pata encararlo.

—¿Dónde lo dejaste?¿Al fin te hiciste cargo de él?

—Está en la casa. Vine a buscarlo, Detective, hace frío— su tono de voz siempre fue indiferente. En el fondo le caí bien.

—Dejame en paz, maldita escoria— suelta con odio y cansancio.

—Es tarde, mañana puede hacer sus berrinches— su expresión se mantenía neutral. En un rápido movimiento, carga al más bajo en sus hombros, como si fuese una bolsa de papas, y lo escucha maldecir.

—Bajame ahora, ¿Qué crees que estás...?— siente la mano del contrario estrellarse contra uno de sus glúteos. Suelta un jadeo de sorpresa.

—A los niños malcriados se debe educarlos.

—¿A caso te leíste "Cincuenta sombras de Grey"?¿"El libro de Jade"? Oh, por favor no leas "Pídeme lo que quieras" que no quiero acabar en una grabación— comenta, hablando rápido al entrar en pánico.

—¿En qué piensa?

—¿Sabes qué? Quedate  con la máquina pequeña pero ¡Bajame ya!

One-shots - [Detroit: BH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora