One-shots - [Detroit: BH]

Pequeño

He visto el gran cariño que le tiene el Teniente Anderson a su mascota, son casi inseparables y pareciera que son almas gemelas que se entienden a la perfección.

Mentiría si dijera que el Teniente desearía dejar en la calle al gran canino.

Cada caricia que le regala al peludo animal es sinónimo de su gran amor hacia él.
Desconozco la cantidad de año que llevan juntos, lo que han sufrido desde que llevan viviendo su vida al lado del otro o sus pensamientos. Pero me alegra saber que este par, tiene una amistad inquebrantable que ni la muerte podría acabar.

Según mega dicho Hank, el perro es el mejor amigo del humano. Y al verlos lo entiendo a la perfección.

Sumo es un gran acompañante, un gran aliado y alguien de confianza.

Un perro no piensa pero siente. Conocen nuestros dolores, sienten nuestra alegría y hasta puedo asegurar que harán todo lo posible para ver a sus dueños -o mejor dicho amigos- felices y sin ninguna lágrima.

Ver al Teniente dormir luego de aquella situación en el trabajo me deja con tranquilidad pero al verlo con su gran y peludo compañero me llena de alegría.

Si alguien llegara a separarlos, Hank seguramente haría lo posible por tenerlo nuevamente con él.

Y lo entiendo. Yo haría lo mismo por mi mejor amigo, por lo familia.

Sé que para el hombre, Sumo es más que un amigo o su familia. Es su mundo.

Jamás sabré qué pasa por la cabeza del mayor pero seguro será algo bueno que me alegría de oír.

•

•

•

•

•

•

•

•

•••••

Sus mejillas estaban siendo adornadas por aquel líquido salado que ya había estado amenazando por demostrar su debilidad.

No se sentía con fuerzas para levantarse o si quiera secar a quellas traicioneras gotas de agua.
Había perdido todo. Había perdido su una razón de vida.

Una patitas rasguñan sus piernas al querer buscar si atención, no le da importancia prefiriendo seguir con su dolor.

Ya se encontraba más calmado y con las ambos en su cabeza, las lágrimas habían cesado finalmente.

Aquel tacto sobre sus pantalones era instante, parecía no querer detenerse a menos que alguien fin lo aleje.

—¡Detente!— grita ya cansado y con mucha ira, la cual había acumulado desde lo ocurrido.

Nuevamente y sin previo aviso, comienza a llorar sin logran encontrar algún consuelo. Su pecho dolía y su mente daba vueltas en un sin fin de pensamientos que lo llevaban siempre al mismo sitio: aquel terrible accidente.

—Deja de llorar— susurra con la voz quebrada. Estaba harto de este instante dolor que le reprimía el pecho.

Escucha un leve quejido de un animal, canino para ser específicos, y al ver a quellas bola pequeña de pelos decide tomarlo con una de sus manos y el enojo a flor de piel.

¿Qué nadie podía dejarlo solo con su dolor?
Hace una hora los vecinos habían llegado a su casa para molestar y dar su pésame pero lo único que quería era soledad, no que tengan piedad por su perdida.

Manteniendo su mirada en aquel pequeño, decide recostarse en el sofá con el animal en su pecho.

Él no tenía la culpa, no sabía lo que pasaba.

La mirada del animal sobre él le causaba cierta tranquilidad. Una inexplicable.

Era agradable acariciar su pelaje mientras el otro lamía su rostro en un intento de demostrar su amor.