Las voces a su alrededor sonaban como ecos dentro de su cabeza; la duda se instalaba en sus pensamientos, evitando que sus sentimientos fuesen claros desde el inicio.
Sabía que algo prohibido jamás tendría lugar en su vida y que no volvería a presenciar aquellos orbes grisáceos que lo observaban con sorpresa y cierto desagrado.
Durante toda la noche, su mente dio vueltas al asunto logrando que su sueño tardara en llegar y que duerma tan solo una hora; evidentemente, ese no era su día. Y eso era poco decir puesto que el lunes amaneció con una horrible jaqueca; durante los siguientes tres días se vio envuelto entre papel, reuniones, problemáticas que él mismo debía solucionar; y, finalizando, ahora se encontraba distraído en medio de una reunión, sin contar que hacía lo mejor para no dejar que el sueño le ganara.
Su semana había sido un caos, comparado con las anteriores, y una parte de si mismo le insistía en que lo mejor que le había pasado en esos días fue aquella -casi- estrecha cintura que logró tener entre sus manos.
Su rostro se mantenía oculto detrás de aquella laptop color blanco con el logo de la empresa -evitando que los demás presentes notasen su cansancio- con la simple excusa de estar revisando archivos "importantes" mientras intentaba oír a la chica rubia -o mejor dicho Androide- que permanecía parada frente a una pantalla en donde diversas imágenes se hacían presentes cuando ella lo deseara y en sus manos podía apreciarse una tableta con el mismo logo de la empresa.
La mirada del Androide -de unos 25 años aproximadamente- hacía presencia en sus recuerdos al igual que el tacto de sus dedos, enredándose en su cabello castaño para poder sujetarse de algo y evitar caer al suelo.
Desequilibrio; esa sensación de deseo que lo invadía al imaginarse a si mismo acorralando al de menor estatura mientras sus labios se rozan, anhelando saciar sus ganas de probarse el uno al otro. Quería sentir la piel del otro debajo de él, sentir su suavidad más allá de que sea artificial, dejar marcas en ella y proclamarlo como suyo.
Y es que ese era el conflicto; el hombre con la capucha blanca solamente estaba cumpliendo un mandato, le pertenecía a otra persona y evidentemente no volvería a verlo.
Quería eliminar todo rastro de lo sucedido, pero en estos momentos se encontraba con un problema del cual debería de encargarse.
—Yo pienso que la idea del señor McClain es la más adecuada para la situación en la que vivimos— la voz de un hombre, de entre 45 y 50 años, resuena en la sala, alejándolo de sus pensamientos desvergonzados junto al ojigrís.
—¿Niles, tú qué opinas? Todas son ideas espléndidas— pregunta una mujer de cabello azabache.
—Sigo diciendo, la idea de McClain es más conveniente y menos perjudicial; en cambio, la idea del señor Weisz nos traería problemáticas no solo con las empresas internas de la ciudad sino también con las empresas externas, evitando que futuros contratos se lleven acabo— la voz del hombre vuelve a hacerse presente, dando a conocer su punto de vista.
—La idea de McClain necesita algunos ajustes y nos llevaría mucho tiempo ponerla en práctica— una mujer de cabello rojizo se hace oír mientras juega con un bolígrafo, su mirada se mantenía fija en los papales frente suyo y parecía no importarle la discusión presente en la sala. —. De todas formas... Niles, es tu decisión y te dejaremos pensarlo. La máquina rubia te entregará los archivos, solo procura hacerlo para esta semana.
***
—Ya le envié los archivos al mail, también le entregué los papeles a la señora Ross para que los firme— la voz de la Androide rubia se hace presente en el despacho de Niles, quién revisaba unos archivos en su computadora.
Luego de que este soltara un sonido en forma de aprobación, la mujer robótica sale del lugar cerrando la puerta detrás de si misma; Niles, por otro lado, hace a un lado sus lentes de lectura para poder dejarlos reposar sobre su escritorio mientras suelta un suspiro.
Sus párpados pesaban y su mente viajaba en simples ideas que incumbían a la empresa; con una de sus manos sacude su cabello para despeinarlo un poco, exhalaba en el proceso con un poco de cansancio. A veces sentía que su vida era tan monótona, que no tenía sentido y que debería pasar mas tiempo con sus familiares, recuerda las palabras de su madre diciendo que debe conseguir esposa y ahora que lo piensa, fue algo positivo no hacerlo debido a que no le prestaría la atención necesaria.
La noche había llegado; su departamento era algo solitario aunque eso no le incomodaba, tal vez la costumbre ya haya surtido efecto aparte de que nunca fue alguien que prefiriera estar acompañado.
aquella voz levemente gruesa volvía a desconcentrarlo una vez más; recuerda el odio inexplicable en aquella mirada y la fuerza con la que lo había empujado para poner fin a aquella cercanía. No creía en el amor a primera vista pero si en el deseo, y es que las ganas de sentir los labios del castaño se hacían mas fuertes.
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One-shots - [Detroit: BH]
RandomOne-shots basados en lo primero que pienso al ver las imágenes (? Pueden que algunos Androides no se comporten como tal(? I'm sorry. Soy horrible en las descripciones :'v Espero que le guste :'3 y si es así, darle amor a este intento de historia