One-shots - [Detroit: BH]

I Can't Stop

Sus manos temblaban, Anderson estaba seguro de que la razón no era el frío que los envolvía sino el pánico que amenazaba con hacerse mas fuerte con el pasar de los minutos... y es que todo se hacía tan eterno. Estaba seguro de que Connor no quería cometer tal acción solo para conseguir la aprobación de una persona que ya no existía en carne y hueso pero para eso fueron creados, para obedecer.

El Teniente se encontraba arrodillado; nunca creyó que volvería a sentirse tan roto por dentro y es que esta situación solo lo preocupaba. Su mirada se mantenía conectada con la del Androide, quien parecía estar sumergido en una batalla mental donde saldría perdiendo, mientras intentaba formular palabras que se perderían en el aire. Quería suplicar, que todo esto acabara y que el Androide pueda volver a ser consiente de lo que sucedía a su alrededor para así diferenciar lo bueno de lo malo.

Connor, él definitivamente no quería hacerlo pero ¿Qué ocurriría si llegase a desobedecer? Una de las opciones era que Amanda lo obligase a acabar con su propia existencia, le resultaba ridículo el miedo que lo atravesó en tan solo pensar en eso. Hank siempre estuvo a su lado mas allá de ser un idiota que no quería aceptarlo, ¿Acaso esta era una manera de pagarle por todo?

-¡Connor, por favor no hagas esto!- logra formular finalmente el hombre; se encontraba entre la vida y la muerte, por supuesto que estaba algo molesto y asustado. -¡Eras mi compañero! ¡Confié en ti!

Es absurdo saber que las situaciones siempre son capaces de repetirse, y es que la traición podemos encontrarla en cualquier lado; él no quería hacerlo, fue obligado a esto aunque tampoco es vidente como saber que las decisiones que tomarían en la vida los llevaría a terminar así.

Connor aún seguía empuñando el arma, apuntando al hombre de cabello grisáceo. Sus manos cedían de a poco, no habría vuelta atrás y aunque sabía que el Teniente moriría tarde o temprano, quería seguir con él un poco más.

-¡Di algo, maldita sea!- grita exasperado, observando el rostro del contrario. Hank podía percibir arrepentimiento, y miedo, en aquella mirada castaña. -¡Connor!

No sabía si era necesario seguir suplicando, pueda que logre ayudar al menor con ese debate mental o que simplemente esté empeorando las cosas, no creyó acabar así... recuerda a su difunto hijo, él tampoco era consiente de lo que ocurría en ese entonces mientras que Anderson solo podía llorar su muerte; ¿Alguien lloraría por él si llegase a fallecer?

-¡¡Connor!!- exclama nuevamente, con falsas esperanzas. -¡¡Detente!!

El nombrado quería acatar aquella petición del hombre, pero no podía; no sabía si era él quien controlaba su cuerpo o si era otra persona, era consiente de lo que estaba por hacer y aún así no parecía querer hacer algo para evitarlo, o tal vez ella ya lo tenía a su merced.

Su mirada nunca abandonó la del Teniente, quería pedirle perdón por el sufrimiento que sintió durante tanto tiempo mas allá de no haber sido el culpable pero como leyó en una de esas tantas veces que buscaba información: La muerte es sinónimo de libertad, eres despojado de todo tu sufrimiento para poder descansar en paz.

-Y-yo no puedo detenerme- afirma con la voz algo quebrada.

-Con...

Sus palabras fueron calladas por un fuerte impacto en su frente, comenzó a sentirse débil -más de lo que ya estaba- para luego caer al suelo, generando un sonido sordo. Todo se volvió oscuro para él, el dolor en su cuerpo había desaparecido, tal vez porque ya no era consiente, y los sonidos escasos a su alrededor ya no parecían estar allí.

Connor, por su parte, quería llorar, sostener el cuerpo de su compañero y suplicar perdón a alguien que ya no podría contestarle; lo único que logro hacer fue dejar caer el arma mientras oía la voz de Amanda, quien no parecía tan afectada como él.

-Hiciste lo correcto. Él era una amenaza para tu buen funcionamiento, debíamos ejecutar el error desde raíz y bien lo sabías. Era él o eras tú... ya no nos preocuparemos por él y si debes encargarte de otros, lo harás- su voz sonaba tan calmada y fría, se sentía superior y con el completo derecho de ordenar al Androide; pues para eso fue creada ella, para hacer cumplir y ser la voz de la razón.